Te amaría incluso en la nada,
si después de todo solo quedara el polvo
de lo que fui,
disperso en el tiempo, sin nombre ni memoria.
Sería una partícula errante
en la vasta quietud del universo,
y aun sin cuerpo ni voz,
mi amor por ti seguiría intacto, vagando eterno,
como la última certeza en un mundo sin horas.
Te amaría más allá de las formas,
de los días,
de este breve tránsito,
de lo fugaz que somos.
Te amaría sin manos para tocarte,
sin labios para nombrarte,
como un susurro remoto en el eco del cosmos.
Y si algún rincón del viento
te llevara una chispa de mi amor,
sabrías que, incluso en la nada,
te seguiría esperando.