Rex Heaton

Capítulo 12: Rex

Escucho a Lola leerle un cuento a Valentina y sonrío. Le está leyendo uno sobre un pato negro que es discriminado por los patos blancos y amarillos. Lola hace los sonidos haciendo reír a su hija y le dice que no debe discriminar a nadie por ser diferente. Valentina lo comprende porque menciona que eso está mal y promete no ser como los patos malos.

Durante la cena Valentina me contó sobre sus compañeros, de que su curso es muy unido y la maestra es muy buena. Le gusta ir a la escuela y aprender cosas. Descubrí que ella tiene problemas cuando dice lo que piensa y no lo expresa con delicadeza, logrando que otros niños se ofendan. Comentó que una niña tenía un moco en la nariz y ella le dio una servilleta para que se limpiara diciendole que lo tenía, lo dijo en voz alta sin darse cuenta que otros niños escuharon y terminaron riéndose. Lo bueno es que ella pidió perdón.

Willa era así y creo que lo sigue siendo. Yo pienso que es bueno, aunque a veces haya que tener un poco de tacto. No me parece mal porque no lo dicen con malas intenciones.

Lola es una buena madre. Le habla con la verdad a su hija y no crea fantasías tontas que luego bloquean la resolución de problemas en la vida real. Además, la niña es muy inteligente y curiosa.

¿Cómo habrían sido las cosas si mis hermanos y yo hubiéramos tenido una madre como Lola? Una madre que se preocupa por sus hijos y que los prioriza por encima de quien sea.

Tomo asiento en el sofá y leo los mensajes de mis hermanos. A Willa se le ocurrió la idea de hacer un grupo para los tres para estar mejor comunicados. Me salí del grupo apenas me añadió y me volvió a agregar diciendo que no volviera a salir o me torturaría por mensaje privado, incluso si se me ocurría bloquearla. Willa es capaz de eso, así que no me quedó otra opción.

Willa: Seguramente está con Lola.

Cian: No voy a discutir eso. ¿Quién cocina?

Willa: Yo no. ¿Qué tiene que ver Rex con eso? Él es experto en quemar el agua igual que yo.

Cian: Haré unos sándwiches.

Rex: ¿Por qué hablan por el grupo y no en persona?

Cian: ¿Ya acabaste? ¿Tan poco duras en la cama?

Willa: De seguro no empezó porque está Valentina con Lola. Y hablamos así porque Cian se mete en su cueva y me ignora.

Cian: Estoy en la cocina preparando sándwiches mientras tú estás dándote un baño de burbujas.

Willa: No es de burbujas, es de sales.

Cian: Ven si quieres comer. ¿Te unes, Rex?

Me río.

Willa: Voy.

Willa: Creo que él prefiere comer a Lola antes que tus sándwiches.

Cian: Bien porque no te hice ninguno, Rex. Eres muy exquisito.

Rex: No soy exquisito.

Cian: Que el sándwich no tenga corteza, que no comes mayonesa, que el jamón debe ser natural y el queso de tal marca. Eso es ser exquisito.

Willa: Es cierto. Hasta comes sal rosa y no la normal. Yo como lo que sea mientras no esté vencido.

Me río a pesar de que Cian me está insultando, o resaltando como soy. No puedo llevarla la contraria porque soy así. Cuido mucho mi alimentación y me gusta comer sano y productos de buena calidad. Si es orgánico, mejor.

Cian: Rex, disfruta a Lola. Nosotros los sándwiches con corteza y mucha mayonesa.

—¿Cómo me vas a disfrutar?

Me sobresalto en el sofá y logro agarrar el teléfono antes que se caiga al suelo. Volteo hacia Lola, quien me mira con una sonrisa en su rostro y mirada inquietante y analítica.

¿Leyó mi conversación con mis hermanos? Bueno, no hay nada que ocultar. Ella sabe que deseo acostarme con ella, así que da igual.

Sonrío.

—Creo que sabes bien como podría disfrutarte. Como tú podrías disfrutarme también.

Ella ríe.

—¿Me permites? —me quita el celular antes de poder decir algo y me asomo para ver que está escribiendo.

Rex: No me esperen despiertos. Voy a dejar que Lola se aproveche de mí. Los veo en el desayuno.

Willa: Eso, semental.

Cian: Esa respuesta no sonó como Rex.

Willa: La pasión y el amor te hacen decir estupideces.

Le quito el celular a Lola y lo guardo.

—¿Así que te vas a aprovechar de mí?

Ella se encoge de hombros.

—Te deseo, tú me deseas y somos adultos tomando decisiones. Luego de analizarlo, me di cuenta de que no tiene mucho sentido seguir huyendo, así que, decidí romper mi ayuno de sexo y de hombres contigo. Por lo menos eres guapo y has sido claro en lo que quieres, que es mucho más de lo que puedo decir de muchos hombres.

Rodea el escritorio hasta quedar frente a mí.

Miro hacia la habitación de Valentina.

—¿Y Val?




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