Morgan
Me quitan la cobija de golpe haciendo que me despierte, veo a Sergey sonriendo por lo que hizo.
-Te quiero en el comedor en diez minutos lista para entrenar. -ordena y camina hacia la puerta- Si te quedas dormida y me haces esperar más de diez minutos vendré a despertarte con un poco de agua helada, así que apresúrate. Ah, se me olvidaba, buenos días.
Sale de la habitación y me muevo al baño rápidamente porque no quiero averiguar si cumplirá lo que me dijo. Llego al comedor y solo está Sergey en la mesa.
-Bien hecho, Rubia. Siéntate y empieza a comer.
-Gracias, no quería averiguar lo del agua helada. -respondo y me siento a su lado.
Trato de ver su reloj y me fijo en la hora, son las cuatro de la madrugada. Desayunamos en silencio y luego caminamos un rato para digerir la comida para poder empezar con el calentamiento y posteriormente con el ejercicio.
-Grandulón, déjame vivir. -suplico no sé cuántas horas después de empezar con un montón de ejercicios para mejorar mi resistencia- Creo que ya no quiero morir tan jóven.
-No seas exagerada, solo son las siete de la mañana.
Estoy sudada, despeinada y adolorida después de la rutina de tortura de este hombre.
-Para mí cada hora fue como un día. -contesto y me acuesto en el césped.
-Levántate, Yura viene a practicar contigo. -ordena y me levanto de inmediato.
Lo veo venir hacia mí con ropa negra de deporte y su típico semblante serio.
-Practicaremos con esto. -me entrega una daga de mango negro con piedritas azules aunque seguro que no son simples piedritas sino zafiros, creo.
Sergey sonríe y Yura lo mira con ganas de matarlo.
-Lárgate. -le ordena y este obedece sin perder la sonrisa pícara- Sostenla con esta mano.
-Pero yo…
-Con esta mano. -la sujeta cuando intento cambiarla- Las armas han desplazado mucho lo que es para mí un arte y es pelear con un arma blanca, en mi opinión disfruto más de matar con mi daga a pegarles un tiro en la frente.
Trago grueso por sus palabras.
-¿Quieres que me haga pipí? -pregunto en broma por sus palabras anteriores.
-No, cuando lo haga no será provocado por una daga. -responde dándome una sonrisa que nunca le había visto.
Asiento un poco temerosa por sus palabras y pongo de nuevo mi atención en la daga. Me explica cómo debo sostenerla, la postura que tengo que tomar en caso de un combate cuerpo a cuerpo con esta arma.
-La daga es una sorpresa que no puedes revelar apresuradamente, debes actuar rápido cuando la utilices, de manera que tú oponente se de cuenta que hay un arma blanca en el combate -lo miro atenta- cuando ya la tenga clavada en la yugular o el corazón. El ataque debe ser fuerte y certero en caso de estar en aprietos para que la muerte de tu oponente sea rápida pero si te estás divirtiendo mientras más lenta sea la puñalada más torturaras a tu presa.
Sé que no estoy con gente buena, la muerte de Kai a manos de Yura fue algo que me llenó de satisfacción porque quería hacerme daño pero que me hable de esta manera me abre un poco más los ojos sobre lo que son capaces de hacer, Nikolai me dijo que podían matarme si no les era útil y a juzgar por como habla no dudo que pueda pasar.
-¿Me estás entendiendo? -pregunta y asiento lo que hace que se me venga encima.
Lanza un golpe que esquivo y barre mis pies mandándome al piso, me levanto alejándome y evalúa mi postura.
-Defiendete como sea porque no siempre peleas en igualdad de condiciones. Tienes que estar alerta y anticipar los movimientos. -habla y se viene encima lanzando el puño que vuelvo a esquivar de nuevo pero me escabullo rápidamente, intenta tomarme del cabello pero soy rápida en agacharme y le doy un golpe en el abdomen.
-Lo siento. -me disculpo por pegarle.
-No te disculpes, se supone que estamos en combate o te vas a disculpar con el que quiera matarte si lo golpeas. -me toma del cuello- Suéltate.
Intento patearlo pero me esquiva así que tomo su muñeca e intento torcerla haciendo que me suelte y lo derribo pegándole un cabezazo en el abdomen aunque se que solo es una caricia para él, sin embargo lo empujo con fuerza haciendo que ambos rodemos por el césped y queda encima de mí.
-Debes seguir entrenando, no eres mala pero quiero que seas la mejor, necesito que te dediques al entrenamiento. -suelta y se acuesta a mi lado sin tocarme- Sergey es muy bueno con el combate cuerpo a cuerpo y las armas así que haz lo que te dice.
-Sé disparar y doy buenos ganchos. -contesto con la respiración agitada.
-Y bofetadas fuertes.
Sonrío por sus palabras.
-Te la mererías por comportarte como idiota. -contesto y me levanto- ¿Ya terminamos?
-No pero puedes irte, necesitas una ducha urgentemente. -me mira de arriba abajo a la vez que se levanta quedando frente a mí.
Pongo los ojos en blanco.
-¿Puedo preguntarte algo? -asiente- De verdad necesito saberlo. ¿Me dejarás libre en algún momento?
Me acaricia la mejilla y me mira fijamente.
-Si, serás libre pero siempre estarás atada a mí. -declara sumiéndome en esa mirada que parece cristalina.
Lo miro confundida y agarra su daga del piso para encaminarse hacia la mansión.
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Rato después entro a la casa y veo a Nik con el trago en la mano.
-¿De nuevo estás bebiendo? No son ni las diez de la mañana. -le reclamo y se ríe con burla.
-Te estás creyendo el papel de esposa pero te informo que eso es delante de la gente así que vete porque no estoy de humor. -me habla y se empina el trago.
Respiro profundo porque su estúpido comportamiento me está hartando.
-Escúchame bien Nikolai, si tanto te molestaba la idea de casarte conmigo te hubieras negado. -digo lo más calmada que puedo.
-Tengo que obedecer las órdenes de mi Pakhan, nadie lo desobedece. -contesta como si yo fuera tonta.
-¡Pues te jodes, imbécil! -le grito- Si no tuviste los pantalones suficientes para refutar la orden entonces asume que estamos casados nos guste o no, así que deja tu actitud de niñito berrinchudo y basta ya de tratarme como si yo tuviera la culpa de la genial idea de tu Pakhan.