el sufrimiento se disfraza de desdén,
se viste de frío y camina entre sombras.
a veces es hielo que arde,
otras, queda suspendido en el aire,
como un grito que no se pronuncia,
una palabra sin salida.
Lo cubrimos con risas que se quiebran,
con frases que se desvanecen
sin dejar huella.
pero sigue allí,
invisible, esperando en rincones olvidados,
aguardando el momento
en que caigan las máscaras.
Es extraño cómo evitamos mirarlo,
temerosos de vernos reflejados en él,
atrapados en su sombra.
Lo ahogamos con ausencias,
lo ocultamos bajo promesas vacías.
Pero el sufrimiento no se va.
Siempre regresa,
porque no sabe habitar otra piel.