La luna llena iluminaba la ciudad mientras Marco y Valeria se preparaban para el asalto final.
Habían destruido sus aliados. Habían arrasado con sus sombras.
Y ahora... iban a cazar... a Giovanni Moretti.
—Su fortaleza... está rodeada... de guardias leales. —dijo Enzo, su voz baja y peligrosa. —Está preparado... para la guerra.
Marco asintió lentamente, su mirada fría. —Entonces... vamos a darle... la guerra... que está esperando.
Valeria observó el mapa en silencio, sus ojos oscuros brillando con emoción. —Entonces... ¿vas a enfrentarlo... cara a cara...?
—Sí. —dijo Marco, su tono cortante. —Voy a cazarlo... y voy a destruirlo... porque no puedo... permitir que me rompa... otra vez.
Valeria sonrió suavemente, su respeto evidente. —Entonces... eres... el cazador... que estaba esperando.
—No soy... un cazador. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —Soy... su sombra... y su maldición.
Valeria sintió cómo su pecho se apretaba. —Entonces... rómpelo... por mí... y por ti.
—Voy a hacerlo. —dijo Marco, sus labios curvándose en una sonrisa feroz. —Voy a destruir... su poder... y voy a convertir... su imperio... en polvo.
Se miraron en silencio, sus almas rotas entrelazándose en una alianza de poder y venganza. Sabían que su unión estaba construida sobre odio y dolor, sabían que su amor estaba manchado de traición.
Pero también sabían... que no podían reclamar sus coronas... el uno sin el otro.
Porque sus corazones... estaban rotos.
Y su venganza... era su única salvación.
Horas más tarde, las sombras de Marco se deslizaron en silencio por los alrededores de la fortaleza de Moretti.
El edificio era imponente, rodeado de guardias y protegido por muros altos. Sus luces brillaban intensamente, mostrando el poder y la influencia de Giovanni.
Pero Marco no sentía miedo. No sentía compasión.
Solo... venganza.
—Vamos a atacar... desde las sombras... y vamos a destruir... sus defensas... desde adentro. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —Voy a convertir... sus fortalezas... en ruinas.
Valeria asintió lentamente, su mirada intensa. —Entonces... vas a arrasar... con su poder... y vas a reclamar... tu venganza.
—Sí. —dijo Marco, sus ojos oscuros ardiendo con determinación. —Porque no puedo... permitir que mi dolor... sea en vano.
Valeria sonrió suavemente, su respeto evidente. —Entonces... rómpelo... por mí... y por ti.
—Voy a hacerlo. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —Voy a convertirlo... en sombras... y voy a demostrarle... lo que pasa... cuando desafía... a un hombre... sin nada... que perder.
Valeria observó cómo Marco reunía a sus hombres, sus sombras deslizándose en silencio mientras rodeaban la fortaleza. Habían elegido seguirlo. Habían elegido convertirse en cazadores... en sombras imparables.
Porque su venganza... también era su salvación.
—Prepárense. —ordenó Marco, su voz baja y cortante. —Vamos a atacar... desde las sombras... y no vamos a dejar... nada... de su poder.
Sus hombres asintieron rápidamente, sus ojos brillando con determinación. Marco sintió cómo su pecho ardía de emoción. Había perdido su propósito. Había perdido su amor.
Pero ahora... tenía una razón... para luchar.
—Entonces... vamos a cazar. —dijo Marco, su tono cortante. —Vamos a destruir... su imperio... y vamos a demostrarle... lo que pasa... cuando me traicionan.
Las sombras comenzaron a moverse, deslizándose en silencio mientras se infiltraban en la fortaleza. Marco observó cómo avanzaban con precisión, sus movimientos calculados mientras desarmaban a los guardias sin piedad.
No había compasión. No había amor.
Solo... destrucción.
Valeria se movía a su lado, sus pasos ligeros mientras disparaba con precisión mortal. Sus balas volaban en línea recta, sus enemigos cayendo a su paso mientras su mirada permanecía fría e implacable.
No había piedad. No había perdón.
Solo... venganza.
—Entonces... estás... arrasando... con su poder. —dijo Valeria, su voz baja y peligrosa.
—Sí. —dijo Marco, sus ojos oscuros ardiendo con furia. —Porque no puedo... permitir que me rompa... otra vez.
Valeria sonrió suavemente, su mirada intensa. —Entonces... eres... el cazador... que estaba esperando.
—No soy... un cazador. —dijo Marco, su tono cortante. —Soy... su sombra... y su maldición.
Valeria sintió cómo su pecho se apretaba. —Entonces... rómpelo... por mí... y por ti.
—Voy a hacerlo. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —Voy a destruir... su poder... y voy a convertir... su imperio... en cenizas.
Se miraron en silencio, sus almas rotas entrelazándose en una alianza de poder y venganza. Sabían que su unión estaba construida sobre odio y dolor, sabían que su amor estaba manchado de traición.
Pero también sabían... que no podían reclamar sus coronas... el uno sin el otro.
Porque sus corazones... estaban rotos.
Y su venganza... era su única salvación.
Cuando llegaron al salón principal de la fortaleza, encontraron a Giovanni Moretti esperándolos, su mirada fría y desafiante mientras sus hombres rodeaban la habitación.
—Entonces... has venido... por tu venganza. —dijo Giovanni, su voz gélida. —Has venido... a desafiar... al rey.
Marco apretó los dientes, sus ojos oscuros ardiendo con furia. —No he venido... a desafiarte... he venido... a destruirte.
Giovanni sonrió con frialdad, su mirada llena de desprecio. —Entonces... has elegido... la muerte.
—No. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —He elegido... la venganza... porque no puedo... permitir que me rompas... otra vez.
Giovanni sacó su pistola lentamente, su sonrisa cruel. —Entonces... ven a mí... y enfrenta... tu destino.
Marco sintió cómo su pecho ardía de rabia, su cuerpo tenso mientras se preparaba para el enfrentamiento final. Había elegido luchar. Había elegido destruir a su enemigo... y reclamar su venganza.