Rex Heaton

Capítulo 22: Lola

Relleno la taza de café del cliente que está discutiendo con alguien por teléfono y regreso a la barra a ayudar a Jemima a terminar de rellenar los saleros y acomodar los menús.

—Entonces, saliste con el profesor y terminaste en tu cama con el abogado—suspira—. Yo en mi casa acurrucada con mi gato llorando por el final de una película romántica cliché.

Río.

—No es para tanto. La cita con Eduardo no estuvo mal. Él estaba algo nervioso y tiró la copa de vino distraídamente y se llevó una silla por delante—río—. Él estaba avergonzado y a mí me pareció tierno. Es un buen hombre.

—No te mueve como lo hace Rex.

—No lo sé, porque no estuve con Eduardo, ni siquiera nos dimos un beso.

—Bésalo. Un beso es importante porque dice todo. E imagino que Rex besa muy bien o no te habrías acostado con él.

Es cierto, Rex besa increíble y mueve mi universo entero. Sabe lo que hace en la cama y parezco multiorgásmica con él y sé que no lo soy porque no me pasó antes con ningún otro hombre, o tal vez ninguno supo darme un orgasmo tras el otro.

Eduardo también podría complacerme en la cama.

—El problema es que él no quiere nada serio y se irá en unos meses cuando arregle la cuestión de la herencia.

Cierro los saleros y los acomodo en el estante.

—¿Te irías con él a Buenos Aires si te lo pidiera?

—¿De qué hablas?

—No sé. Tal vez al final se enamore de ti y te pida que Valentina y tú vayan con él. ¿Irías? —agarra la bandeja—. Ya llegó mi cliente habitual favorito. Ahora vuelvo.

Mi amiga se va a atender a un guía de turismo que viene a almorzar casi todos los días. A ella le encanta coquetear con él, aunque él no parece interesado en ella.

Me quedo pensando en lo que mencionó.

No creo que Rex llegue a amarme, pienso que la relación de sus padres lo marcó mucho y la única forma en que podría cambiar eso sería aceptar esa realidad e ir a terapia. Sin embargo, no puedo sugerirle nada porque no se lo tomaría bien. Todo lo relacionado con su familia lo afecta y dudo que quiera ir a terapia o ya habría ido.

La noche anterior llegué a la conclusión de que Rex no está preparado para una relación. Tiene miedo e inseguridades que no se pueden cambiar al menos que él esté dispuesto.

No estoy segura de si sería capaz de mudarme a Buenos Aires con mi hija para estar con él. No me gustan las ciudades grandes por más que haya más oportunidades.

No debería estar pensando en eso. Rex no es un hombre para mí. Ya estuve con alguien esperando que se enamorara de mí y me eligiera. Incluso estuve a punto de irme, de abandonar todo por él cuando supe que estaba embarazada y terminé con el corazón roto y pasando sola un embarazo. Por suerte, no llegué a irme.

No, definitivamente lo mejor es que corte todo tipo de relación con él y me enfoque en conocer a Eduardo. Él no tiene traumas pasados, vive aquí y le gusta. Él busca una relación y adora a Valentina.

Es verdad que Eduardo no me mueve el piso como Rex, pero tengo confianza en que eso cambiará una vez que él se relaje y nos conozcamos más.

La vibración de mi celular en el bolsillo de mi chaqueta me avisa que llegó un nuevo mensaje. La gerente está encerrada en la oficina haciendo cuentas, así que no anda haciéndonos parir. Aun así, hay cámaras y no quiero darles excusas para que me despidan. La aspirante a jefa está buscando cualquier excusa o desliz para echarme y no puedo darle el gusto. Además, necesito el dinero.

Jemina llega diciendo que no es posible que el guapo guía no le haga caso, pues está segura de que es soltero y no es gay. Su ego no le permite aceptar que a él, posiblemente, no le gusten las rubias guapas de grandes curvas. Ignoro su comentario para avisarle que voy al baño y ella asiente. Tengo que estar al pendiente de mi hija.

Saco el celular en el baño y sonrío al ver que es del mecánico.

Tyron mecánico: El auto está listo. Puedes pasar a buscarlo en la tarde. Te envié la factura a tu correo, pero aquí está por las dudas.

Genial, más cuentas para pagar. Al final el auto está saliendo más caro que cualquier otra cosa. Al menos el mecánico es amable y considerado con mi situación. Ventaja de conocerlo desde casi toda mi vida.

Lola: Gracias, Ty. Lo recogeré cuando salga del trabajo.

Él no responde, como siempre. Es un hombre de pocas palabras cuando se trata de llamadas y mensajes.

Guardo el celular y regreso a mi trabajo, intentando enfocarme en servir mesas, limpiarlas y sonreír para recibir propinas.

La gerente decide asomar justo cuando mi turno está terminando y suspiro aliviada. Jemima no tiene tanta suerte, aún le quedan dos horas para acabar su turno. Le deseo suerte y voy a mi casillero por mis cosas.

Cruzo la cartera por mi cuerpo al mismo momento en que Jemima me avisa que Valentina está esperándome. Miro la hora con el ceño fruncido. Falta una hora para su salida de la escuela.

Me apresuro a llegar adelante y encuentro a mi hija charlando con Willa. Esas dos se han unido mucho y espero que mi hija no sufra cuando ella se vaya.




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