Rey de sombras, reina de Luz

capitulo 23

El sol brillaba sobre la ciudad cuando Marco y Valeria caminaron codo a codo por los territorios que habían jurado proteger.

A su alrededor, la gente comenzaba a vivir sin miedo, reconstruyendo sus vidas mientras la paz regresaba lentamente.

Pero Marco sabía... que la paz... siempre... tenía un precio.

No todos aceptaban su liderazgo. No todos veían el cambio como esperanza.

Algunos... aún conspiraban... en las sombras.

Valeria observó los rostros en silencio, sus ojos oscuros llenos de emoción. —Entonces... ¿realmente... estamos... logrando... cambiar esto...?

Marco asintió lentamente, su mirada firme. —Sí... porque hemos elegido... construir... un futuro... diferente... y porque no vamos a... permitir... que el miedo... regrese.

Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, sus labios temblando. —Entonces... ¿realmente... crees... en nosotros...?

Marco tomó suavemente su mano, entrelazando sus dedos con los suyos. —Sí... porque tú... eres... mi fuerza... y mi luz... y no hay... sombras... que puedan... separarnos.

Valeria sintió cómo su pecho se apretaba, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿esto... es amor...?

—Sí. —dijo Marco, su voz baja y suave. —Esto... es amor... y no voy a... permitir... que nada... nos lo arrebate.

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco había elegido su amor. Sabía que su corazón le pertenecía solo a ella.

Pero también sabía... que su lucha... no era... solo... por ellos.

Era... por su gente... y por el futuro... de la ciudad.

Días después, comenzaron a desmantelar las últimas redes de corrupción que quedaban de sus enemigos.

Marco lideró cada ataque con precisión y autoridad, enfrentando a sus enemigos sin piedad ni compasión. No hubo advertencias. No hubo tregua.

Solo... justicia.

Valeria coordinó la seguridad en los territorios recuperados, asegurándose de que el miedo no regresara y de que la gente pudiera vivir en paz.

Pero también comenzó a luchar... contra sus propias sombras.

Aún temía no ser suficiente. Aún temía que el pasado de Marco pudiera destruir lo que compartían.

Una noche, mientras revisaba informes en su despacho, Valeria dejó escapar un sollozo ahogado, sus lágrimas cayendo sin control.

No escuchó la puerta abrirse, ni los pasos silenciosos de Marco acercándose lentamente.

Marco se detuvo en la entrada, su mirada intensa mientras la observaba en silencio. —Entonces... ¿aún... tienes... miedo...?

Valeria se giró rápidamente, sus ojos llenos de emoción. —No... yo... solo... estoy...

Marco cruzó la habitación en un segundo, sus manos firmes mientras tomaba suavemente su rostro. —No tienes... que ocultarlo... porque no voy a... dejarte... enfrentarlo... sola.

Valeria sintió cómo su pecho se apretaba, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿realmente... no me... dejarás...?

Marco la miró fijamente, su voz baja y suave. —Nunca... porque tú... eres... mi fuerza... y mi luz... y no hay... sombras... que puedan... separarnos.

Valeria dejó escapar un sollozo tembloroso, sus manos aferrándose a su camisa. —Entonces... ¿realmente... me amas...?

—Sí. —dijo Marco, su voz firme. —Te amo... más de lo que... puedo... soportar... y no voy a... permitir... que el miedo... destruya... lo que compartimos.

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco había elegido su amor. Sabía que su corazón le pertenecía solo a ella.

Pero también sabía... que debía... aprender... a confiar... en él... y en ellos.

Cuando la noche cubrió la ciudad, Marco y Valeria compartieron una cena tranquila en el balcón de la fortaleza.

El aire estaba cargado de tensión y deseo... una necesidad latente que no habían saciado desde aquella noche en la que se habían entregado sin reservas.

Valeria lo observó en silencio, sus ojos oscuros brillando con emoción. —Entonces... ¿realmente... me... deseas...?

Marco se acercó lentamente, sus ojos oscuros ardiendo con pasión. —Cada día... más... y no puedo... contenerlo... más.

Valeria sintió cómo su corazón latía con fuerza, sus mejillas sonrojándose. —Entonces... ¿realmente... soy... tuya...?

Marco se inclinó hacia ella, sus labios rozando suavemente su oído. —Sí... y esta noche... voy a... demostrártelo.

Valeria dejó escapar un gemido ahogado, su cuerpo temblando mientras el deseo la envolvía. —Entonces... tómame... porque también... te... deseo.

Marco la levantó en brazos, sus pasos firmes mientras la llevaba a su habitación. Sus labios nunca se separaron, su respiración entrecortada mientras exploraban cada rincón del deseo que los consumía.

Cuando llegaron a la habitación, Marco cerró la puerta de un golpe, sus ojos oscuros llenos de lujuria. —Esta noche... solo existes... tú... y no voy a... dejarte... escapar.

Sus labios recorrieron su cuello, sus manos explorando su cuerpo con avidez. Valeria arqueó la espalda, sus cuerpos encajando perfectamente mientras el deseo se desbordaba.

Se amaron con urgencia, con pasión... y con amor.

Cada susurro era una promesa. Cada caricia era un juramento de amor eterno.

Porque habían elegido... amarse... sin miedo.

Y habían decidido... entregarse... el uno al otro... sin reservas.

Cuando el amanecer iluminó la habitación, Marco y Valeria permanecieron enredados bajo las sábanas, sus cuerpos entrelazados mientras compartían el calor de su amor.

Sabían que aún enfrentaban desafíos. Sabían que sus enemigos aún acechaban en las sombras.

Pero también sabían... que su amor... era más fuerte... que cualquier sombra.

Porque habían elegido... amarse... sin miedo.

Y habían decidido... proteger... su amor... a cualquier precio.

Mientras el sol iluminaba la ciudad, Marco y Valeria se prepararon para enfrentar un nuevo día.

Un día lleno de desafíos, lleno de enemigos ocultos en las sombras... pero también lleno de esperanza.



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Editado: 31.07.2025

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