El amanecer iluminaba la ciudad cuando Marco, Valeria, Isabella y Adriano comenzaron a trabajar codo a codo.
Habían sellado una alianza poderosa, una unión que prometía reconstruir la ciudad y protegerla de las sombras que intentaban regresar.
Pero Marco sabía... que su desafío... aún... no había terminado.
Porque el poder... siempre... atraía enemigos.
Valeria observó cómo Isabella y Adriano coordinaban a los hombres en el mercado central, organizando la seguridad y restableciendo el orden. Habían formado un equipo imparable, combinando fuerza, inteligencia y estrategia.
Pero también sabía... que trabajar... junto a Isabella... ponía a prueba... su amor.
Sus inseguridades la perseguían en silencio, sus sombras susurrando que Marco y Isabella compartían un pasado imposible de borrar. Un pasado lleno de recuerdos, cicatrices y sentimientos no resueltos.
Valeria apretó los labios, sus manos temblando levemente. Adriano se acercó lentamente, su mirada intensa. —Entonces... ¿estás... bien...?
Valeria asintió lentamente, su voz baja. —Sí... solo... es... difícil... confiar.
Adriano dejó escapar un suspiro tembloroso, su mirada suave. —Lo entiendo... pero Marco... ha elegido... amarte... solo a ti.
Valeria lo observó en silencio, sus ojos llenos de emoción. —¿Entonces... realmente... lo crees...?
Adriano asintió, su voz firme. —Sí... porque él... ya no... pertenece... a su pasado... y ha elegido... construir... un futuro... contigo.
Valeria sintió cómo su pecho se apretaba, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿realmente... podemos... tener... un futuro...?
—Sí. —dijo Adriano, su mirada llena de respeto. —Porque tú... eres... su futuro... y no hay... sombras... que puedan... separarlos.
Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Adriano tenía razón. Sabía que Marco había elegido su amor.
Pero también sabía... que aún... debía... enfrentarse... a sus propias... sombras.
Cuando la noche cubrió la ciudad, Marco y Valeria compartieron una cena tranquila en el balcón de la fortaleza.
El aire estaba cargado de tensión y deseo... pero también de emociones no dichas.
Valeria lo observó en silencio, sus ojos oscuros brillando con emoción. —Entonces... ¿realmente... has elegido... amarme...?
Marco dejó escapar un suspiro tembloroso, su mirada intensa. —Sí... y no hay... dudas... en mi corazón.
Valeria apretó los labios, sus manos temblando levemente. —Entonces... ¿realmente... no hay... sombras... entre nosotros...?
Marco la miró fijamente, su voz baja y suave. —No... porque he elegido... amarte... solo... a ti.
Valeria dejó escapar un sollozo tembloroso, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿realmente... ya no... amas... a Isabella...?
Marco tomó suavemente su mano, entrelazando sus dedos con los suyos. —No... porque mi corazón... solo... te pertenece... a ti... y no hay... sombras... que puedan... separarnos.
Valeria sintió cómo su pecho se apretaba, sus lágrimas cayendo sin control. —Entonces... ¿esto... es amor...?
—Sí. —dijo Marco, su voz firme. —Esto... es amor... y no voy a... permitir... que el pasado... destruya... nuestro futuro.
Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco había elegido su amor. Sabía que las sombras del pasado ya no los separaban.
Pero también sabía... que necesitaba... creer... en él... y en ellos.
Cuando la luna brilló alta en el cielo, Marco y Valeria se acercaron lentamente, sus cuerpos uniéndose en un abrazo intenso y apasionado.
Sus labios se encontraron en un beso ardiente, sus cuerpos temblando mientras el deseo los envolvía. Marco la levantó en brazos, sus pasos firmes mientras la llevaba a su habitación.
Valeria dejó escapar un gemido ahogado, sus manos recorriendo su espalda mientras sentía el calor de su cuerpo contra el suyo. —Marco...
Marco cerró la puerta de un golpe, sus ojos oscuros ardiendo con pasión. —Esta noche... solo existes... tú... y no voy a... dejarte... escapar.
Sus labios recorrieron su cuello, sus manos explorando su cuerpo con avidez. Valeria arqueó la espalda, sus cuerpos encajando perfectamente mientras el deseo se desbordaba.
Se amaron con urgencia, con pasión... y con amor.
Cada susurro era una promesa. Cada caricia era un juramento de amor eterno.
Porque habían elegido... amarse... sin miedo.
Y habían decidido... entregarse... el uno al otro... sin reservas.
Cuando el amanecer iluminó la habitación, Marco y Valeria permanecieron enredados bajo las sábanas, sus cuerpos entrelazados mientras compartían el calor de su amor.
Valeria acarició suavemente el rostro de Marco, sus ojos brillando con emoción. —Entonces... ¿esto... es real...?
Marco sonrió suavemente, sus ojos oscuros llenos de ternura. —Sí... y no voy a... dejarte... escapar.
Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, sus labios curvándose en una sonrisa. —Entonces... ¿esto... es amor...?
—Sí. —respondió Marco, su voz baja y suave. —Esto... es amor... y no hay... sombras... que puedan... separarnos.
Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que su relación estaba marcada por cicatrices y traiciones. Sabía que sus corazones aún llevaban las sombras del pasado.
Pero también sabía... que juntos... podían sanar... y encontrar... un nuevo comienzo.
Porque habían elegido... amarse... a pesar... de sus miedos.
Y habían decidido... entregarse... el uno al otro... sin reservas.
Cuando el sol comenzó a alzarse, Valeria cerró los ojos y se acurrucó más cerca de Marco, su corazón latiendo al mismo ritmo que el de él.
Sabía que aún enfrentaban desafíos. Sabía que sus enemigos aún acechaban en las sombras.
Pero también sabía... que su amor... era más fuerte... que cualquier sombra.
Porque habían elegido... amarse... sin miedo.
Y habían decidido... proteger... su amor... a cualquier precio.