Rex Heaton

Capítulo 5: Rex

Observo el paisaje y respiro el aire puro y fresco de la ciudad. Esto es muy diferente a la vista de la ciudad que tengo desde mi departamento en Puerto Madero, Capital Federal, donde veo edificios, el río y el puente de la mujer. Aunque no suelo prestar atención al paisaje, pues desayuno rápido, si es que no arranco trabajando y en mi oficina no presto atención a la vista. Suelo preferir el silencio.

Ahora tendré que quedarme seis meses en esta ciudad, una de la que quise huir desde que comencé a ser consciente de lo que pasaba a mi alrededor, prometiendo no regresar.

No pensé que mis socios estuvieran dispuestos a hacerse cargo de todo mientras estoy fuera. Dijeron que podía tomarme licencia por todos los años que no me fui de vacaciones. Mientras ellos se iban de vacaciones con su familia o realizaban algún viaje de placer, yo me quedaba trabajando.

Prometí ayudar con casos y apoyar con investigaciones porque no puedo estar sin hacer nada. Además, es mi estudio jurídico también y no me gusta cobrar sin aportar.

Rodeo la cabaña para verla mejor. Admito que Willa y Cian tomaron una buena decisión en alquilarla porque queda cerca del centro, sin ser demasiado cerca para evitar los ruidos, si bien no es algo que me moleste luego de vivir en una ciudad grande y ruidosa.

No tengo idea si podremos vivir los tres juntos aquí, pero estoy dispuesto a intentarlo. No sé si podamos recuperar la relación de hermanos, si es que alguna vez la tuvimos, pero tenemos un pasado en común y objetivo futuro en común.

A pesar de que Cian es mi hermano mellizo, somos muy diferentes y nunca fuimos muy cercanos. En cambio, Willa y él sí por tener más cosas en común y personalidades más parecidas, aunque ambos han cambiado bastante. Willa se ve más segura y más loca que como la recuerdo y Cian está un poco apagado, no he visto al hermano bromista que le gustaba tomarles el pelo a las personas. Supongo que sus experiencias en la vida han forjado su carácter, en especial el divorcio de Cian, pues parecía enamorado de su esposa.

En fin, así es la vida.

Quizás cuando el tiempo pase y vendamos el terreno, los tres regresemos a nuestras vidas en diferentes partes del mundo y volvamos a perder el contacto. Nunca se sabe.

Camino por el sendero que conecta con las otras cabañas y me detengo al darme cuenta que acabo de meter el pie en un charco y me salpicó todo.

—Maldición.

—No se debe maldecir.

Volteo la cabeza y me encuentro con una niña pequeña de cabello castaño sentada en los escalones de madera.

—A veces es necesario y sale sin pensar. —musito.

Arruga la nariz.

—Mami dice lo mismo—ríe—. Ella dice malas palabras a veces porque es adulta y yo no puedo porque soy pequeña. Se enoja cuando las digo y me pide que me tape los oídos cuando ella las dice.

Sonrío.

—Usualmente, las madres tienen razón.

—Las mamis siempre tienen razón. La mía dice que me reta por mi bien y porque me quiere.

—Supongo que es así.

No lo sé, pienso. Mi madre jamás nos retaba a mis hermanos y a mí. Ella vivía para nuestro padre y este para maltratarnos. Él si nos retaba por cualquier cosa.

—¿Eres un hospedado?

—Huésped.

Hace una mueca arrugando la nariz.

—Hay no, no me corrijas tú también. Odio cuando me corrigen las palabras, aunque sé que es para que aprenda—se levanta y extiende la mano hacia mí—. Soy Valentina, pero los que me caen bien pueden decirme Vale o Val. —sonrío sin poder evitarlo.

La niña es inteligente y realista, así que tomo su delicada mano y se la estrecho.

—¿Tus padres no te dijeron que no es bueno hablar con extraños?

—Mami me lo dice siempre, pero estoy en mi casa y tú eres un hospedado… huésped—se corrige—. ¿Cómo te llamas?

Suelto la mano.

—Rex y me quedo en la cabaña de atrás con mis dos hermanos.

Ella sonríe.

—¿Rex como el dinosaurio rex?

—Sí, así es.

—¿Tu mami era fan de los dinos? Mi mami me puso Valentina por mi abuela que está en el cielo…. Oh, Willa y Cian son tus hermanos. —sonríe.

—¿Los conoces?

Asiente.

—Mami y yo le mostamos la cabaña anoche. Son divertidos. Ayer hice llorar a un niño y Willa me felicitó. —cuenta demostrando orgullo.

Cruzo los brazos sobre el pecho.

—¿Mi hermana te felicitó?

—Sí, porque el niño era un machista tonto igual que mi papá y mami me dijo que no debemos dejar que nos traten mal por tener aginas.

—¿Por tener qué?

—Agina. Lo que las mujeres y las niñas tenemos y los hombres no.

—Agi… Oh, ya entendí—genial, una niña acaba de ponerme incómodo. ¿Debería corregirle? No, ya dijo que no le gusta—. ¿Tu padre es un machista tonto?

Se encoge de hombros.




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