Rey de los muertos

EL ANCLA DESPIERTA

Cuando escapé de mi celda, lo primero que hice fue correr al pasillo por el que me habían traído. Pensé que podría recordar más detalles y regresar sobre mis pasos, pero las instalaciones son como un nido de ratones con muchas salidas. Una sola habitación, completamente aislada, puede tener hasta tres puertas.

¿Por qué necesitan tantas?

Escucho pasos detrás de mí y eso dispara mis nervios. No voy a quedarme para averiguar qué harán conmigo, lo que sea será mucho peor por haber escapado. Una luz al final del pasillo capta mi atención, obligándome a girar y correr hacia ella, porque no quiero quedarme en la oscuridad.

Tengo la sensación de que no pude llegar a un lugar peor. Solo veo celdas a cada lado y me siento como si estuviera en un pabellón de criminales. Aún con la claridad, este sitio tiene un aspecto más tétrico. En mi celda estaba sola, pero aquí hay tantos rebeldes que me sorprende no haberlos escuchado antes. Cuando doy un par de pasos al frente, los escucho gritar.

—¡Eh!

Un hombre estrella su cuerpo contra los barrotes en un intento por romperlos.

Como él, muchos otros empezaron a luchar frenéticamente. Ninguna cárcel puede atrapar entre sus paredes a tantos hombres iracundos. Tengo la sensación de que se caerán las paredes en cualquier momento y yo seré un trozo de carne fresca para compartir. Por ello, salgo asustada y corro por otro pasillo sin saber qué habrá al final, cruzo las esquinas mirando sobre mi hombro y en todas direcciones, como si fuera una caricatura.

Ingreso en otra habitación con menos luz y escucho el gruñido de un hombre, me encojo del susto pensando que es un cazador, pero se escucha más como un animal herido. Quiero caminar hacia la luz, pero la idea de que alguien podría verme hace que me quede en mi lugar. Enfoco la vista para tratar de descubrir de donde proviene el gruñido. Veo algo muy parecido a una bañera en el centro de la habitación, en ella descansa el cuerpo de un hombre, sumergido en agua de color rojo. Trago saliva al pensar que no es solo agua; junto a la bañera, un cazador permanece parcialmente oculto.

El cazador extrae sangre de su brazo, mientras la criatura que está en la tina se retuerce como si algo malo le pasara a su cuerpo. No pretendo llamar la atención, pero cuando mi pie roza un tubo de acero ubicado en el piso, es demasiado tarde para lamentarse.

—Pero ¿qué diablos…?

El cazador se distrae por un segundo y con eso es suficiente, la criatura en la tina extiende la cabeza en dirección al brazo del cazador, y lo que veo hace que mi corazón salte. La criatura abre la boca de forma antinatural, como si fuera una anaconda. Atrapa entre sus fauces el brazo del cazador y sus dientes se clavan en la piel, rompiendo el hueso y exprimiendo el músculo como si fuera una esponja inservible. En el momento en el que escucho el grito de agonía, mi mente se imagina esa misma hilera de dientes alrededor de mi propia carne.

Cuando la criatura se percata de mi presencia, el pánico me obliga a correr fuera de la habitación. Derribo cubos y toda clase de objetos en un intento por dificultar la caza, pero de nada sirve porque la criatura se ha subido al techo y me persigue sin problemas; su cuerpo se retuerce como si fuera de goma y hace un sonido aterrador cuando abre la mandíbula.

Resbalo y caigo al piso. Escucho como los huesos de esa criatura crujen al moverse, como si estuviera hecho de partes atornilladas y oxidadas. Me arrastro desesperadamente hacia la puerta y pienso en todo lo que he vivido estos últimos dos días. Es cierto, cuando estás a punto de morir, tu mente hace un recorrido hacia el pasado. Lo último que viene a mi cabeza antes de entregarme a la idea de que me harán pedazos, es Lio.

Tal vez sea por el rencor. Tal vez sea por esa noche. Esa maldita noche. 

Me preparo para el dolor, pero este jamás llega. Cuando la criatura está a punto de atacarme, alguien lo golpea con un fierro y su cuerpo es expulsado hacia atrás con una fuerza impresionante.

Morthu me sonríe desde arriba, balanceando el fierro de un lado a otro sobre sus hombros.

—¡Allí estás, pequeña escurridiza!

Lo miro con desprecio, esperando que ese sentimiento sea lo suficientemente palpable para él.

—No me mires así, tal vez con esto entiendas que yo soy el menor de tus males, amor. —Se ríe y me agarra de los brazos para ponerme de pie.

El pánico me obliga a luchar contra él, pero mi intento patético lo hace reír y no puedo evitar ser arrastrada por el pasillo.

—Ya viste lo que pasa cuando recorres el hogar de alguien más sin su permiso. Deberías evitar las experiencias desagradables —dice burlón.

—¡Tú eres lo más desagradable que me ha pasado en la vida!

Él me mira de regreso y como si acabara de decir un chiste, sus ojos también se muestran encantados.

Por Dios, realmente está disfrutando de mi miedo.

Me ha llevado de regreso al pabellón, donde los rebeldes gritan por ser liberados.

—¿Crees que yo soy lo peor que te has encontrado?

—¡Lo eres!

Morthu se ríe a carcajadas y me lanza contra los barrotes de una de las celdas. Al instante, siento las manos de una criatura que suben por todo mi cuerpo, y me doy cuenta de que me ha lanzado como juguete para que uno de los rebeldes se divierta. Grito, pataleo, pido ayuda mientras la criatura empieza a desgarrar mi ropa y Morthu finalmente me libera de sus garras.



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En el texto hay: rey, romance, accion drama

Editado: 24.02.2023

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