La nueva alianza entre Nythara y Éldoria trajo consigo un renovado sentido de unidad, pero también reverberaba un eco de nostalgia por las tierras que habían caído ante la sombra de Sombra. Caelum y su grupo, ahora acompañados por Bryn y otros guerreros de Éldoria, se encontraban en el camino hacia la última fortaleza de la resistencia: la Ciudadela de Galen, un lugar olvidado por el tiempo y la guerra, que prometía ser la clave para ganar la próxima batalla.
Mientras marchaban, la conversación se centraba en las leyendas antiguas que hablaban sobre las tierras perdidas. "Galen no siempre fue un refugio de tristeza", comentó Lyra, su voz resonando entre los árboles. "Antiguamente, fue un fuerte bastión de valor y esperanza. Sus murallas estaban llenas de vida y de gente que luchaba por el bien."
"¿Por qué cayó entonces?", preguntó Caelum, mirando a Bryn, esperando una respuesta que pudiera iluminar el oscuro camino de su historia compartida.
Bryn suspiró, recordando. "Sombra atacó hace años, seduciendo a algunos de nuestros propios. Aquellos que no estaban dispuestos a luchar se unieron a él en un pacto de poder. La traición corroyó el corazón de Galen y, como consecuencia, el pueblo se fracturó bajo la presión de dos fuerzas: el miedo y la ambición".
El dolor de lo que había sucedido se sentía palpable. Caelum no podía evitar pensar en cuántas luchas tenían que haber enfrentado esas almas. "¿Y ahora? ¿Hay esperanza para Galen? ¿Podremos restaurar lo que se ha perdido?"
"El tiempo lo dirá", respondió Bryn, su tono lleno de melancolía. "Pero cualquier intento de restauración dependerá del pueblo que lo habita hoy. Si los habitantes siguen afligidos por la traición, probablemente seguirán perdiéndose en sus propias sombras".
A medida que se acercaban a la ciudad, los recuerdos del pasado se tornaban más vívidos. Los ecos de la risa, los aromas de festines y la melodía de las celebraciones se entrelazaban con la desolación que describían las historias que llevaban consigo.
Al atravesar las puertas desgastadas de Galen, la visión que encontraron era un recordatorio escalofriante de lo que había sido. Las calles estaban vacías, y las fachadas de las casas estaban cubiertas de hiedra y polvo. La naturaleza había comenzado a reclamar lo que una vez fue suyo, pero había algo en el aire —una tristeza que se movía como un susurro entre las ruinas.
Mientras exploraban la ciudad, Caelum sintió que una presencia los acechaba. Al mirar hacia atrás, vio sombras moviéndose entre los escombros, una figura siniestra fugaz que pareció desaparecer. "¿Vieron eso?", preguntó, mirando a su alrededor.
Lyra frunció el ceño, levantando su espada al encarar la sensación de peligro. "No debemos dejar que nuestras mentes jueguen con nosotros. Los ecos del pasado pueden manifestarse de muchas formas, pero no podemos permitir que nos frenen".
De repente, un grito desgarrador resonó a través de la ciudad, un lamento que parecía provenir del mismo corazón de Galen. Los guerreros se detuvieron, y el silencio se volvió denso; la atmósfera se llenó de una energía ominosa.
"¿Qué fue eso?", preguntó Caelum, el pelo de su cuello erizándose mientras el eco del grito continuaba resonando.
"Podría ser un cautivo", sugirió Bryn. "O tal vez el lamento de un espíritu atrapado en esta tierra perdida. Debemos investigar".
Siguiendo el sonido, el grupo encontró una antigua plaza rodeada de estatuas en ruinas que parecían contar historias de honor. En el centro, un grupo de habitantes sobrevivientes de Galen estaba reunido, sus rostros desgastados y temerosos. Una anciana con cabellos canosos se tambaleaba entre las sombras, su voz un susurro estremecedor mientras recitaba un lamento.
"¿Quiénes son ustedes?", preguntó Bryn, acercándose a la anciana con cautela. "Estamos aquí en busca de aliados. La sombra de Sombra se cierne sobre todos nosotros".
La anciana levantó la vista, y en sus ojos brilló un profundo dolor. "Hemos perdido tantas vidas y esperanzas. En Galen, la traición ha dejado marcas que nunca sanarán. Aquellos que se unieron a Sombra están aquí con nosotros, vagando como sombras. Probaron del poder y destruyeron nuestras casas. No hay paz aquí, solo un dolor que resuena".
Al escuchar su historia, Caelum sintió como si una cadena invisible se levantara en su pecho. "Anciana, venimos en busca de restaurar la unidad. Si hay cualquier forma de ayudar, podemos luchar juntos contra Sombra y sus seguidores. Nuestras fuerzas pueden encontrar apoyo en la lucha por la libertad".
"¿Libertad?" la anciana repitió, su voz llena de incredulidad y tristeza. "Hemos sido traicionados tan a menudo que ya no sabemos qué significa realmente. ¿Cómo podríamos confiar en un príncipe de otro reino?"
Caelum sintió la desesperación llenar la atmósfera, pero también encendió una chispa en su determinación. "Pido que nos permitan demostrarlo. Con la fuerza de Nythara y Éldoria unidas, podemos erradicar la sombra que ha cubierto su hogar. Permítannos pelear no solo en su nombre, sino por las memorias de los que han caído".
La anciana miró a los demás del pueblo, muchos de ellos se aferraban a la esperanza apagada, pero el eco de su lamento seguía resonando. Fue entonces cuando, a través del corazón tembloroso de la anciana, una luz de entendimiento comenzó a brillar.
"Tal vez", dijo, su voz se tornó más firme, "quizás hay valor en esto. Quizás la unión puede sanarnos. Pero, necesitarás encontrar el corazón de Galen, un artefacto que fue perdido en los escombros. Solo luego podremos luchar contra Sombra sin temor al fracaso."
"¿El corazón de Galen?" preguntó Lyra. "¿Qué es?"
"La esencia de nuestra ciudad, una reliquia que mantenía la paz y la prosperidad. Sin él, estamos condenados a vagar en el dolor de nuestro pasado", explicó la anciana. "Está escondido en las Criptas del Lamento, justo más allá de aquí. He sentido su presencia, un eco de esperanza ahogado por sombras, pero nadie ha tenido el valor de buscarlo".
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Editado: 10.12.2025