Reyes Del Caos

Capítulo 4: Ecos Olvidados

La mañana en Éldoria comenzó cargada de una energía palpable. Mientras el sol ascendía, bañando el cielo de tonos naranja y dorado, la expectación en el aire creció junto con el fragor de la multitud que se había reunido para presenciar el duelo. Caelum se sintió en un territorio tanto emocionante como aterrador, donde su futuro y el de su reino pendía de un hilo.

El terreno donde se llevaría a cabo el desafío era rudimentario pero simbólico; un círculo marcado en la tierra, rodeado de blechos de hierba que parecían hincharse con cada susurro de la brisa. A medida que los guerreros de Éldoria se alineaban, un manto de murmullos se extendió por la atenta audiencia.

El líder de los guardias que había recibido al grupo se adelantó, su postura fortalecida por la firmeza de una disciplina enfocada en el honor. "Hoy, el príncipe Caelum y uno de nuestros mejores hombres, Bryn, se enfrentarán en un duelo para demostrar el valor de Nythara. Que la justicia y la integridad guíen este combate".

Bryn, un hombre corpulento con una mirada resuelta, se acercó a Caelum. "No tomaré la lucha a la ligera. He visto las sombras del pasado así como los sacrificios de mi pueblo". En la voz de Bryn existía una mezcla de dolor y determinación. Esto no era solo una pelea para él; era un símbolo de orgullo para un reino que había caído en la desconfianza.

"Yo tampoco lo haré", respondió Caelum, sintiendo el peso de las expectativas de su pueblo. "Lucharé con todo mi ser, no solo por mí, sino por nuestras vidas y futuro".

Los dos guerreros tomaron su lugar en el centro del círculo, una atmósfera reverente se cernía sobre la multitud. Cada aliento que tomaban era pesado con la historia que se contaba. Para muchos ahí presentes, esta lucha evocaba ecos olvidados de lealtad y traición, pasadas que aún susurraban en los rincones de sus corazones.

"¡Que comience la lucha!", gritó el líder, y el sonido de una trompeta resonó en el aire, rompiendo la tensión que ocupaba el espacio. Caelum sintió que su sangre se agitaba mientras levantaba su espada, y la atmósfera se volvía eléctrica.

Bryn cargó contra él, impulsado por la fuerza que podría igualar a un toro, y el clangor del metal resonó cuando las espadas chocaron. Cada golpe reverberaba como un eco de antiguas batallas, recordándole las historias de sus antepasados, guerreros que también lucharon en la búsqueda de la libertad.

Los movimientos de Bryn eran feroces, cada ataque bien dirigido y cargado de ferocidad. Caelum se defendió, sus instintos despertaron, esquivando y contraatacando. La gritería de la multitud crecía, los vítores y los gritos de aliento llenando el aire. Con cada ataque, los recuerdos del pasado luchaban con el presente; su mente estaba saturada de historias de héroes que habían luchado millas y mil batallas atrás.

Mientras sus espadas chocaban, un sonido más sutil se colaba en el aire; era un eco lejano, una resonancia de guerra, de batallas perdidas y lecciones no aprendidas. En ese instante, Caelum sintió como si el peso del miedo y la ira del pueblo se uniera a él en un solo grito.

"Recuerda, Caelum", gritó Eloran desde la multitud. "La lucha no es solo de fuerza física. Requiere una mente aguda y la voluntad de escuchar al pasado."

Respirando hondo, Caelum se tomó un momento para calibrar. Se dio cuenta de que, en su desesperación por ganar, había descuidado el poder de la estrategia. Con un nuevo enfoque, comenzó a moverse con más agilidad. Cada ataque de Bryn se volvía predecible, y Caelum vio una brecha en su defensa.

Con un giro astuto, Caelum logró conectar su espada con el brazo de Bryn, obligándolo a retroceder. La multitud contuvo el aliento, pero no fue el triunfo lo que llenó su corazón, sino la recopilación de su fuerza.

"¡Es suficiente!", gritó, levantando su espada al cielo y significando su intención de detener el combate. “No busco la victoria solo para mí. Quiero la unidad de nuestros reinos. La lucha no termina aquí, y el dolor de nuestras historias pasadas no debe definir nuestro futuro”.

Bryn, jadeando y agarrándose la herida, se detuvo. Para sorpresa de todos, una sonrisa se dibujó en su rostro. “Tus palabras son reflejo de la verdad. Hay dolor en nuestro pasado, pero quizás haya esperanza en nuestro presente”. La lección de la lucha se convirtió en un puente entre ellos, y los murmullos de la multitud comenzaron a cambiar.

El líder de los guardias observó la escena, su rostro imperturbable se transformó en una expresión de entendimiento. "Nuestro reino ha sido débil por demasiado tiempo. La traición de las sombras nos ha dejado ciegos. Tal vez esta lucha, más allá del combate, simbolice un nuevo comienzo".

Caelum sintió un alivio arrollador. Había superado el desafío, no solo como guerrero, sino como un líder que podía llenar de esperanza el corazón de su pueblo. "Si me permites hablar en nombre de mi rey y de mis combatientes, venimos a ofrecer una nueva y deseada alianza. Que nuestros reinos se unan no solo en defensa, sino en la búsqueda de paz".

La multitud se convirtió en un clamor de aprobación. La esperanza brillante brilló en sus rostros cansados. Había un destello de unidad entre ellos, un eco del pasado que ya no era solo dolor, sino un camino hacia un futuro compartido.

Caelum y Bryn se abrazaron, desvaneciendo las sombras de desconfianza. Aquella lucha no había sido una simple batalla; se había convertido en el catalizador que uniría a los dos reinos contra la oscuridad que acechaba en el horizonte.

Mientras se retiraban del círculo, Caelum sintió que el rostro de la historia empezaba a cambiar. La lección que traían era clara: el eco de las batallas previas conducía a una nueva era de esperanza si la humanidad decidía unirse.

Y así, bajo el resplandor del sol naciente, los guerreros de Nythara y Éldoria forjaron un pacto, uniendo sus espadas y corazones en un compromiso renovado para luchar contra Sombra y devolver la luz a sus tierras.




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