¿Por qué buscamos precipicios,
cuando el suelo ya tiembla de incertidumbre?
¿Por qué perseguimos lo que promete salvarnos aunque nos devore?
Aquí estoy, con hambre en el pecho
y algo que arde sin iluminar.
El alma, cansada de esperar respuestas,
se sacude como un pájaro herido,
como un secreto que nadie escucha.
Rómpeme,
has de mi nombre una brisa leve,
déjalo perderse lejos de este tormento.
He aprendido las lenguas antiguas de mis espectros,
me enseñaron que la ausencia no se llena,
solo se sobrevive.
Avanzo porque algo insiste,
porque resistir es un pacto mudo,
que firmo conmigo cada noche.
No merezco este invierno — Nadie lo merece —
Pero sigo,
esperando que el olvido borre mi rastro,
que la búsqueda del calor
nunca termine .