Al caminar por un buen rato, ya se podía ver un campamento estilo medieval a unos metros. Eso le pareció extraño y le dió algunas dudas, así que aceleró el paso. Cuando quiso darse cuenta ya estaba frente al campamento, y las huellas habían desaparecido.
Respiró hondo y exhaló, puso un pie dentro del campamento y sonrió. Mientras caminaba miraba todo su entorno sin entender qué sucedía en este lugar.
-Se toman demasiado en serio la temática medieval- expresó mirando extrañado.
De pronto chocó con alguien y cayó hacia atrás encima del ciervo. Largó un quejido por el golpe y las personas se rieron de él.
Se levantó y le pidió disculpas, pero lo miró con desagrado y siguió su camino. Él se molestó mucho por la falta de educación. Sacudió la ropa para quitarse la tierra.
Giró hacia atrás para tomar nuevamente el ciervo, pero ya no estaba más, se lo habían robado.
-¿¡Quién fue el que se llevó el ciervo!?- preguntó con furia.
Se acercó un hombre, enorme por donde sea que lo mirases, Ezequiel lo miró y se aterró demasiado.
-¿Fu... Fuiste tú...?- preguntó nervioso.
La persona afirmó con un gruñido.
-¿Pu... Puedes devolvérmelo, por favor?
Las personas de su alrededor se reían.
-Claro- contestó tranquilamente.
Se puso contento con la respuesta. Estaba a punto de agradecerle, pero recibió un golpe en el estómago, lo que provocó que cayera al suelo y comenzara a revolcarse por el dolor.
-¿Por qué me golpea? ¿¡Por qué!?
No paraba de quejarse por el dolor, hasta que apareció una chica que parecía tener su misma edad. Intentó tranquilizarlo, luego de unos segundos lo logró. Colocó el brazo de Ezequiel en su hombro y lo llevó a una jaima para que se recupere del golpe.
-¿Dónde estabas anoche? Me preocupaste.
-Estaba en un lago.
-¿¡Y qué hacías en el lago!?- preguntó histérica.
No sabía qué responderle, así que hizo un gesto dando entender que no lo sabía. La chica suspiró y se acostó a su lado.
-Sonará raro, pero, ¿Puedes decirme tu nombre?
-¿Que le diga mí nombre? ¿Acaso se golpeó la cabeza? Hilda...- contestó confundida. -anoche el comandante nos avisó que el mes que viene iremos a la guerra.
-¿¡Una guerra!?- preguntó levantándose alterado. -¿Por qué iremos a una guerra?
-¿Te encuentras bien? Estás actuando raro.
-Sí, lo siento.
-Los sajones están atacando otros campamentos aliados. Y no vamos a dejar que hagan lo que quieran.
-Entiendo. Debe ser algún evento, puede ser interesante. Pero... ¿Cómo me conoce? ¿¡Y por qué me golpearon!? ¡Se toman muy en serio los papeles!
-¡Erik! ¡Erik!- la voz era muy grave e imponía pesadez.
De pronto un hombre enorme entró la jaima.
-Al fin, Erik, te encontré- expresó mientras miraba a Ezequiel.
-¿Erik? ¿Qué... Está pasando? Además... ¿¡Por qué me está sacando afuera a los tirones!?
Cayó sobre el suelo. Se levantó y miró a todos lados sin entender nada. Había una gran cantidad de personas paradas a su alrededor.
-¿Alguien puede decirme qué está...?
De repente se acercó hacia él un individuo. Golpeó a Ezequiel con una patada en el estómago. Cayó rodando bruscamente. Las personas gritaban muy emocionados.
Con mucho esfuerzo se levantó, y al hacerlo le golpeó de nuevo en el estómago con un puño. Cayó de rodillas y se tocó el estómago por el dolor, ya estaba muy aterrado y se le caían las lágrimas.
-¿Por qué de nuevo? En serio, ¿Por qué me golpean de esta manera? ¿Es parte de la experiencia? ¿Puedo negarme?- levantó la cabeza. -ya no quiero...
Al instante sintió un escalofrío que recorrió por todo su cuerpo al ver el rostro del hombre. No se podía mover por lo aterrado que estaba.
Sentía que ya lo conocía, no podía explicarlo.
-¡Erik, reacciona! ¡No te quedes en el suelo!- era la voz de una chica que no podía ver.
De inmediato regresó a la realidad y comenzó a gatear.
-Por favor... Que alguien me ayude... ¿Por qué se quedan allí riéndose? Me va a matar- sus ojos estaba envuelto en lágrimas. -no quiero... No quiero... ¡No quiero morir! ¿¡Acaso esto no es un evento!? ¿¡Qué es esto!?
Hilda apareció entre la multitud y le arrojó una daga cerca suyo. Ezequiel no sabía qué podría hacer con ella, pero aun así la tomó. Comenzó a tener un hormigueo en todo su cuerpo, de pronto dejó de sentir miedo. Se levantó y su mirada ya no era la misma, tenía una mirada que daba escalofríos.
Las risas se habían acabado, estaban todos serios. Ezequiel caminó hacia el contrincante. Preparó su espada mientras él se acercaba. Ezequiel ya había deducido el ataque del contrincante por su postura.
Su enemigo lanzó su ataque con la espada, pero logró esquivarlo, aunque por poco. Ezequiel dio un gran salto y le cortó la tráquea, salpicó mucha sangre. Quedó de rodillas con los ojos en blanco, hasta que terminó por caer.
Ninguno de los que se encontraban presentes podían creer lo que había sucedido. Quedaron todos en silencio. Al igual que Hilda.
-¡Ese es mí hijo!- exclamó el hombre que había sacado a Ezequiel de la jaima.
Luego de eso, los demás también gritaron emocionados por la pelea. El padre de Ezequiel se acercó hacia él y le tomó del brazo para levantárselo. Gritó mucho más fuerte que antes al igual que el resto.
Ezequiel ya se había tranquilizado y entendió que ya no estaba en su época. Miró a todos felicitándolo y se emocionó demasiado. Hasta dejarse llevar por el momento, comenzó a gritar muy emocionado.
Luego del gran momento que había sucedido, inmediatamente comenzaron a festejarlo con un gran banquete en medio del campamento.