Cian comenta que Maico Leguizamón es oriundo de Mendoza y su familia posee un viñedo de gran renombre en esa provincia. Es hijo único y apenas se integró al negocio familiar hace cuatro años, antes estuvo viajando por el mundo. Estudió administración de empresas en la Universidad de Buenos Aires y comenzó a viajar luego de graduarse.
En otras palabras, su familia está bien económicamente y él también. Pudo apoyar a Lola y a Valentina con dinero. Podía no haber querido ser padre, pero hubiese podido enviado dinero a Lola para asegurarse de que nada le faltara a su hija, y eligió no hacerlo.
La pregunta del millón: ¿por qué ahora está interesado en Valentina?
Tal vez el motivo es que es hijo único y quiere que su hija siga el legado familiar. Creo que ni sus padres saben que tienen una nieta. Sea lo que sea, a Lola le dará igual que su ex tenga dinero. No va a dejar que él se acerque a su hija. Si pudo sacarla adelante en el momento más complicado de su vida, podrá seguir así. Cuenta con mi apoyo y el de mis hermanos.
De momento sigue en la ciudad, no se ha ido y no tengo idea que planea, pero estaré alerta.
Lola ya habló en la escuela para que no permita que él se acerque a su hija y la directora y maestra la apoyaron.
La puerta de la oficina se abre y entra Willa con cara de enojo.
—Si voy a matar a alguien por ti, tendrá que ser u motivo de fuerza. —exclamo.
Rueda los ojos, se quita su bolso colgante y lo deja en el respaldo de la silla.
—Me acabo de enterar que apareció el padre de Valentina queriendo convertirse en padre. Tú no me dijiste nada. Me enteré en la escuela por Valentina—se cruza de brazos—. Espero estés haciendo algo.
—Claro que sí. Cálmate.
—No puedo. Ese imbécil abandonó a Lola en su peor momento y ella se esforzó por sacar a su hija adelante. No las merece.
Sonrío.
—Lo sé. No te preocupes, él perdió de sus derechos y no puede recuperarlos al menos que Lola esté dispuesta a darlos y no será así.
—Bien—deja caer los brazos al costado—. ¿Ya terminaste y podemos irnos?
—Dame un minuto.
—Iré al baño.
Le indico donde está y apago la computadora. Tomás se fue hace un momento para almorzar con un cliente y no tengo que esperarlo, así que agarro mis cosas.
En ese momento un hombre alto vestido con vaqueros viejos y camisa a cuadros entra en la oficina. Me observa un momento.
—El señor Ferrero salió.
—No lo busco a él, sino a Rex Heaton y supongo que eres tú—él se acerca, pasa las manos por sus vaqueros y extiende una mano—. Soy Tyron Harmony y Lola me dijo que hablara contigo por la custodia de mi hijo. Me dio tu número, pero andaba por aquí y decidí pasar en cuanto supe que estás trabajando con Tomás.
Lola no me dijo nada, pienso. Entonces recuerdo que su ex apareció y a ella debió olvidarse de comentarme algo; sin embargo, reconozco el nombre porque ella mencionó que es su amigo de la infancia.
—Claro. Sí. Toma asiento—señalo la silla y me siento de nuevo—. Dime.
Willa aparece en ese momento.
—No hay más papel higiénico. Deberías poner tampones o toallas femeninas… —deja de hablar al notar que no estoy solo—. Lo siento. No sabía que estabas con un cliente.
Tyron voltea y la cara de mi hermana se transforma.
—Vaya, y yo creí que sería un buen día.
—¿Disculpa?
—Las acepto.
—No me estaba disculpando porque no tengo por qué hacerlo—me mira—. ¿Es tu cliente? No pierdas tiempo con él. Es un mal educado sin modales.
—Cierto que se conocen—suspiro—. Willa, espera por mí afuera o puedes ir al auto—le entrego las llaves—. Ahora voy.
Mi hermana pone los ojos en blanco.
—Mejor. Me gusta rodearme de personas amables y positivas, no de mecánicos…
—¡Willa! —exclamo con autoridad sin levantar la voz. Ella se calla y se va sin agregar nada—. Lo siento. Ignora a mi hermana.
Tyron enarca una ceja.
—¿Tu hermana? No te envidio. Con respecto a lo que pasó…
—Lola me comentó algo y prefiero no meterme, si no te importa. Mejor cuéntame tu problema para que pueda asesorarte o ayudarte.
Tyron me comenta sobre su hijo y el acuerdo con su ex, el cual me parece muy injusto. Él sí es un padre que no quiere huir de sus responsabilidades, que le pasa la manutención a su hijo y merece tener sus derechos. Él merece mi ayuda.
—No quise pelear en su momento porque yo no estaba pasándola bien y no quise meter a mi hijo en una pelea, así que acepté lo que dijo la madre. Ahora quiero modificar el acuerdo.
—Puedes hacerlo. Una cosa es que tu hijo viva en San Martín de los Andes con su madre, que es lo que corresponde, pero ella está obligada a viajar para traerte a tu hijo y que pases tiempo con él. Puedes pedir verlo un fin de semana por mes, si dos parece mucho, y tenerlo durante los tres meses de vacaciones de verano. Ella no puede negarte eso. Si el juez ve que has cumplido con todas las responsabilidades y estás capacitado para hacerte cargo de tu hijo, no habrá problemas y ella no podrá hacer nada. Ella es la madre y tú el padre. Ambos tienen los mismos derechos. Si ella quiere quedarse allá porque es donde está su esposo, perfecto, pero tiene obligación de traerte a tu hijo. No tienes que viajar siempre tú, se pueden turnar. Sobre todo, si se comprueba que ella no tiene un trabajo que se lo impida.