Rex Heaton

Capítulo 36: Lola

—No sé que pensar de la información que consiguió Cian sobre los padres de Maico.

—Confía en Cian. Él sabe lo que hace. Es ermitaño, algo amargado y un sabelotodo al que le cuesta admitir cuando se equivoca, pero es leal y no seguiría allá si fuera una pérdida de tiempo.

—Gracias, Willa. ¿Él siempre fue así? ¿O Rex?

—No, Cian era el divertido y el positivo. Yo era la que iba contra la corriente… Ya sé, sigo igual—reímos—. Y Rex era el serio y responsable. Eso también sigue igual. Creo que el matrimonio cambió a Cian y opino que fracasó por el trauma generado por nuestros progenitores, aunque es difícil saberlo porque Cian no nos contó que pasó exactamente con su ex. Suelta algunas cosas.

—Mientras que él quiso formar la familia que no pudo tener, Rex y tú prefirieron huir.

—Yo no huyo. Los hombres huyen de mí. Uno de mi ex me dijo que no podía estar con alguien que no fuera seria y no sé a que se refería porque no le pregunté, solo me enojé, le di una bofetada y me fui. Otro me dijo que era muy intensa y quería a alguien que tuviera un trabajo estable y no anduviera de aquí para allá con una mochila. El anterior a ese lo dejé yo porque me recordaba a mi padre en muchas cosas y salí huyendo. El último… Bueno, a ese mejor no nombrarlo porque basta que se aparezca y tenemos suficiente con tu ex.

Reímos.

A pesar del humor de Willa, no puedo evitar sentir que hay algo detrás de eso. Rex y Cian suelen la misma mirada, es que te indica que algo doloroso pasó. Cian prefiere guardarlo y encerrarse en sí mismo mientras que Willa lo esconde detrás de su buen humor, intentando fingir que no sucedió.

No quiero preguntarle nada a Willa para no incomodarla, aunque sí me gustaría que Rex se abriera un poco más.

—Encontrarás a esa persona especial cuando menos lo esperes.

—Si Rex pudo encontrarte a ti, tengo esperanza.

—Nunca hay que perderla.

No tengo idea si Rex es la persona especial destinada a compartir mi vida porque he sentido las cosas tensas entre nosotros desde que me dijo que nos casáramos.

Rex me hace el amor con entrega absoluta, es atento y amable conmigo y Valentina. Sin embargo, no ha dicho que me quiere o me ama, o algo que me haga pensar que nuestro matrimonio no es solo por obligación. Yo lo amo, estoy enamorada de él, pero temo decírselo y confundir su mente.

No estoy esperando a que él lo diga primero, nada más quiero que pase todo el asunto de la custodia para volver un poco a la normalidad.

Al menos me ha adaptado bien en el trabajo con Tyron. Es bueno tener jefes decentes y no estar en contaste alerta con clientes o gerentes.

El dueño de la cafetería me llamó para pedirme disculpas en nombre de su gerente, pues parece que algunos clientes regulares me tienen aprecio y no les gustó mi renuncia que fue provocada. Aprecio que me tuviera en cuenta luego de trabajar en esa cafetería por más de una década. Me dijo que yo tendría que haber sido gerente y que se equivocó al colocar a otra persona solo porque fue recomendada por un amigo. Se sintió bien el reconocimiento, pero no acepté regresar. Tyron me necesita para la administración y Matilde también, amo trabajar para ambos y pagan bien. Con las deudas pagas, tengo menos presión y puedo relajarme. Claro que le devolveré el dinero a Rex, sea mi esposo o no, el dinero es de él, pero no tendré la presión si me atraso uno o dos días. Él no me llamará para reclamarme como el banco.

Todo iría bien si el padre de Valentina se fuera y supiera que siente Rex realmente. Y quisiera que me lo dijera él sin tener que preguntar o hablar primero.

—Llegamos. —dice Willa deteniéndome del brazo.

Frunzo el ceño y observo el bosque sin comprender.

—¿Qué hacemos aquí?

—Camina derecho y quédate aquí.

—¿Qué estás tramando, Willa? Me dijiste que daríamos una vuelta y debo volver con Valentina. Rex salió, dijo que había olvidado algo en la oficina y puede regresar en cualquier momento.

Mi cuñada ríe.

—Relájate y no pienses. Yo me ocupo de tu hija. Haz lo que te pido.

Quiero refutar, pero no lo hago. En lugar de eso, camino por me indicó y me quedo quieta al final del camino.

Un fogón, velas, comida y los árboles iluminados es lo que encuentro en medio de la montaña.

—Me di cuenta de que no tuvimos una cita apropiada y que has estado muy estresada y decaída por toda la situación—giro la cabeza y me muero de emoción al ver a Rex con un ramo de flores en la mano—. Pasamos de no querer nada a tener sexo, luego de salir juntos y ver a donde llegábamos hasta terminar casados. Nos saltamos muchas partes y que estemos casados no significa que no podamos tenerlas—extiende el ramo de flores silvestres hacia mí—. Si hubiera tenido una cita con cualquier mujer, la habría llevado a cenar a algún restaurante. Tú no eres cualquier mujer, eres mi esposa y por eso tuve que pensarlo bien—agarro las flores—. Te gusta la naturaleza y Matilde mencionó que amas los fogones y eres fan de las flores silvestres.

—Rex, no tenías que hacer esto.

—No tenía, pero quería—toma mi mano—. Matilde me prestó su lugar secreto para que estemos nosotros.




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