Rex Heaton

Capítulo 10: Rex

—¿Por qué quisiste cortar leña si solo hay que pedírsela a dueña? —le pregunto a Cian al verlo trabajar con el hacha.

Mi hermano exhala un suspiro.

—Un poco de trabajo manual es bueno—enarco una ceja—. No hablo de ese trabajo manual, aunque también es bueno cuando tienes la mujer correcta en la mente.

Levanta el hacha y parte un tronco en dos. Es algo que nuestro progenitor nos enseñó porque no había dinero para comprar los troncos ya cortados, teníamos que hacerlo nosotros mismos y solo nos enseñó para él evitarse el trabajo.

De repente me dan ganas de cortar troncos.

—Tal vez no sea mala idea.

—¿Quieres intentarlo o temes arruinarte la manicura?

Le enseño el dedo de corazón y él me saca la lengua.

—Idiota.

—Tarado.

Y nos reímos porque, por un momento, sentí como si el tiempo volvía atrás.

Si pudiera regresar el tiempo atrás, no me habría ido como lo hice, me habría quedado con Cian para ayudar a proteger a Willa y luego habría seguido mi camino no perdiendo contacto con mis hermanos. Si hubiera hecho eso, sabría el motivo por el que Cian se divorció y por qué no quiere hablar de su ex, indicando que no todo terminó bien, como dijo al principio. También sabría cosas de Willa, como que fue acosada por el padre de un estudiante y se quedó sin trabajo por ponerlo en su lugar.

He sido un terrible hermano y lo digo porque ellos intentaron mantener el contacto conmigo, pero yo siempre estaba demasiado ocupado para atenderlos. Quizás buscaba la forma de estar ocupado porque hablar con ellos, era como regresar al pasado que odiaba y del que no quería saber nada.

Cuando mamá murió, me enteré por Willa, quien dijo que no viajaría para el funeral porque estaba en Europa y no podía dejar todo. Fue ella quien me informó que Cian tampoco viajaría, aunque no supe el motivo. Willa no lo dijo y yo no pregunté.

—¿Has visitado la tumba de mamá?

Cian deja el hacha y se pone a apilar los troncos, decido ayudarlo para decir que hice algo.

—No. ¿Por qué iría?

—No sé. Tú eras el que sentía pena por mamá. Ni siquiera Willa por ser mujer la sentía.

Se encoge de hombros.

—Dejé de sentir pena por ella cuando papá abofeteó a Willa y mamá no hizo nada.

Dejo el tronco con fuerza y alzo la mirada.

—¿Cuándo fue eso? No recuerdo que la haya golpeado, sí que lo intentara cuando se pasaba de alcohol y ella lo desafiaba, pero no que la golpeara.

—Unos meses después de que te fueras. Willa explotó y le dijo cosas que no le gustaron, yo las escuché de afuera mientras fumaba y entré justo en el momento cuando le golpeaba el rostro. Iba a golpearla de nuevo y lo detuve. Para ese entonces yo tenía más fuerza y él estaba algo ebrio. Se fue enojado diciendo maldiciones. Mamá todo el tiempo ahí sin hacer nada. Cuando la confronté, me dijo que no podía hacer nada.

—La hubiera golpeado a ella también.

—¿Y qué? ¿No se supone que un padre debe soportar eso por un hijo? Ella tendría que haberse largado y llevado con ella cuando éramos pequeños, en lugar de eso, se quedó, le perdonó todo, se dejó manipular y no le importamos. ¿Por qué debería seguir sintiendo pena e ir a despedirla cuando su cuerpo está sin vida y su alma se fue al infierno?

Es la primera vez que escucho a Cian hablar así, con tanto odio y rudeza. Yo suelo ser así, él no. Él es paz, positivismo y viendo el lado bueno de todo, o al menos era. Está claro que cambió y no sé si se deba a nuestro pasado o debido a su matrimonio, de cual no quiere hablar.

—No te culpo. Una parte mía dice que no deberíamos juzgarla porque no sabemos que tanto se dejó manipular por el imbécil ese, pero otra parte, no puede sentir pena y justificarla.

Él asiente.

—Cambiando de tema, ¿qué onda con Lola?

—¿Qué onda de qué?

Ríe.

—No te hagas el idiota que el papel no te queda. Willa me comentó que te gusta y estuvieron solos cuando fueron a comprar y luego de la cena, sin pasar por alto que durante la cena se echaban miradas cuando el otro no veía.

Tomo asiento en un banco de madera y exhalo un suspiro.

Lola me tiene con la mente en otra dimensión. La deseo y no he recibido respuesta de ella desde hace dos días cuando le dije sobre mi propuesta. Tampoco he visto a su hija y hubiera ido a preguntar si están bien si Willa no me hubiera contado que se iba con Lola para ver lo del trabajo y tenía que darse prisa porque Lola iba a llegar tarde para llevar a su hija a la escuela.

Mi hermano sigue esperando una respuesta y le cuento al no tener más alternativa, pues prefiero hablar de esto con él y no con Willa.

—La pelota está en su cancha.

Ríe.

—No creo que acepte. Ella necesita un esposo y un padre para su hija, no un hombre con quien tener una aventura.

—No se mostró negativa y respondió muy bien a mis besos.




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