Rey de sombras, reina de Luz

capitulo 28

El amanecer iluminaba la ciudad cuando Marco y Valeria comenzaron a encontrar un equilibrio en sus vidas.

Habían enfrentado sus miedos, habían discutido sus diferencias y habían aprendido a confiar el uno en el otro. Pero también sabían... que su viaje... apenas... comenzaba.

Marco luchaba todos los días contra su impulso de protegerla excesivamente. Cada vez que Valeria salía de la fortaleza, sentía su pecho apretarse y su mente imaginar peligros que acechaban en cada esquina.

Pero también sabía... que no podía... controlarla.

Porque Valeria era fuerte, valiente... y merecía la libertad de vivir su vida sin miedo ni limitaciones.

Y él... debía... confiar... en su fuerza.

Días después, Valeria comenzó a retomar sus actividades con más libertad.

Asistió a reuniones comunitarias, supervisó programas sociales y lideró eventos en la ciudad.

Rodeada de seguridad, sí... pero sin la mirada vigilante y posesiva de Marco a cada paso.

Valeria comenzó a sentirse... viva otra vez.

Empezó a recuperar su confianza, a recordar su propósito como líder y a sentir la emoción de luchar por un futuro mejor para su gente.

Pero también comenzó a sentir... una emoción... diferente.

Una emoción que hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas cada vez que veía a los niños corriendo por las calles o escuchaba sus risas inocentes.

Valeria apoyó sus manos sobre su vientre aún plano, sus labios curvándose en una sonrisa. —Entonces... ¿realmente... estás... ahí...?

Sus ojos se llenaron de emoción, su corazón latiendo con fuerza. —Voy a... protegerte... y voy a... amarte... con todo... mi ser.

Valeria sabía... que su vida... estaba a punto... de cambiar... para siempre.

Una noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Valeria compartió sus pensamientos con Marco en su habitación.

Valeria apoyó su cabeza en el pecho de Marco, sus dedos trazando círculos suaves en su piel. —Entonces... ¿realmente... estás... preparado... para esto...?

Marco cerró los ojos, su voz baja y suave. —No... pero voy a... aprender... y voy a... amarte... sin miedo.

Valeria sintió cómo sus lágrimas caían, sus labios temblando. —Entonces... ¿realmente... confías... en mí...?

—Sí. —respondió Marco, su voz firme. —Porque tú... eres... mi fuerza... y mi luz... y no hay... sombras... que puedan... destruirnos.

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco estaba enfrentando sus propios miedos. Sabía que estaba eligiendo amarla sin control.

Pero también sabía... que juntos... podían... construir... un futuro... diferente.

Días después, mientras supervisaban una reconstrucción en el centro de la ciudad, Valeria sintió un mareo repentino.

Se sostuvo del borde de una mesa, su visión nublándose mientras una ola de náuseas la golpeaba. Cerró los ojos, respirando profundamente mientras el mundo giraba a su alrededor.

Marco estaba a su lado en un instante, sus manos firmes mientras la sostenía. —¿Estás... bien...? ¿Qué... sucede...?

Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, sus labios temblando. —Solo... un mareo... nada... grave...

Pero Marco no estaba... convencido.

Sus ojos oscuros estaban llenos de preocupación, sus manos temblando levemente mientras la ayudaba a sentarse. —Vamos a... regresar... a casa... necesitas... descansar.

Valeria apretó los labios, su frustración evidente. —Estoy... bien... solo... necesito... un momento...

Marco frunció el ceño, su mirada intensa. —No... vamos... a casa... no voy a... arriesgarme...

Valeria lo observó en silencio, su corazón apretándose. Sabía que Marco aún luchaba contra sus miedos. Sabía que su instinto era protegerla a cualquier precio.

Pero también sabía... que no podía... permitir... que sus miedos... regresaran.

Cuando regresaron a la fortaleza, Marco insistió en que Valeria descansara en la cama mientras llamaba al médico.

Valeria se recostó con resignación, sus ojos oscuros llenos de frustración mientras observaba a Marco moverse con ansiedad.

Valeria dejó escapar un suspiro tembloroso, su voz suave. —Entonces... ¿realmente... aún... no confías... en mí...?

Marco se detuvo en seco, sus ojos llenos de asombro. —No... no es... eso... solo... tengo miedo... de perderte.

Valeria apretó los labios, sus lágrimas cayendo. —Entonces... ¿realmente... no puedes... confiar... en mi fuerza...?

Marco sintió cómo su pecho se apretaba, sus hombros tensos. —No... no puedo... perderte...

Valeria lo observó en silencio, su respeto creciendo. Sabía que Marco luchaba contra sus propios miedos. Sabía que sus intenciones eran protegerla.

Pero también sabía... que él... debía... aprender... a confiar... en su fuerza.

Esa noche, mientras Valeria dormía profundamente, Marco reflexionó en silencio junto a la ventana.

Observó las estrellas en el cielo, sus ojos oscuros llenos de vulnerabilidad.

Sabía que su amor por Valeria era profundo e intenso. Sabía que haría cualquier cosa para protegerla.

Pero también sabía... que su miedo... podía... destruir... lo que compartían.

Marco cerró los ojos, sus labios temblando. —Entonces... ¿realmente... puedo... dejarla... vivir...?

El amanecer llegó lentamente, bañando la habitación con luz dorada mientras Marco tomaba una decisión.

Iba a... enfrentar... sus miedos.

Iba a... confiar... en la fuerza... de Valeria.

Iba a... amarla... sin miedo.

Cuando el sol iluminó la habitación, Marco se acercó lentamente a Valeria, sus manos temblando mientras acariciaba suavemente su vientre.

Marco dejó escapar un suspiro tembloroso, sus ojos llenos de emoción. —Entonces... ¿realmente... vamos a... ser... padres...?

Valeria abrió los ojos lentamente, sus labios curvándose en una sonrisa. —Sí... y voy a... amarte... sin miedo... y voy a... luchar... por nosotros.



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Editado: 31.07.2025

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