Reyes Del Caos

Capítulo 3: Sombras del Pasado

El camino hacia el norte era implacable y lleno de incertidumbres. La compañía de Caelum avanzaba por senderos estrechos que se abrían paso a través de densos bosques, una maraña de árboles centenarios que parecían murmurarse secretos entre ellos. La atmósfera estaba impregnada de un aire de misterio; el crujido de las hojas bajo sus pies resonaba como un eco del pasado, un recordatorio de los tiempos difíciles que precedieron a la guerra.

El grupo estaba compuesto por cuatro valientes: Caelum, Lady Lyra, que era tan astuta como guerrera, y el Sabio Eloran, cuya sabiduría era tan profunda como los bosques que atravesaban. Sus corazones palpitaban de inquietud, sin saber qué les esperaba más adelante.

"¿Estás seguro de que este es el camino correcto?", preguntó Lyra, mientras su mirada escaneaba los alrededores, alerta a cualquier movimiento inusual. "Los vientos del norte son conocidos por llevar consigo más que solo el frío. Historias hablan de Sombra y sus aliados merodeando en estas tierras."

"Sí", respondió Caelum, su voz firme pero cargada de la pasión de su misión. "Este es un lugar significativo. Mis padres me contaron sobre antiguas alianzas que se forjaron aquí, en estas tierras que una vez fueron unidas en la batalla contra fuerzas oscuras. Debemos persuadir a los reinos que queden leales a nuestras antiguas tradiciones."

Eloran, con su mirada anciana que parecía capaz de leer el alma de cada ser, intervino. "Cuidado, joven príncipe. El pasado no siempre es un camino de unión, a menudo está lleno de heridas que aún no han sanado. No solo deberemos enfrentarnos a Sombra, sino a los fantasmas de los acuerdos que fracasaron antes."

La advertencia de Eloran resonaba en la mente de Caelum mientras avanzaban hacia el primer reino en la lista de su misión: Éldoria, una vez un aliado en tiempos de paz, pero que ahora estaba dividido por los conflictos internos instigados en parte por la influencia de Sombra. Era un reino despojado de su antiguo esplendor, donde ahora corrían rumores de traiciones y desconfianza.

Al llegar a las puertas de Éldoria, la escena era inquietante. Las murallas, que alguna vez habían brillado con banderas ondeando, estaban manchadas y desmoronadas. Caelum sintió un escalofrío recorrer su espalda. "Esto no es lo que esperaba", murmuró, mirando las puertas cerradas ante ellos. "¿Cómo podemos convencer a un reino que parece haber perdido su fe?"

Lyra estudió el horizonte, el sol asomaba cada vez más alto, iluminando los detalles desgastados de la fortaleza. "Podemos comenzar con un mensaje de paz. Yo conoceré a los guerreros en el reino y les hablaré de lo que hemos presenciado. El poder de la palabra puede ser tan potente como el acero en combate."

En ese momento, un grupo de ciudadanos salió de las sombras del campamento, sus ojos llenos de desconfianza. Eran guardianes del reino, armados pero cautelosos. Uno de ellos, un robusto guerrero con cicatrices que contaban historias de viejas batallas, se adelantó.

"¿Quiénes son ustedes y qué buscan en Éldoria?", preguntó, su voz resonando con autoridad.

Caelum dio un paso adelante, su corazón latía con fuerza mientras recordaba las palabras de su padre sobre la gente de Éldoria. "Soy el príncipe Caelum, hijo del rey Alaric de Nythara. Venimos en busca de aliados. El peligro de Sombra nos amenaza a todos, no solo a nosotros."

El guerrero lo miró con recelo. "¿Alianzas? ¿Por qué deberíamos confiar en un príncipe que ni siquiera conoce nuestras angustias?"

"Porque nuestras angustias son comunes", interrumpió Lyra, su voz clara y decidida. "Ayer llegó el eco de la guerra a Nythara, y mañana podría llegar a su puerta. He visto el caos y la destrucción. Lo que llega no conoce fronteras. Cada caída de un reino se siente en los demás."

Hubo un murmullo entre la multitud, y el guerrero cambió de postura. "Tal vez sea cierto, pero las promesas son solo palabras vacías aquí. Necesitamos acción, no discursos. Y lo que más importa, necesitamos pruebas de su valentía."

El grupo intercambió miradas, sabían que no podrían avanzar sin demostrar que estaban listos para luchar. Caelum centró su mirada en el líder de los guardias. "Danos una oportunidad de demostrar nuestra valía. Permítenos participar en una prueba, un duelo, un desafío que hable por nosotros. Y si prevalecemos, sabrás que somos dignos de tu confianza."

Después de un momento de intensa reflexión, el guerrero asintió lentamente, su expresión aún vigilante. "Muy bien, podrán probarse. Pero no solo se jugará su honor; se jugará el futuro de Éldoria. Las reglas se establecerán. Dos de ustedes lucharán, y el que gane habrá probado él coraje. Veninos mañana al amanecer."

El grupo se retiró para encontrar un lugar donde acampar y prepararse. Caelum sentía la presión de la inminente prueba en su pecho. "No podemos fallar", murmuró, con el rostro determinado.

Esa noche, se reunieron junto a una fogata. Lyra se mantuvo enérgica, preparando sus armas con una concentración intensa. Eloran, en cambio, los observaba con sabiduría, recordándoles que la lucha siempre requiere más que solo fuerza; se necesitaba estrategia, tácticas y también cooperación.

"Es fundamental que te conozcan, Caelum", dijo Eloran. "Tus acciones durante el enfrentamiento no solo definirán el resultado de este duelo; también mostrarán quién eres. No solo luchas por Nythara, luchas por el legado de tu padre y el futuro de todos los reinos."

Mientras las llamas danzaban, Caelum sintió la gravedad de esas palabras. No solo se trataba de demostrar que eran dignos; se trataba de encender una chispa de esperanza en un reino que había olvidado lo que significaba unirse.

Al amanecer, el aire era fresco y vibrante. Mientras los guerreros de Éldoria se reunían alrededor del improvisado campo de duelo, Caelum se preparó con una mezcla de nervios y determinación. Lyra y Eloran lo animaron, recordándole la importancia de lo que estaba en juego.




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