La oscuridad envolvía las Criptas del Lamento como un manto de sombras. Caelum, Lyra, Bryn y Eloran se acercaban al umbral de la antigua entrada, entre las piedras desgastadas que parecían murmurar advertencias a medida que se aproximaban. La atmósfera era densa, y un escalofrío recorría sus espinas mientras el eco de sus pasos resonaba en la penumbra.
"Recuerden, el corazón de Galen es una esencia poderosa. Sin embargo, también es un símbolo de la ambición que corrompió nuestra ciudad. Debemos actuar con cuidado", aconsejó Eloran, su voz retumbando como un eco antiguo en el silencio del lugar.
"Sí, pero debemos ser rápidos. La sombra de Sombra se extiende, y con cada momento que pasa, más vidas están en juego. Si conseguimos encontrar el corazón, podremos unir a los pueblos bajo un mismo objetivo", sostuvo Caelum, la determinación resplandecía en sus ojos.
Mientras avanzaban a través del umbral desgastado de las criptas, una tenue luz verde comenzó a emanar de las paredes, revelando inscripciones antiguas que adornaban las piedras. Las imágenes contaban historias de gloria y grandeza, pero también de la traición que había llevado a Galen a su ruina.
"¿Ven eso?", apuntó Bryn, señalando un mural que retrataba a un grupo de guerreros, sus rostros marcados por una mezcla de orgullo y dolor. "Eran nuestros ancestros. Pero miren esas figuras sombrías en la esquina... quizás eran los mismos que algún día se alzaron contra ellos".
"Las sombras siempre están entrelazadas con la historia", reflexionó Eloran, su mirada anclada en el mural. "Cada victoria tiene su precio, y cada traición deja cicatrices profundas".
A medida que se adentraban más, la luz verde iluminaba un camino estrecho. Caelum sintió una vibración en el aire, un estremecimiento que resonaba y parecía provenir del corazón de la cripta. "Estamos cerca", declaró, el aliento acelerando en su pecho.
De repente, una risa burlona resonó en la oscuridad, y el corazón de Caelum se detuvo. "¿Quién se atreve a entrar en nuestras tierras sagradas?", preguntó una figura emergiendo de las sombras. Era un hombre de apariencia oscura, con ojos que brillaban con malicia. "Así que los herederos de Galen desean recuperar su voz. Qué encantador".
"¿Quién eres?", preguntó Caelum, su postura volviéndose defensiva. "No tenemos tiempo para juegos".
"Soy Inigo, un agente de Sombra", respondió el hombre, su voz suave pero llena de veneno. "He estado esperando su llegada. La insurrección de Galen es un sueño terminado. Las sombras que han provocado tus lamentos han aumentado su poder. Ahora, no solo buscan su reliquia, sino que también han venido a alimentarse de su esperanza".
"¿Qué has hecho con los habitantes de Galen?", exigió Bryn, el furor en sus ojos brillando como el metal de su espada.
Inigo sonrió. "Son mis marionetas, alimentados con sus miedos y rencores. Aquí, en estas criptas, alimentamos las dudas y las traiciones. Solo a través del conflicto podemos ganar más poder. Te han engañado al creer que la puerta a la unidad está en el corazón de Galen".
Nuevas sombras comenzaron a danzar alrededor de ellos, y las formas de antiguos traidores emergieron de las paredes como ecos del pasado. Eran figuras vestidas en armaduras, su piel grisácea y ojos vacíos, que representaban las traiciones que habían despojado a Galen de su propio espíritu.
"¡Sigan allí!", gritó Caelum. "¡Debemos hacernos un camino entre ellos! ¡No dejaremos que estas sombras nos detengan!"
Lyra se lanzó hacia adelante, su espada brillando al golpearse con las sombras. Su furia era pura y decidida. Cada corte derribaba a una de las figuras, liberando un susurro desgarrador mientras desaparecían en la nada.
Bryn también se unió, luchando con la fuerza de la historia de su pueblo. Desatando su hacha, se enfrentó a las figuras y a Inigo, decidido a liberar a Galen de las cadenas que aún lo mantenían atrapado.
"¡No se detengan!", clamó Eloran, usando su magia ancestral en un intento de disipar la oscuridad que los rodeaba. Con un gesto de sus manos, un resplandor plateado iluminó el espacio, descubriendo la profundidad de las sombras que asediaban la cripta.
Caelum sintió una llama de valentía arder en su pecho. "¡Luchamos no solo por nosotros, sino por la esperanza de todos los que han sufrido! ¡No dejaremos que esta oscuridad nos consuma!".
Mientras el grupo luchaba con determinación, los ecos de la traición parecían manifestarse en un tumulto de sombras que se fundían y desvanecían. Las figuras eran temibles, pero se volvieron más débiles a medida que la luz de su esperanza brillaba con más fuerza.
Finalmente, en un destello de resolución, Caelum asumió el papel de líder. Con la valentía predominando sobre el miedo, se lanzó hacia Inigo, empujando con su espada en un movimiento decidido. "¡Tu juego ha terminado! Nunca volverás a alimentar el caos en nuestro pueblo".
Inigo retrocedió, el terror momentáneo quedando reflejado en su rostro. En un último intento, alzó las manos, llamando a las sombras que intentaban tragar a Caelum, pero el príncipe era más fuerte. Con un movimiento final, la espada de Caelum cortó a través de la oscuridad, y la luz de la esperanza estalló en una brillante vibración.
Las sombras se disolvieron en un grito agonizante, y los ecos de traiciones y miedos se desvanecieron en la oscuridad. Inigo cayó de rodillas, incapaz de soportar su derrota, y Caelum lo miró, sus ojos llenos de determinación.
"Jamás volverás a tener control sobre nuestro futuro. Lo que hemos enfrentado hoy no nos detendrá. Te enfrentarás a nuestra unión, y la luz prevalecerá".
El ambiente cambió. Los ecos de lo que había sido se transformaron, y el peso de Galen parecía levantarse del suelo. Caelum sintió que el aire dentro de las criptas brillaba con nueva vida. La conexión con las historias del pasado había sido restaurada, y la búsqueda del corazón se sintió más clara.
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Editado: 10.12.2025