—Lola, ya te dije…
—No me importa, Tyron. Sabes que no me gusta deberle nada a nadie y me has hecho muchos favores. Toma el dinero y deja de molestar.
Él sonríe y guarda el sobre en el bolsillo de su pantalón, resignado a seguir peleando conmigo porque no daré mi brazo a torcer. Puedo aceptar ayuda cuando la necesito, pero no significa que me aproveche de la bondad de mis amigos. Solo aceptaría no devolverle el dinero si la vida de Valentina estuviera en riesgo, de lo contrario, mientras pueda, lo haré.
—Bien. Si necesitas…
—Lo sé. No te preocupes—él sonríe—. Hoy pareces estar de buen ánimo.
—Hablé con mi ex—deja de sonreír—. No me ha sentado bien hablar con ella, pero me dijo que ella y su esposo planean irse de viaje por Europa durante un mes y no quieren llevarse a Leo, así que me preguntó si tenía algún problema de quedarme con él.
Sonrío.
—E imagino que no.
—Claro que no. No me alcanza con verlo dos o tres veces por año teniendo que viajar San Martín de los Andes para estar con él. Las llamadas no son suficientes.
—Deberías pelear por la custodia. No es justo que tengas que verlo de esa manera. Tendría que poder verlo todos los meses y a veces ella tendría que viajar con él para traértelo ydejar que se quede contigo. El arreglo es una mierda.
—Y lo peor de todo es que no estoy seguro de que ella quiera al niño, sino que lo hace para molestarme a mí.
—Con más razón. Puedo hablar con Rex, él es abogado y podría ayudar o conoce a alguien que pueda.
Mi amigo pasa la mano por su cabello.
—¿Es tu hombre nuevo?
Ruedo los ojos.
—Estamos saliendo.
—Espero que sea un buen tipo y te merezca.
—Lo es y adora a Valentina.
—Bien porque mereces eso luego del imbécil de tu ex.
—No hablemos de cosas feas—reímos—. Te daré su número y puedes asesorarte directamente con él. Lo pondré al tanto por las dudas.
Asiente.
—Gracias.
—No entiendo por qué tu ex intentaría hacerte la vida imposible usando al niño. Ella fue quien te dejó y no hiciste nada malo.
—Cuando se casó conmigo, lo hizo con un esquiador profesional que viajaba por el mundo, tenía patrocinadores y dinero. Nunca me perdonó que dejara ese mundo para convertirme en un mecánico.
—No eres un muerto de hambre.
Réi.
—Para ella sí.
—Te hizo un favor. Merecías más, lo mereces.
—Estoy bien. Solo quiero dedicarme al trabajo y recuperar a mi hijo. Las mujeres no son de mi interés en este momento—enarco una ceja—. Los hombres tampoco.
Reímos.
Es una pena que la ex de Tyron sea tan zorra. No puedo creer que prefiriera un empresario frío y estirado que le comprara todo antes que un hombre amable, fiel y cariñoso como Tyron. Espero que algún día se dé cuenta de su error y se arrepienta. También deseo que mi amigo encuentre a una mujer que lo merezca y se interese en su persona y no sea superficial y materialista.
Reviso mi celular y sonrío por el mensaje de Tasha diciendo que está comiendo pasta y con eso se refiere a un hombre italiano, no a la comida. Le comento a Tyron y él ríe pidiendo que le envíe saludos.
—¿En qué anda Tasha?
—Terminando un proyecto en Canadá. En dos meses regresará a Ushuaia y se quedará un tiempo hasta definir que hará. No sabe si buscar otro proyecto en alguna otra parte o buscar uno aquí. Ella ama Ushuaia. Ya veremos.
Una pareja entra en el taller buscando al mecánico, me despido de Tyron dejándolo seguir con su trabajo y yo emprendo viaje de regreso a casa.
Sé que Valentina ha pasado el día haciendo senderismo con los hermanos Heaton y jugando juegos de mesa. Rex me mantuvo al tanto.
Willa me mandó un mensaje diciendo que se alegra de que me diera una oportunidad con su hermano porque no cree que haya mujer más perfecta para él que yo y le encanta la idea de tener una cuñada genial y una sobrina encantadora como mi hija.
Su mensaje me hizo sonreír, aunque no puedo verla como cuñada. Rex y yo estamos saliendo, conociéndonos, y no quiero apresurar nada.
Por lo menos hablé con Eduardo al salir del trabajo, le conté que no lo veía como algo más que un amigo y él comprendió. Me preguntó si tenía algo con el abogado recién llegado y le dije la verdad, que siento atracción por él y quería darme una oportunidad con él, pero antes debía dejar las cosas claras con él. No podía contarle que me acostaba con Rex y lo hice después de la primera cita con él. Eduardo supo comprender, agradeció la sinceridad y me deseó lo mejor.
Si pudiera pagar las deudas, podría aceptar la propuesta de Matilde y dejar el trabajo de camarera. Si sigo ahí es por la obra social y las propinas.
No me voy a desanimar. Siempre he visto el lado bueno de las cosas y eso no va a cambiar. Podría estar en peor situación y no es así. Hay personas que no tienen un techo sobre sus cabezas y no pueden darle de comer a sus hijos. Yo al menos puedo estar segura de que a mi hija no le falta nada.