He visto a los heridos caminar,
como sombras que sonríen al paso,
sosteniendo fragmentos de su pena,
y aun así, con sus manos llenas de bondad.
No es verdad que quienes se quiebran solo hieren.
Los he visto, cargados de ausencias,
alzarse para ofrecerte un refugio,
como quien comprende el peso del abismo,
y te impulsa con una ternura inesperada.
Hay algo en su mirada,
como si hubieran atravesado todos los inviernos,
y aún así te rodean,
te ceden un rincón en su lucha sin exigencias.
Es esa gente, que , marcada por el dolor,
te tiende su único abrigo,
como quien comparte el último vestigio de calor,
para que sigas andando,
para que no te pierdas en el sendero.