Las instalaciones de la facción americana tienen grandes puertas de acero. Las principales son de cuatro metros de altura, como si las criaturas no pudieran pasar por una puerta normal debido a su ego. Son oscuras y hay figuras talladas sobre la superficie. Figuras que se asemejan a guerreros que combaten entre sí, enredados en cadenas. Debí saber que el resto del lugar sería tan intimidante como esas puertas.
Recuperé la vista en algún punto del viaje, pero todo sigue siendo muy oscuro para mí. Las palabras de Yasikov suenan en mi cabeza como una canción que se repite y se repite.
«Los líderes son especialistas en torturar criaturas. Como no podemos morir de la misma forma en que los humanos lo hacen, ni padecer como ellos, presionan el dolor a través de nuestros cuerpos, probando hasta donde nos acompaña la cordura y con qué fuerza nos abandona…»
En el fondo sabía que no podía escapar toda mi vida y muy probablemente, mi vida terminará en este lugar.
Los pasillos son amplios, hay poca iluminación, pero un foco se enciende a cada paso que los cazadores me obligan a dar, se siente frío y hay un olor antiséptico en el aire que me recuerda a una clínica.
Cierro los ojos e inhalo profundamente; el aroma del lugar se queda grabado en mi memoria. Algo más acompaña ese olor, lo veo cuando finalmente abro los ojos.
A dónde sea que mire encuentro criaturas heridas, ubicadas en lugares donde antes no podía ver nada.
Son visiones.
Los cazadores sujetan mis brazos para asegurarse de que no salga corriendo, sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, esos cazadores desaparecen de mi lado y en su lugar distingo figuras de criaturas peleando en los pasillos. Esas criaturas atraviesan mi cuerpo conforme avanzamos por el lugar. La visión se transforma en una imagen más perturbadora y ahora puedo ver hombres golpeando sus cabezas contra las paredes, desesperados por salir de aquí.
Cuando parpadeo, los pasillos vuelven a estar vacíos, y los cazadores me arrastran a través de otra puerta enorme. Lo que veo es muy diferente al lugar que imaginé en mi cabeza. Parece un laboratorio con poca tecnología.
Los cazadores se detienen frente a una camilla. Hay un cuerpo tendido en ella, y Kai está junto a él. El líder ignora al rehén que sus cazadores acaban de traer, toma un bisturí y hace una incisión en el cuerpo de la criatura. Sin poder apartar la vista de lo que hace, observo como introduce los dedos en la herida como si buscara algo. Tiene una expresión seria, no estoy muy segura de que esté ignorándome apropósito, o simplemente no soy su prioridad en ese momento.
—¿Cuánto más vas a tenerme aquí mirando como buscas lo que no se te ha perdido en las vísceras de ese tipo?
—Ah, perdóname. No me di cuenta de que ya estabas aquí —responde el líder con falsa cortesía.
—No me digas, debes ser un frustrado de la medicina entonces —digo igual de falsa.
—Tienes humor, espero que no lo pierdas muy pronto. —Sonríe.
Entre más observo su expresión, más miedo me da, pero intento mantener la compostura y le devuelvo la sonrisa en un triste intento por demostrarle que no me afecta tanto como él quiere.
—¡Ya llegué, amor! —exclama una voz que me pone los pelos de punta. Es Morthu.
Al escuchar la voz de Morthu, mi fuerza me abandona, y los cazadores me sujetan antes de que caiga. Miro hacia la puerta, donde el líder me sonríe con los brazos extendidos.
—¿Me extrañaste? Yo sí, deja que te dé un gran abrazo de bienvenida.
Retrocedo hasta que mi espalda toca el torso de alguien y me retuerzo para alejarme de sus manos. Una voz lo detiene antes de que pueda tocarme.
—Habaek está aquí, líder.
—Eso fue rápido —opina Kai.
—Él puede esperar —responde Morthu sin dejar de mirarme.
—Sabes que no le gusta esperar —agrega el cazador. Nunca lo había visto, pero su nombre está en la punta de mi lengua.
—Y tú sabes que no me importa, Benge.
¡Benge!
El cazador me observa de forma extraña y luego sus ojos viajan al rostro de Kai, esperando una respuesta.
—¿Líder?
—Vamos. —Kai retira los restos de sangre de sus manos.
—No. —Se niega Morthu.
—Entre más rápido acabemos con esto, más rápido puedes empezar a jugar, Morthu.
El líder europeo hace una mueca de disgusto, para luego mirar a Benge, quien aún espera por él.
—De acuerdo. —Respira hondo y se dirige a mí—. Nos vemos luego, amor.
Benge me mira por última vez, les da una orden a los cazadores y estos me arrastran fuera del laboratorio. El terror me invade mientras imagino todo tipo de cosas, tengo la sensación de que me han llevado derechito al infierno. Uno del que no voy a poder salir con facilidad.
Les explicaré la tensión que existe entre los lídere...