—¿Vas a esperar para solicitar la custodia de tu hijo?
—Sí. Quiero hablar con él, saber que piensa de su madre, que es lo que quiere él. No solicitaré la custodia completa de él para no separarlo de su madre. A lo mejor no le gusta la idea de pasar un verano completo aquí y no quiero obligarlo. Cuando voy para allá le dedico todo mi tiempo, aquí no podría hacerlo.
—Entiendo. Bueno es tu decisión y la respeto. Puedes decirme cuando me necesites.
—Supongo que te quedas definitivamente ahora que estás casado con Lola.
Sonrío.
—Todavía debo hablar con Tomás para saber si desea un socio y encargarme del estudio de abogados en Buenos Aires.
—Pero te quedarás.
—Sí, lo haré. No solo por Lola y Valentina, también por mis hermanos y porque me gusta la ciudad. Me siento más humano aquí.
—Me alegro. No tengo muchos amigos hombres porque empecé a esquiar profesionalmente desde muy joven y los dos amigos de la escuela ya no están. Tasha y Lola siguen estando, pero no es lo mismo que tener un amigo hombre, si es que me entiendes.
—Lo hago. Tengo a Cian, pero él y yo no conectamos de nuevo y somos algo diferentes. ¿Por qué no pasas por casa a tomar algo y te lo presento? Llega esta noche.
Enarca una ceja.
—¿Tu hermana estará?
Sonrío.
—Con Willa no se sabe. Creo que no porque tiene una cita o algo así dijo.
—¿Quién es el pobre diablo? —enarco una ceja—. Lo siento. Es tu hermana y debo respetar eso.
—Creo que deberías conocerla mejor. Es la persona más leal que puedas conocer y te garantizo que no te aburrirás.
Niega con la cabeza.
—Como diría Lola, estoy en ayuno de mujeres y tu hermana sería la última mujer en quien mi fijaría.
Asiento.
—No voy a insistir.
Se levanta.
—Debo volver al trabajo. Pasa por el taller cuando termines el trabajo y tomamos algo. Lola estará y se nos puede unir.
Me pongo de pie también.
Tyron me agrada mucho y no estaría mal que Willa se fijara en alguien como él. No tengo idea de su lista de ex, pero sé que no es buena. No ha hablado mucho sobre sus antiguas relaciones y la última no terminó bien o eso deduje. Sin embargo, no puedo meterme en su vida amorosa al menos que ella me lo pida y en ese caso depende de que es lo que pida.
Ni modo, quedará como mi amigo y no como cuñado.
La puerta se abre y entra la última persona que deseaba ver. ¿Qué hace aquí este idiota? ¿Acaso quiere provocarme porque sabe que no se saldrá con la suya? ¿Sus padres le habrán dicho algo?
—Espero no estar interrumpiendo nada.
—No, pero no eres bienvenido aquí. Así que, da la vuelta y sal de aquí.
—¿Te crees listo? ¿Crees que casándote con mi ex cambiará algo?
Tyron niega con la cabeza quedándose detrás de él, atento a sus movimientos. Podría pedirle que se vaya, pero él no lo hará porque detesta al ex de Lola tanto como yo.
—¿Cambiar qué? Estábamos comprometidos antes de que aparecieras. La idea era esperar un poco para casarnos como corresponde, algo que haremos más adelante, pero decidimos apresurar la parte legal.
—Sigo teniendo derechos.
—Oh sí porque en teoría Lola te dijo del embarazo.
—No lo hizo.
Astuto, pienso. Sabe que hay cámaras y no dirá nada que lo pueda perjudicar, si bien las grabaciones se pueden manipular si conoces a un experto. Aun así, controlo mi deseo de golpearlo.
—Es tu palabra en contra la de ella y como soy su abogado y su esposo, no tengo nada que hablar contigo, así que lárgate o tendré que sacarte.
—No puedes quedarte con mi hija. —declara.
—¿Cuál hija? Que yo sepa no tienes. Ella me dice papá a mí, aunque niegues que sabías de ella.
—No te saldrás con la tuya.
—¿Acaso tu idea era venir aquí para provocarme? ¿Quieres que te golpee para que me denuncies y no pueda defender a Lola en la audiencia? Pierdes tu tiempo. Por mucho que deseara desfigurarte la cara, no lo haré. Lo dejaré para cuando pierdas. No te das una idea de la cantidad de idiotas como tú con los lidié en mi vida debido a mi profesión.
Y aunque me mantengo firme, me quedo sorprendido cuando Tyron levanta la mano cerrada en un puño y se lo estampa en la cara al esperma de alcantarilla sin darle tiempo a reaccionar.
No sé si aplaudirlo o llamar a emergencias para que vea su nariz sangrante mientras él se queja por el dolor.
En eso llega Willa con Valentina. Ambas pasean la mirada. Mi hija frunce el ceño, se acerca al esperma de alcantarilla y le da una patada que toma por sorpresa a todos.
—Sal de aquí, esperma de alcantarilla.
Él se sostiene la nariz intentando controlar el sangrado y yo agarro a Valentina alejándola de él antes de que vuelva a patearlo.