Morgan
Tocan la puerta y eso me extraña porque es la primera vez que lo hacen si fuera Yura pasa sin tocar como ha hecho desde que estoy aquí, me acerco a la puerta y abro. Mi ojos quedan sobre el pecho de la montaña de músculos que tengo al frente y elevo la mirada hasta su cara que está muy arriba, es del tamaño de Yura y Nikolai pero su montón de músculos lo hacen ver más grande y amenazante.
«Este hombre me hace sentir diminuta.»
-Hola. -digo con un poco de miedo.
-Hola Morgan soy Sergey. -me responde amable y estira su mano para que la estreche.
-Mucho gusto Sergey, soy Morgan pero eso ya lo sabes. -estrecho su mano o mejor dicho escondo mi mano en la suya.- ¿Puedo ayudarte en algo?.
«¿Será que el requisito de los hombres para vivir en esta casa es ser así de grandes?.»
-Vamos, ven conmigo. -suelta agarrando mi brazo y me tenso.- Tranquila, solo vamos a comprar ropa.
-¿Ropa?. -digo dudosa.
-Así es, no puedes andar todo el tiempo con la ropa de Darya aparte no es acorde a tu edad.
Veo la ropa que tengo y es cierto.
-Pero yo no tengo dinero.
-Lo sé, apresúrate ya debemos irnos.
Me suelta y camina delante de mí. Al llegar al pie de la escalera nos encontramos a los primos que se detienen cuando nos ven.
-Señor ya nos vamos. -dice Sergey respetuoso.
Yura se acerca a mí y cuando está en frente lo miro directo a los ojos, me llaman la atención desde que lo volví a ver en la fiesta.
-Vas a ir con Sergey y comprarán todo lo que necesites, si haces alguna idiotez tiene la orden de meterte un tiro y serás devuelta a la celda pero esta vez te encerraré con Kai, que no debe estar muy contento contigo. ¿Está claro?. -pregunta mirándome.
-Si. -respondo y tomo aire para hacer la pregunta que quiero formular.- ¿Puedo llamar a mi abuela? Por favor.
-No, ahora váyanse. -suelta y me da la espalda.
-Por favor. -le suplico.- Necesito hablar con ella y decirle que estoy bien. -le toco el brazo para que se detenga y se mueve para que no lo toque.
Voltea y me mira molesto.
-¿Es que los golpes te dejaron estúpida y no entiendes? Te dije que no. Agradece que estoy siendo caritativo y te dejo salir para que compres lo que necesitas.
-Entonces no lo hagas y solamente déjame hablar con ella. -le ruego porque de verdad quiero hablar con mi abuela.
-¡Te dije que no, ya lárgate antes de que cambie de opinión!. -me grita.
«Yo también sé gritar.»
-¡Solo quiero hablar con mi abuela! ¡No te pido nada más!. -le grito de vuelta.
Veo a Sergey conteniendo la risa y Nikolai da la vuelta y se va. Me toma del brazo y me arrastra por el pasillo abriendo la puerta haciéndome entrar a un despacho, cerrando la puerta y pegándome contra ella.
-Que animal eres podrías ser un poco más delicado. -le reclamo y se me viene encima pegándose a mi cuerpo a la vez que me toma del cuello.
-Que sea la última vez que me gritas. ¿Entendido?. -habla bajo mirándome y puedo sentir su aliento en mi cara.
Mi respiración se acelera por tenerlo tan cerca y la suya también.
-Entonces tú tampoco me grites. -le digo tragando grueso cuando pone sus manos en mis caderas.
Tenemos la mirada fija el uno en el otro.
-No hagas ninguna idiotez. -espeta tranquilo.
-No pensaba hacerla. -susurro.
Me suelta y se aleja hasta que me da la espalda mientras que yo respiro profundo para calmarme.
-Podrás llamarla cuando vuelvas pero solo le dirás que estás bien, no más.
-Gracias, Yura. -le respondo y salgo del despacho con el corazón latiendo fuerte.
Llegó a dónde está Sergey que me sonríe y me invita a seguirlo. Cuando estamos en la camioneta veo a todos lados para saber dónde estoy y ver los anuncios en ruso me hace abrir la boca de asombro al darme cuenta lo lejos que estoy de mi abuela.
«Mierda, estoy en Rusia.»
-¿Dónde estamos?. -pregunto a Sergey porque necesito que me confirme si estoy en lo cierto.
-¿Ya te diste cuenta que estamos en Rusia?. -contesta sarcástico.
Lo miro como si fuera idiota.
-Ok, no me mires así fue una pregunta estúpida pero eso es todo lo que puedo decirte. -me responde.
-Está bien. -me resigno porque no me dirá más nada.
Llegamos a la tienda y cuando entramos cambian el letrero a CERRADO.
«Esto me hace sentir como una superestrella aunque parezca indigente.»
Estoy embelesada viendo toda la ropa hermosa que hay, es el paraíso de cualquier chica y más cuando tengo la tienda para mi sola.
-Morgan. -me llama Sergey y voy hacia él- Ella es Larissa y va a ayudarte en lo que necesites.
La mujer me mira de arriba a abajo con una expresión de ¿Rabia? ¿Desagrado? No tengo ni idea pero no es algo bueno.
«Que bien, me gané una amiga.»
-Hola soy Morgan. -le digo de manera amable.
-Sígueme. -suelta molesta.
Durante los primeros veinte minutos la tal Larissa me ayuda a buscar prendas pero después que Sergey deja de vigilarnos me deja sola y se mete no sé dónde. Cómo tampoco la necesito escojo todo lo que me voy a llevar y una hora y media después lo llevo todo a la caja lo más rápido que puedo porque la mano está empezando a dolerme otra vez.
La montaña de músculos se levanta para ayudarme.
-¿Dónde está Larissa?.
-No tengo idea, cuando dejaste de vigilarnos se largo no sé a dónde. -le respondo porque no tengo idea de dónde esté la chica.
-Morgan, aquí está lo que me pediste. -escucho que dice la mujer a lo lejos y volteo extrañada porque yo no le pedí nada- Me costó encontrarlo de tu talla.
-Gracias. -agradezco para no dejarla mal delante del grandote.
Pongo la prenda junto al montón de ropa que está en la caja. Sergey frunce el ceño al darse cuenta que la camisa ombliguera de un solo tirante en color rojo resalta entre en el montón de camisetas básicas y sudaderas.