Yura
Llego a la mansión y subo a la habitación pensando en lo que tengo programado para el día de mañana, hace dos semanas le di de baja a Kai por desobedecerme y mentirme. Le dejé muy claro que sería Sergey quien se encargaría de Morgan y se pasó por el culo mi orden yendo a su celda tratando de violarla.
Hablé con mis hombres para dejarles claro quien es su líder y lo que deben hacer en caso de que no quieran obedecer mis órdenes, deben ganarse el puesto así como yo lo hice en su momento porque mi padre no me lo puso fácil, así que yo no dejaré que me lo quiten porque me ha costado estar aquí.
Morgan lleva cuatro semanas aquí, el dejarla hablar con su abuela la tranquiliza bastante y no jode tanto aunque me gustaría que dejara de hacerlo al completo pero es una fastidiosa que jode y jode todos los días, me tiene harto y por eso le dije a Sergey que la entrenara para que no diga que está aburrida, me sorprendió el gancho que le lanzó a Kai rompiéndole la nariz, debido a eso le dije a Sergey que perfeccionara su manera de dar ganchos.
Paso por su habitación y entro en silencio viendo que está dormida y solo tiene un pijama que deja muy poco a la imaginación con un short corto y una camisa de tirantes, salgo y sigo caminando hasta que entro en mi alcoba.
-¿Estás aquí? Pensé que dormirías en la habitación de tu nueva dueña. -miro al lobo que está echado al lado de cama mientras me quito la ropa para ir a ducharme.- Te haz vuelto un blando Yarost', ahora te encanta que te hagan piojito como si fueras una mascota de niña.
Se levanta y vuelve a echarse dejando su cola en mi dirección siendo clara la señal de que no le importa lo que digo
-Veremos si cuando quieras follar la nenita va a conseguir las lobas que te gusta montar. -camino al baño.- Traidor.
Salgo de la ducha y suelto la toalla con la que me seco el cabello en el piso para buscar un pantalón de pijama que me pongo para salir de la habitación.
Cuando salgo veo a Morgan cruzar el pasillo, la sigo dándome cuenta que también va a la cocina, cuando llego veo que está sentada en un taburete con un vaso de agua frente a ella. Tiene el cabello recogido y se ve agitada y sudorosa.
-¿Qué te pasa?. -le pregunto.
Da un respingo y se derrama el vaso con agua del que está bebiendo.
-¡Mierda, Yura me asustaste!. -me reclama limpiándose la boca y el pecho.
Aún no me acostumbro a que ella me llame por mi nombre pero me gusta la manera en que lo dice.
-No respondiste a mi pregunta. -insisto.
-Estoy bien. -habla sin mirarme.
Voy al congelador y saco dos sándwiches de helado. Me siento a su lado dejando uno en la isla de la cocina y destapo el otro.
-No me mientas, Morgan. -hablo y le doy un mordisco al sándwich saboreando la galleta de chocolate y el helado de mantecado.
-Tuve una pesadilla. -me dice bajito.
-¿Sobre qué?. -respondo y doy otro mordisco.
«Esto es la gloria.»
-Sobre nada importante. -responde sin verme.
«Miente.»
La volteo en el asiento para que me mire y le ofrezco lo que tengo para que muerda y lo hace.
-Está rico. -habla con la boca llena.
-Claro que está rico, es helado. -le respondo lo obvio.
Saborea y traga, luego toma mi mano llevándola hasta su boca y da otro mordisco dejando un pequeño pedazo que me como completo. Destapo el otro y seguimos comiendo intercalando un mordisco para cada uno hasta que se termina.
-Estaba muy rico. -dice lamiendo sus labios y esa sola acción hace que me ponga duro.
-Muy rico. -respondo observando sus labios.
De pronto el efecto frío del helado se va y el ambiente se calienta mientras nos miramos, mi locura se desata cuando observo cómo a través de la tela de la camiseta de tirantes se le notan los pezones erectos.
Me levanto y la muevo en el asiento para que recueste la espada del mesón y abro sus piernas para meterme entre ellas. No sé qué pasa pero parece que tuviéramos un imán en los ojos porque no dejamos de mirarnos, la tomo de la nuca y la beso, primero me responde de manera torpe pero poco a poco se va adaptando hasta que su lengua sale al encuentro de la mía.
Abre más las piernas y me encierra con ellas para luego colocar sus manos en mi cuello, me gusta porque es ruda igual que yo que no me ando con delicadezas a la hora de follar. La cargo y la siento en el mesón para que esté más a mi altura sin dejar de comernos la boca como unos salvajes haciendo que me prenda de una manera que ninguna ha logrado hasta ahora. Me separo de su boca y le quito esa puta camiseta que no me deja ver lo que tanto quiero.
Le miro los senos y son perfectos pero ella se cohíbe tratando de taparse porque lo que me le voy encima a besarla de nuevo mientras toco sus pechos. Morgan me aleja de un momento a otro y se pone la camisa de manera rápida, cuando voy a reclamarle porque lo hizo me doy cuenta que Darya está en la entrada de la cocina roja de vergüenza disculpándose por interrumpir.
-Lo siento, disculpen la interrupción, no sabía que estaban aquí. -habla la mujer y salgo de la cocina furioso.
Estaba tan absorto tocando y besando a Morgan que no me di cuenta lo que sucedía a mi alrededor.
«Esta mierda no puede volver a pasar.»
-Yura. -escucho que me llama pero la ignoro y sigo mi camino.- Yura espérate.
Camina más rápido y se para delante de mí haciéndome detener, respira acelerada y tiene los labios hinchados.
-¿Qué pasa? ¿Por qué estás molesto?.
-Por lo que hice, yo no puedo estar perdiendo el tiempo con niñas como tú. -le suelto y aprieta los labios cuando le digo niña.
-¿Ahora soy una niña? Hace un momento cuando me besaste no era ninguna niña. -habla con rabia.
-Siempre lo haz sido solo me descontrole por un momento, tienes una buena delantera y eso le pone la verga dura a cualquiera. -le contesto furioso conmigo mismo.