—¿Crees que sea una mala idea crear un perfil en app de citas?
Alejo la mirada de la computadora y la centro en Matilde.
—¿De qué hablas? ¿Quieres estar en una app de citas?
—Bueno, Johana consiguió novio a través de una y es bastante decente.
—¿Tú quieres novio?
Se encoge de hombros y suspira.
—No lo sé. A veces me gustaría tener a alguien a mi lado con quien mirar una película, charlar, caminar y compartir una cena. Amé mucho a Roy, pero ya pasaron seis años desde su muerte y estoy segura de que a él no le importaría que rehaga mi vida. Siempre te tuve a ti que eres como la hija que siempre deseé—sonrío—, pero ahora eres una mujer casada y no siempre podrás hacerme compañía como antes.
Me levanto de mi lugar y tomo su mano.
—Matilde, sigo siendo tu hija. Tú eres como una segunda madre para mí y siempre estaré. A Rex no le gustan las películas románticas, así que tendremos nuestras noches de película y Willa se nos unirá—ríe—. No está mal que busques pareja, pues él podrá darte cosas que yo ni nadie te dará.
—¿Relaciones? —se pone roja—. Hace tanto que no las tengo que no sé si me acordaré de algo. Y Roy fue el único.
—Me pasó con Rex. El último antes de él fue Maico. Yo estaba nerviosa, pero se dio y la pasamos bien. Es como andar en bici, nunca se olvida y es mejor cuando tienes un buen compañero—asiente—. Igual no me refería a eso, sino a dormir contigo, abrazarte, caminar de la mano, entre otras cosas.
—¿Puedes ayudarme?
—¿A buscarte cita?
—Con esa app. Sabes que no soy buena con toda la tecnología y puedo arruinarlo.
—Claro.
Como ya terminé el trabajo y Valentina está distraída viendo una película infantil, ayudo a Matilde a crearse un perfil en la app de citas donde su amiga encontró a su novio. Por suerte, parece bastante segura y normal.
Le explico que habrá perfiles falsos o interesados en conseguir seguidores para sus redes y algunos querrán gastar bromas, así que le especifico que se concentre en los perfiles verificados, los cuales tienen una palomita verde al lado del nombre. Le explico cómo ver los posibles match, dónde debe apretar si le gusta a alguien y como fijarse si le envían un mensaje privado o ella quiere enviar.
Subo algunas fotos de ella como esquiando, otra en la montaña sonriente y algunas hogareñas.
—¿Cuándo dices que no dé demasiada información personal?
—Ve con cuidado. Tampoco es para que andes a la defensiva. Puedes pedirle consejos a tu amiga que tiene experiencia o consultarme.
—Genial.
Le devuelvo el teléfono.
—Bien, ya puedes empezar a buscar y a "matchear" con alguien. Y debes mantenerme al tanto.
—Ni hablar. Tal vez al final no llegue a nada, pero será divertido, al menos tener un amigo virtual.
—Aunque evita las relaciones íntimas virtuales.
—¿Qué es eso?
Ambas nos sobresaltamos y Matilde casi deja caer su teléfono. No pasa porque lo agarra a tiempo.
—Val, ¿qué te he dicho de aparecer sin avisar y de escuchar conversaciones privadas?
—Mami, no aparecí sin avisar porque yo estaba aquí. No escuché ninguna conversación, solo la parte en que la abuela Matilde debe evitar las relaciones virtuales.
La aludida se echa a reír y mi hija frunce el ceño sin comprender.
Mierda. Todavía no me acostumbro a estas cosas. Un día de estos me va a dar un infarto.
Me preparé para cuando preguntara de dónde salen los bebés y para hablarle de la menstruación en unos años y sus cambios hormonales. También imaginé la charla de relaciones, pero cuando tuviera unos doce años.
—Es un juego para adultos.
Ella abre los ojos y se acerca con una sonrisa.
—¿Puedo jugar?
En eso, entra Rex pidiendo permiso y Matilde grita que estamos en la cocina.
—¿Por qué esas caras?
—La abuela Matilde está jugando a eso que llaman relaciones virtuales y yo quiero jugar.
Me tapo la boca y creo que el cerebro de Rex acaba de sufrir un corto circuito.
—No, eso es juego de adultos. No puedes hasta que seas mayor de edad.
—Muy mayor de edad—agrega Rex—. Si alguien quiere jugar eso contigo, debes decir que no y contarnos. ¿De acuerdo?
—Y no menciones nada a ninguna de tus amigas de la escuela, ni a nadie.
Val se cruza de brazos y pasea la mirada.
—¿Es muy secreto?
—Lo es—responde Matilde con la risa controlada y se queda callada ante el sonido de su celular—. Oh, acabo de tener un match. ¿Qué hago? —me pregunta dándome su teléfono.
—Si te gusta, dale match tú también para poder hablar.
Juntamos las cabezas y leemos el perfil.
—Me da miedo preguntar qué están haciendo—dice Rex—, así que, mejor no pregunto.