Mi imperio romano es esta necesidad
de querer escribir poesía ,
de intentar poner en palabras todo lo que me habita,
lo que permanece invisible .
Pero algo me detiene,
un temor silente a que los demás lean
aquello que no digo.
Porque escribir, es abrir puertas,
y al hacerlo, quien mira puede entrar,
ver como funciona mi cabeza,
como late mi espíritu,
y qué es lo que me hace ser.
Me aterra esa cercanía,
que descubran el por qué callo y el porqué de mis grietas.
¿Qué pasa si todo lo que soy se revela en un verso
y ya no tengo secretos?
Entonces, no temo a escribir, temo a que me lean,
y que, al leerme, sean capaces de verme tal como soy.