Reyes Del Caos

Capítulo 8: Cuando las Estrellas Caen

La oscuridad de la noche se extendía sobre el campamento, y las estrellas titilaban en el cielo como espejos de esperanza y destinos por determinar. Caelum permanecía despierto, su mente giraba entre las posibilidades que el nuevo día traería consigo. A su alrededor, la energía de sus compañeros se equilibraba entre la expectativa y la ansiedad, un recordatorio constante de la inminente batalla que marcaría sus vidas para siempre.

La hoguera crepitaba, proyectando sombras que danzaban en las caras de los guerreros mientras compartían historias de valor y risas nerviosas. Cada relato servía como un antídoto contra el miedo que acechaba en la oscuridad. Caelum sabía que la fortaleza de su pueblo dependía no solo de la valentía en el campo de batalla, sino también del espíritu y el lazo que compartían.

Al amanecer, un ligero viento helado recorrió el campamento. Bryn y Lyra se unieron a Caelum, quienes ya se habían levantado y se preparaban mentalmente para lo que estaba por venir. "Has estado callado esta noche", comentó Lyra, observando su rostro pensativo. "¿Qué te atormenta?"

"Me preocupa la gente que hemos perdido", confesó Caelum, su voz cargada de emoción. "No sé cuántos de nuestros guerreros regresarán de esta batalla, y no puedo evitar preguntarme si será suficiente. La sombra de Sombra es más que una amenaza; es un recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia".

Bryn colocó una mano en el hombro de Caelum, apretando suavemente como símbolo de apoyo. "Nos enfrentamos a un enemigo formidable, pero somos más que solo nuestras fuerzas individuales. Juntos, representamos los sueños de aquellos que no están aquí. Lucharemos por ellos, lucharemos por nuestros hogares".

La determinación de Bryn resonó con fuerza en el corazón de Caelum. Se dio cuenta de que la esperanza no era simplemente una ilusión; era la luz que guiaba su camino, aún en los momentos más oscuros. Se sintió renovado por la energía que compartía con sus amigos y guerreros.

La mañana llegó con un cielo despejado y resplandeciente. Las tropas se reunieron al amanecer, y al mirar a su alrededor, Caelum vio rostros determinados y ojos llenos de una nueva energía. Cuando se levantó su estandarte, vibrante en colores que representaban la unión de Nythara y Éldoria, un fuerte grito de unidad resonó entre ellos.

"¡Hoy, en esta batalla, no luchamos solo por un reino, sino por la esperanza de todos los que han caído!", proclamó Alaric, su voz resonando entre los guerreros en una declaración del propósito compartido.

Mientras avanzaban hacia el campo de batalla, el silencio se hizo presente. La tensión en el aire era casi palpable. Cada guerrero sabía que la batalla podría ser la culminación de todo lo que habían construido, desde su alianza hasta el renacer del corazón de Galen. No habría marcha atrás.

Al aproximarse a la línea del horizonte, Caelum vislumbró una masa oscura en la lejanía. Sombra y su ejército se acercaban, una fuerza ominosa dispuesta a desatar el caos. La visión del ejército enemigo era aterradora; las sombras se movían como serpientes, cada uno de los soldados con una aura oscura que hacía eco de todas las traiciones pasadas.

"Prepárense", gritó Caelum, su voz resonando con el eco de la determinación. "Recuerden lo que hemos luchado y lo que está en juego. ¡Hoy luchamos por cada alma que ha creído en nosotros! ¡Por Galen! ¡Por nuestros hermanos y hermanas!".

Los gritos de guerra resonaron mientras los ejércitos de Nythara y Éldoria se preparaban. Caelum levantó su espada, un símbolo de esperanza, un símbolo de unidad. Justo cuando las fuerzas se alinearon, un silencio repentino cubrió el campo de batalla.

"¡Los que caigan hoy lucharán por la eternidad en la memoria de aquellos que han sido perdidos!", gritó un soldado en la primera fila, desatando un grito ensordecedor que avivó el espíritu de todos.

El sonido de las trompetas resonó, y la batalla estalló como un torrente. Las espadas se desenvainaron, los arcos se tendieron y, por un instante, el mundo se detuvo; el eco del conflicto llenó el aire. Caelum se lanzó hacia adelante, su corazón latiendo fuerte mientras chocaba con las fuerzas de Sombra.

A su alrededor, la batalla se descontroló en un frenesí de violencia; guerreros luchaban en un torbellino de acero y sangre. Sombra se movía entre ellos, una sombra oscura que manipulaba el caos como un maestro titiritero, buscando debilitar la moral de sus enemigos.

Caelum se enfrentó a los soldados de Sombra con una ferocidad que reflejaba la desesperación por la libertad. Cada golpe que asestaba era impulsado por la rabia y la fuerza de su pueblo, mientras los rostros de los que habían caído resurgían en su memoria.

En la vorágine de la batalla, las sombras intentaban penetrar las defensas de los aliados. Una oleada de guerreros de Sombra empujaba hacia adelante, pero los héroes de Nythara y Éldoria respondían con valentía.

En medio del caos, Bryn se encontró cara a cara con un antiguo rival, un guerrero de Sombra que había visto en las sombras de la traición. La lucha era feroz, y el clamor del acero resonaba entre los ecos del pasado. "¡No permitas que el miedo te consuma!", gritó Bryn mientras bloqueaba un golpe desmedido, arremetiendo contra su enemigo.

Caelum, junto a Lyra, se enfrentaba a un grupo de soldados que intimidaban a su formación. "¡Sigue avanzando, luchamos juntos!", exclamó Lyra, su voz rogando a cada guerrero que luchaba a su lado. Con cada victoria y cada caída, el eco de su lucha se convirtió en un grito de unidad.

El desespero se cerraba alrededor de ellos como una neblina, y mientras el tiempo avanzaba y el sol caía, la línea entre la victoria y la derrota comenzaba a difuminarse. Caelum sabía que necesitaban encontrar a Sombra; el líder del enemigo podía ser la clave para aprovechar su victoria.

“Debemos buscar a su líder”, dijo Caelum a Lyra. “Si podemos desestabilizar sus fuerzas, podríamos cambiar el rumbo de esta batalla”.




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