capitulo 26

El sol brillaba alto cuando Marco y Valeria comenzaron a ajustar sus vidas al inesperado embarazo.

Habían derrotado a sus enemigos, habían protegido su liderazgo y habían consolidado su amor. Pero ahora enfrentaban un desafío completamente diferente.

Un desafío... que requería... más valentía... que cualquier batalla.

Marco se había vuelto extremadamente protector, organizando seguridad reforzada alrededor de Valeria y asegurándose de que cada aspecto de su vida fuera seguro y controlado.

Valeria comenzó a sentir la presión de su sobreprotección, sus movimientos limitados y sus decisiones supervisadas. Pero también entendía sus motivos... entendía su miedo de perderla.

Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, su voz suave. —Entonces... ¿realmente... tienes... tanto miedo...?

Marco la miró fijamente, su voz baja y suave. —Sí... porque no puedo... perderte... y porque no puedo... permitir... que nada... les haga... daño.

Valeria sintió cómo su corazón latía con fuerza, sus ojos llenos de emoción. —Entonces... ¿realmente... crees... que no... soy... fuerte...?

Marco apretó los labios, su mirada intensa. —No... tú eres... la mujer... más fuerte... que conozco... pero no puedo... arriesgarme... a perderte... porque tú... eres... mi todo.

Valeria dejó escapar un sollozo tembloroso, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿esto... es amor...?

—Sí. —dijo Marco, su voz firme. —Esto... es amor... y no hay... sombras... que puedan... destruirlo.

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco había elegido su amor. Sabía que su corazón le pertenecía solo a ella.

Pero también sabía... que debía... ayudarlo... a enfrentar... sus miedos.

Días después, Valeria decidió retomar sus actividades en la ciudad, asistiendo a reuniones con líderes locales y supervisando los programas sociales que habían implementado.

Pero Marco no estaba... dispuesto... a dejarla... sola.

Cada vez que Valeria salía de la fortaleza, Marco organizaba un convoy de seguridad con más hombres de los necesarios.

Cada reunión estaba controlada, con guardias vigilando cada entrada y salida.

Cada movimiento de Valeria era seguido de cerca... como si fuera... un objetivo... en lugar... de una líder.

Valeria comenzó a sentirse asfixiada, sus libertades limitadas mientras Marco intentaba protegerla de todo... incluso de su propia sombra.

Valeria lo confrontó una noche en su habitación, sus ojos oscuros llenos de frustración. —Entonces... ¿realmente... crees... que soy... tan débil...?

Marco frunció el ceño, su mirada fría. —No... tú eres... mi fuerza... y mi luz... pero no puedo... permitir... que nada... te haga... daño.

Valeria apretó los labios, su voz temblando. —Entonces... ¿realmente... no confías... en mí...?

Marco sintió cómo su pecho se apretaba, su voz baja. —No... no es... eso... solo... tengo miedo... de perderte... porque ya no... puedo... imaginar... mi vida... sin ti... ni sin... nuestro hijo.

Valeria dejó escapar un sollozo tembloroso, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿realmente... tienes... tanto miedo...?

—Sí. —dijo Marco, su voz temblando. —Porque nunca... he amado... tan profundamente... y porque no puedo... soportar... la idea... de perder... lo que amo.

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco había elegido su amor. Sabía que su corazón le pertenecía solo a ella.

Pero también sabía... que sus miedos... podían... destruir... lo que compartían.

Esa noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Marco y Valeria compartieron un momento de vulnerabilidad y sinceridad.

Valeria apoyó su cabeza en el pecho de Marco, sus dedos trazando círculos suaves en su piel. —Entonces... ¿realmente... crees... que algo... puede... separarnos...?

Marco cerró los ojos, su voz baja y suave. —No... pero he visto... demasiada... oscuridad... y no puedo... permitir... que te toque... ni a ti... ni a nuestro hijo.

Valeria sintió cómo sus lágrimas caían, sus labios temblando. —Entonces... ¿realmente... estás... luchando... contra... tus propias... sombras...?

Marco asintió lentamente, sus ojos llenos de emoción. —Sí... porque el amor... me ha... mostrado... mi mayor... miedo... y no sé... cómo... enfrentarlo.

Valeria lo abrazó con fuerza, sus cuerpos temblando mientras compartían su amor... y su miedo. Sabían que su relación estaba marcada por cicatrices y traiciones. Sabían que sus corazones aún llevaban las sombras del pasado.

Pero también sabían... que juntos... podían enfrentar... cualquier sombra.

Porque habían elegido... amarse... sin miedo.

Y habían decidido... construir... un futuro... juntos.

Días después, Valeria convenció a Marco de que debía seguir adelante con su vida y sus responsabilidades.

Aceptó aumentar su seguridad, aceptó estar rodeada de protección... pero no aceptó ser tratada como una prisionera.

Marco luchó contra sus propios miedos, enfrentando sus sombras internas mientras aprendía a confiar en la fuerza de Valeria.

Pero también... se volvió... más... posesivo.

No soportaba verla cansada, insistiendo en que descansara constantemente.

No soportaba verla estresada, asumiendo sus responsabilidades para protegerla de cualquier carga.

No soportaba verla preocupada, haciendo todo lo posible por mantenerla feliz y segura.

Valeria comenzó a sentir la presión de su posesividad, sus movimientos controlados y sus decisiones cuestionadas.

Pero también sabía... que era... su forma... de proteger... lo que amaba.

Cuando el amanecer iluminó la habitación, Marco y Valeria permanecieron enredados bajo las sábanas, sus cuerpos entrelazados mientras compartían el calor de su amor.

Valeria apoyó su cabeza en el pecho de Marco, sus ojos llenos de emoción. —Entonces... ¿realmente... podemos... hacerlo...?

Marco acarició suavemente su cabello, sus labios curvándose en una sonrisa. —Sí... porque estamos... juntos... y no hay... sombras... que puedan... destruirnos.