Rey de sombras, reina de Luz

capitulo 17

La ciudad florecía bajo el liderazgo de Marco y Valeria.

Los territorios antes controlados por el miedo ahora eran protegidos con justicia, y la gente comenzaba a vivir sin temor a las sombras del pasado.

Pero Marco sabía... que la paz... debía defenderse.

No todos aceptaban su liderazgo. No todos veían el cambio como esperanza.

Algunos... aún conspiraban... en la oscuridad.

Valeria observaba los informes de inteligencia en silencio, sus ojos oscuros llenos de preocupación. —Entonces... ¿aún... hay traidores...?

Marco asintió lentamente, su mirada fría. —Sí... algunos... no aceptan... que el miedo... ya no... gobierna... esta ciudad.

Valeria frunció el ceño, sus manos temblando levemente. —Entonces... ¿van a... desafiarte...?

—Sí. —dijo Marco, su voz firme. —Pero no voy a permitir... que destruyan... lo que estamos... construyendo.

Valeria sintió cómo su pecho se apretaba, sus labios temblando. —Entonces... ¿vas a luchar... otra vez...?

Marco la miró fijamente, su expresión endureciéndose. —Sí... porque no puedo... permitir... que las sombras... regresen.

Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, sus ojos llenos de emoción. Sabía que Marco enfrentaba enemigos peligrosos. Sabía que las sombras intentaban destruir todo lo que habían logrado.

Pero también sabía... que Marco... no se rendiría... sin luchar.

Días después, llegaron rumores sobre reuniones secretas organizadas por los antiguos aliados de Silvio.

Don Fabrizio y Don Alberto se reunían en las sombras, conspirando para recuperar el poder que habían perdido cuando Marco tomó el control de la ciudad.

Marco los observaba desde las sombras, sus ojos oscuros llenos de furia contenida. Sabía que no aceptarían su liderazgo. Sabía que intentarían destruirlo... desde adentro.

Enzo apareció a su lado, su voz baja y peligrosa. —Entonces... ¿vamos a... atacar...?

Marco apretó los labios, su mirada fría. —No... vamos a observar... y vamos a desmantelar... sus alianzas... desde adentro.

Enzo frunció el ceño, su postura firme. —¿Quieres... infiltrarte... en sus redes...?

—Sí. —dijo Marco, su voz cortante. —Voy a destruir... su poder... antes de que puedan... desafiarme.

Enzo asintió lentamente, su respeto evidente. —A tus órdenes... Don Marco.

Marco observó las sombras en silencio, su postura poderosa mientras estudiaba a sus enemigos. Sabía que debía actuar con inteligencia y precisión. Sabía que un movimiento en falso podía desatar una guerra.

Pero también sabía... que no podía... permitir... que sus enemigos... regresaran.

Cuando la noche cubrió la ciudad, Marco y sus hombres se infiltraron en las reuniones secretas de Fabrizio y Alberto.

Se movían como sombras, escuchando conversaciones, identificando aliados y analizando las estrategias de sus enemigos.

No atacaron. No hicieron ruido.

Solo... observaron... y esperaron.

Valeria se preocupaba por él, sus ojos oscuros llenos de temor cada vez que Marco salía en misiones de reconocimiento. —Entonces... ¿realmente... necesitas... hacer esto... tú mismo...?

Marco asintió lentamente, su mirada intensa. —Sí... porque no puedo... confiar... en nadie... más... para proteger... lo que amamos.

Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, su voz temblando. —Entonces... ¿esto... es... por nosotros...?

—Sí. —dijo Marco, su voz baja y suave. —Porque estoy... protegiendo... nuestro futuro... y no puedo... permitir... que nadie... lo destruya.

Valeria sintió cómo su corazón latía con fuerza, sus ojos llenos de emoción. —Entonces... ¿realmente... crees... en nuestro... futuro...?

—Sí. —respondió Marco, su mirada llena de ternura. —Porque estoy... luchando... por él... cada día.

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo mientras veía cómo Marco enfrentaba sus desafíos con valentía y fuerza. Sabía que su lucha era implacable. Sabía que sus enemigos no mostrarían piedad.

Pero también sabía... que Marco... no se rendiría... sin luchar.

Semanas después, Marco y Valeria comenzaron a desmantelar las alianzas de Fabrizio y Alberto desde adentro.

Reclutaron informantes, infiltraron sus redes y sabotearon sus negocios. Cada movimiento era calculado con precisión, cada decisión tomada con inteligencia y astucia.

Enzo informó una noche sobre el colapso de una de las rutas de contrabando de Fabrizio. —Sus aliados... están comenzando... a dudar... y sus fuerzas... se están... debilitando.

Marco asintió lentamente, su mirada fría. —Entonces... vamos a atacar... cuando sean... más débiles... y vamos a demostrarles... que no hay... lugar... para la traición.

Sandro frunció el ceño, su postura firme. —¿Quieres... terminar... con sus alianzas...?

—Sí. —dijo Marco, su voz baja y peligrosa. —Porque no puedo... permitir... que sus sombras... regresen.

Hubo murmullos de aprobación, sus voces llenas de respeto. Marco observó cómo sus hombres intercambiaban miradas decididas, sus posturas listas para la batalla.

Valeria observó la escena desde las sombras, su mirada intensa. Sabía que Marco estaba eligiendo la estrategia más peligrosa. Sabía que estaba atacando desde adentro... justo como lo harían sus enemigos.

Pero también sabía... que no había... otra forma... de proteger... su futuro.

Porque habían elegido... luchar... por lo que amaban.

Y habían decidido... enfrentarse... a las sombras... una vez más.

Cuando la noche cubrió la ciudad, Marco y sus hombres atacaron las guaridas de Fabrizio y Alberto.

No hubo advertencias. No hubo tregua.

Solo... justicia.

Marco avanzaba al frente, sus ojos oscuros llenos de determinación. Desmanteló sus redes de poder con precisión, destruyendo sus fortalezas y revelando sus traiciones.

Uno a uno, sus aliados cayeron, sus lealtades quebradas por el miedo y la desesperación.

No hubo compasión. No hubo piedad.



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Editado: 31.07.2025

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