La luz de un nuevo día bañó las Criptas del Lamento en un resplandor dorado, un símbolo de renacimiento y nueva esperanza. Caelum y sus compañeros, después de haber derrotado a Inigo y disipado las sombras que habían atormentado Galen, se encontraron reunidos en el centro de la cripta. Las viejas piedras, ahora iluminadas, parecían vibrar con una energía renovada, como si el mismo corazón de Galen estuviera despertando.
Con el eco de la victoria aún resonando en sus oídos, Eloran se volvió hacia el grupo. "Hemos hecho un gran avance al enfrentar a Inigo y las sombras del pasado, pero nuestra lucha no ha terminado. Sombra sigue acechando, y tenemos que actuar rápido".
"Debemos regresar a Galen y unir a nuestro pueblo. La noticia de nuestra victoria aquí puede ser el catalizador de una resistencia efectiva", sugirió Bryn, su voz firme.
Lyra asintió. "Con el corazón de Galen en nuestras manos, tenemos un símbolo que puede unir a todos los guerreros en la lucha contra Sombra. Si podemos mostrarles que hemos rescatado lo que se creía perdido, podemos restaurar la fe en nuestro pueblo".
La motivación en el grupo era palpable; sabían que el tiempo apremiaba. Se apresuraron a salir de las criptas, cada paso que daban resonando como una promesa de lucha y un eco de esperanza.
Al llegar nuevamente a la superficie, la atmósfera era distinta. Los cielos estaban despejados, y el aire fresco parecía estar impregnado de un sentimiento de anticipación. Un nuevo sentido de propósito guiaba a cada uno de ellos mientras se dirigían de regreso a la Ciudadela.
Al llegar al pueblo, un murmullo colegiado brotó entre los habitantes, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y desconfianza al ver a Caelum y su grupo. La anciana que había guiado a Caelum antes avanzó entre la multitud, su mirada llena de expectativa.
"¿Lo han encontrado?", preguntó, su voz temblando ligeramente, pero dejando entrever una chispa de esperanza.
"Sí", respondió Caelum, levantando el corazón de Galen en su mano, su luz brillando intensamente. "Este es el símbolo de nuestra unión y esperanza. Nos enfrentamos a la oscuridad y emergimos victoriosos".
Los murmuros se convirtieron en vítores, el pueblo comenzó a recuperar la fe que había estado oculta bajo las sombras de la traición. Caelum, con su corazón latiendo con fuerza, continuó: "Debemos unir fuerzas con Nythara y Éldoria. Sombra aún acecha, y no podemos permitir que el miedo nos controle. Esta batalla se llevará a cabo, y si no luchamos juntos, perderemos todo".
Los habitantes miraron a Caelum, sus ojos llenos del dolor del pasado, pero también de la nueva luz que empezaba a florecer entre ellos. "¡Unámonos en esta lucha! ¡Por Galen! ¡Por nuestras familias! ¡Por la esperanza!"
Al escuchar las palabras de aliento entre sus filas, el espíritu de unidad creció con fuerza. La ciudad despertó, y todos comenzaron a prepararse para la inminente batalla. Mujeres y hombres se armaban, y la herencia de aquellos antes olvidados resurgía a la vida. El rugido del pueblo se transmitía como un eco renovador.
Sin embargo, dentro de Caelum también había una sombra de preocupación. Sabía que aunque el amor y la determinación estaban creciendo entre su gente, el desafío que estaban a punto de enfrentar era monumental.
Mientras las tropas se preparaban, Lyra se acercó a él, su pelo brillante al viento. "Caelum, no podemos subestimar el poder de Sombra. Sabemos que ha estado manipulando a nuestros enemigos. Debemos tomar precauciones y estar preparados".
"Lo sé", respondió Caelum, su voz cargada de gratitud por la lealtad de Lyra. "Tú y Bryn deberían reunir a los guerreros en el campo. Yo me reuniré con los líderes de Nythara y Éldoria. Necesitamos coordinar una estrategia. La batalla se avecina, y debemos enfrentarnos juntos".
Mientras Caelum se dirigía hacia el campo de batalla, donde se reuniría con sus aliados, un aire de expectativa lo envolvía. La gran asamblea de guerreros, procedentes de diferentes tierras, se formó bajo un cielo despejado. Las banderas ondeaban, cada una contando su propia historia de lucha y resistencia.
Al llegar, encontró a su padre, el rey Alaric, en el centro de la reunión, su figura imponente irradiaba confianza y autoridad. "Has hecho un gran trabajo al reunir a nuestros aliados", dijo Alaric, su voz clara entre el bullicio. "Pero no debemos ser complacientes. Sombra es astuto y espera que nos dividamos".
"Estoy consciente de eso, padre", contestó Caelum. "Él creará incertidumbres. Pero ahora tenemos algo que puede cambiar el rumbo de esta lucha: el corazón de Galen y el deseo de ser libres nuevamente".
Alaric sonrió con orgullo, viendo la pasión en los ojos de su hijo. "Tu valentía es digna de admiración. Debemos hacer un llamado a todos nuestros guerreros. Que sepan que esta no es solo una batalla por un reino, sino por todos aquellos que han perdido sus voces".
Con la voz de Alaric resonando, la multitud estalló en vítores, y se escucharon clamores de "¡Por Galen! ¡Por la libertad!"
Bajo la luz del sol radiante, el plan comenzó a tomar forma. Se dispusieron patrullas y se elaboraron estrategias defensivas y ofensivas. Mientras el tiempo avanzaba y el día se hacía más cálido, el susurro de la guerra comenzaba a acercarse.
En la distancia, un parpadeo oscuro se dibujaba en el horizonte. Los soldados de Sombra estaban en camino, listos para un enfrentamiento que decidiría el destino de todos.
Esa noche, el campamento de Nythara y Éldoria se iluminó con hogueras y risas entre los guerreros. Pero, a pesar del ambiente festivo, Caelum sabía que una sombra acechaba. Con cada chispa iluminando la noche, los pensamientos de valentía, sacrificio y la posibilidad de pérdida helaban su corazón.
La tranquilidad de esa noche era una calma engañosa. En la oscuridad, el eco de las antiguas traiciones resonaba y, con él, la amenaza de la batalla se acercaba más.
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Editado: 10.12.2025