Morgan
Me despierto y no sé por cuánto tiempo dormí, sonara loco pero desde que estoy "secuestrada" duermo un poco mejor aunque sigo teniendo pesadillas pero cómo iba a dormir bien en casa si tengo a mi torturador durmiendo en el mismo piso que yo, acechándome y viendo el momento oportuno para lastimarme.
Me levanto y voy al baño a lavarme la cara para terminar de despertarme, cuando termino voy a la cocina por un vaso con agua y algo de comer porque no he comido en todo el día.
-Rubia. -Me llama Sergey que está en el salón y se levanta.
Agarro un tazón con fresas y me siento en el taburete para comerlas en la barra de la cocina.
-¿Por qué te encerraste? -vuelve hablarme.
-Quería estar sola. -contesto y meto una fresa en mi boca.
-Si fue por lo que dij…
No lo dejo terminar.
-No tranquilo, no fue por lo que me dijiste. ¿A quién le va a molestar que le recuerden que es rehén de unas personas no muy buenas por culpa de su maldito hermano? -le suelto rabiosa de manera sarcástica- Me puedes seguir recordando porqué estoy en este lugar y no puedo irme.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
»Yo no tengo la culpa de lo que hizo Dante, ni siquiera conocía a Katerina pero si hubiera podido evitar lo que le pasó lo hubiera hecho con los ojos cerrados porque nadie merece que se impongan a la fuerza y no poder defenderse, es lo peor que te puede pasar -sonrío con tristeza recordando- que luches con todas tus fuerzas y al final tanta lucha sea inútil.
Dejo el tazón de fresas y me voy a la habitación, me encierro de nuevo y no salgo más hasta el otro día.
≈ • ≈ • ≈ • ≈ • ≈
Me despierto temprano, aplico la pomada a mi pequeño tatuaje y salgo después de alistarme, entro a la cocina encontrándome a María organizando unas cosas y a Sergey desayunando al lado de lo que imagino es mi desayuno.
-Buenos días. -digo y ambos me contestan.
Empiezo a comer porque tengo mucha hambre y Sergey voltea a mirarme.
-Rubia, lo que dije ayer fue…
Lo interrumpo.
-Ya olvídalo grandulón, no dijiste mentiras. -respondo empezando a desayunar.
-Tienes razón pero estuvo fuera de lugar, mi comportamiento no fue el mejor.
-Eso es cierto pero ya dejemos el tema, hoy es un nuevo día.
Terminamos el desayuno en silencio y cuando me levanto para ir a mi habitación Sergey se atraviesa obstaculizando mi camino.
-¿Quieres nadar un rato o tomar el sol?. Tenemos una piscina en la azotea. -me pregunta.
Aunque no lo diga sé que es su manera de disculparse.
-¿Vienes conmigo? Aunque no tengo traje de baño. -le informo.
-Espera y te consigo uno, no quiero que Yura me saque los ojos.
-¿Y por qué tendría ese idiota que hacerte algo? -pregunto con curiosidad.
-Olvídalo, cosas mías. -me dice y se pone el teléfono en la oreja.
Me voy a la habitación y enciendo la tele pasando los canales pero vuelvo a apagarla porque no encuentro nada que me interese o entienda. Salgo al balcón a mirar el paisaje y aún se me hace muy loco que en la noche no oscurezca en esta época del año. Escucho que tocan la puerta y veo a Sergey entrar con algo en la mano.
-Toma. -me entrega la bolsita con el logo de una tienda- En diez minutos nos vemos en el salón.
Sale y me apresuro a cambiarme pero cuando veo el traje de baño me doy cuenta que es un bikini color turquesa con una panty de corte alto y brasier sin tirantes.
«Estos hombres no conocen los trajes de baño enteros.»
Me lo pongo y no me veo nada mal pero todas mis cicatrices quedan a la vista y aunque ya las he mostrado no me siento totalmente cómoda pero de verdad quiero bañarme en la piscina y hacer que no sea pensar en mi patética situación. Cuando salgo veo a Sergey con un zunga de color negro que le queda muy pero muy bien.
«Que gran cuerpo el del Grandulón.»
-Vamos, rubia. -suelta camina hacia la puerta.
-¿Vas a salir así? Alguien puede verte. -le digo siguiéndolo.
-Pues que disfruten porque me veo muy bien además no voy a ponerme un abrigo para ir a la piscina de arriba. -habla y me deja en pleno salón cuando sale del apartamento.
Camino para alcanzarlo y me agarro fuerte la toalla para que no se caiga. Llegamos a la piscina que está desierta así que la tenemos solo para nosotros, me preparo para soltarme la toalla pero Sergey no me deja y me la quita como hizo con la cobija hace unos días.
-Qué delicado. -le reclamo.
-Es que no te apresuras. ¿Vas a pasar un fax primero para pedir permiso y poder quitarte la toalla?.
Toma mi mano para acercarme al borde y sin anestesia me lanza al agua.
«Seguro caí con mucho estilo.»
La temperatura del agua está deliciosa y cuando salgo a la superficie veo a la montaña de músculos lanzarse al agua, nada muy rápido y cuando me doy cuenta me jala por los pies para hundirme.
-¡Idiota! -digo cuando salgo a la superficie tosiendo.
«Me hizo tragar un montón de agua.»
Se ríe de mí y me doy cuenta que es la primera vez que lo veo soltar una carcajada tan auténtica y eso lo hace ver muy bien hasta que le lanzo un montón de agua que lo hace ahogarse y ahora quien ríe soy yo, haciéndolo con ganas y no recuerdo cuándo fue la última vez que me reí así o si alguna vez lo había hecho en mi vida.
Pasamos un buen rato jugando como niños y riéndonos a cada nada hasta que Sergey debe irse porque debe hacer unas cosas y yo me quedo tomando un poco de sol sentada en el borde de la piscina con las piernas en el agua, veo mi tatuaje y no puedo creer que tenga más de un día con él en mi cuerpo.
«Me siento tan bien en este momento.»
Cuando me levanto y doy la vuelta para ir hacia las tumbonas veo a Nilokai parado al lado de estas mirándome con una caja en las manos.
-Hola fiera. -me saluda serio.
-Hola.
-Yo… te traje algo. -habla dudoso.