-Quieren creer a toda costa que soy Erik, ¿Por qué no lo entienden? Pero es bueno que lo crean así. De ese modo no me tratarán como brujo o algo así.
Al regresar con los gemelos, ellos estaban de pie. Astrid tenía el arco en mano e Izan la espada.
-¿Por qué están armados? La guerra aún no comenzó- expresó Ezequiel bromeando.
-Creen que estaban hablando sobre lo inútiles que son- contestó Aila. -les dije que no era así, pero ya lo están viendo.
-Queremos seguir entrenando, Aila nos contó sobre una guerra que se aproxima el próximo mes, y no queremos ser un estorbo. O… Morir- comentó Izan.
-Entiendo… Fulker, ¿Eres bueno con el arco, no? ¿Por qué no la entrenas?
-Bien, pero también tendrá que saber usar un poco la espada. Nunca hay que confiarse, o podría ser tu fin- miró a Astrid con seriedad.
Se sintió intimidada.
-Si crees que es necesario, entonces está bien. Pero deja de mirarme así, me asustas.
-¿Te asusto? ¿Y qué harás en la guerra? Si te asustas por mí mirada, te asesina…
-Fulker, es suficiente- expresó Ezequiel interrumpiéndolo.
-¿Crees que servirá si se asusta por una mirada?- preguntó con soberbia. -Erik, morirá.
-El valor se puede entrenar- expresó Hilda. -ayúdala en eso. Yo haré lo mismo con Izan y Aila, ¿Verdad?
-¡Sí, seremos muy fuertes y mataremos a todos!- exclamó Aila con voz de bárbaro. Todos quedaron atónitos. -¿Me excedí?
-Un poco…- contestó Hilda. -pero así se habla, ¡Mataremos a todos nuestros enemigos!
-¿Qué hay de los daneses? También son vikingos como nosotros- comentó Ezequiel.
-También los mataremos- expresó Fulker. -no importa si son vikingos, ellos nos traicionaron.
-Pero podrían ser algún grupo de rebeldes que se unieron a los sajones, no sería la primera vez- contestó Hilda.
-Como lo hizo ese Folke, también se unió a los sajones junto a ese grupo- añadió Ezequiel. -y no por eso traicionamos a nuestra sangre vikinga, ¿No?
-Así es, nosotros los nórdicos, no somos traidores- expresó Hilda.
-No tanto… Por Folke… Pero sí- añadió Ezequiel.
-¿Iremos a entrenar o qué?- preguntó Aila. -me estoy aburriendo.
-Cambiaste de actitud muy rápido- expresó Hilda.
-Algo cambió en mí desde ese momento.
-Claro, te entiendo. Me pasó lo mismo- expresó Ezequiel.
*
Se encontraban en la zona de su refugio, acompañados por tres guardias; Rena los había enviado para proteger a Ezequiel, no quería que su único hijo y heredero muriera. Ezequiel se sentía aburrido por estar sólo mirándolos, así que decidió pelear contra Aila, ya que la veía peleando bien.
-¿Cómo mejoraste tanto?- preguntó Ezequiel mientras peleaban.
-No lo sé. Quizás mí sangre vikinga y la enseñanza de Hilda están ayudándome.
-¿En serio? ¿Puede ser que hayas tocado alguna piedra brillante?
-¿Como la que mencionaste?
-Así es.
Frenó de repente, Ezequiel por poco cae encima de ella.
-Mierda, ¿Por qué hiciste eso?
-Lo siento.
-Está bien.
-A tu pregunta de la piedra… Sí, toqué una hace poco.
-¿¡En serio!?- los demás miraron hacia ellos por un momento. -¿En serio? ¿Entonces por qué no lo mencionaste antes?
-Tenía miedo de lo que podía decir los demás. Además porque también lo encontré en una choza parecida a la que fuimos.