Capítulo 11: La Luz en la Oscuridad

Con la derrota temporal de Sombra, un aire de celebración envolvió el campo de batalla, resonando entre los guerreros de Nythara y Éldoria. Las risas y los vítores de triunfadores llenaron el aire mientras se abrazaban y se animaban unos a otros, sintiendo el eco de su fuerza colectiva. Sin embargo, en el rincón de la mente de Caelum, una sombra persistente acechaba; aunque Sombra había sido derrotado, quedaban ecos de sus acciones.

Con el corazón latiendo con fuerza, Caelum miró a su alrededor. La luz del sol comenzaba a abrirse paso a través de las nubes, iluminando la escena con un brillo cálido que parecía tocar cada rincón del campo de batalla. Sin embargo, Caelum sabía que el gozo debía también ser equilibrado por el reconocimiento de aquellos que aún estaban allí: los caídos y los que aún necesitaban ser salvados.

El viento soplaba suavemente, llevando consigo los susurros de los recuerdos de aquellos que habían perdido la vida. Reflexionando sobre la lucha que había significado tanto, Caelum se giró hacia sus compañeros. "Esto no es solo una victoria. Es un recordatorio de lo que hemos enfrentado y las sombras que todavía acechan a nuestros pueblos".

"Sí", asintió Bryn, aún empapado de sudor y sangre, pero con los ojos llenos de claridad. "Podemos celebrar, pero también debemos asegurarnos de que Sombra no tenga otra oportunidad de regresar. Necesitamos unidad y preparación".

Lyra, que había estado escuchando atentamente, intervino. "Sombra puede haber sido debilitado, pero su influencia sigue viva. Hay peligros que amenazan nuestra reunificación y necesitamos un plan para lidiar con esos enemigos invisibles que buscan dividirnos nuevamente".

Caelum, sintiendo la urgencia en la voz de Lyra, asintió. "Haremos un consejo con nuestros aliados. Debemos ser proactivos en el camino hacia la paz. La alianza que hemos formado debe ser sólida, y debemos asegurarnos de que la luz que hayamos ganado no se extinga en la oscuridad".

Mientras se preparaban para el consejo, Caelum sintió una mezcla de gratitud y tristeza. A su alrededor, cada guerrero celebraba, pero para él, la paz era solo el primer paso hacia la verdadera victoria. Sabía que necesitaban derrotar no solo a un enemigo tangible, sino a las fuerzas que alimentaban la desesperanza en el corazón de su pueblo.

Bajo una gran carpa que se había erigido en el centro del campo, los líderes de Nythara y Éldoria se reunieron. Alaric, el rey, abrió la sesión con una voz que resonaba con autoridad y compasión. "Hemos luchado con valentía, y hoy hemos demostrado que la esperanza prevalece a pesar de la oscuridad. Pero debemos prepararnos para ser guardianes de esa luz. No podemos ignorar que lo que hemos enfrentado puede volver".

El anciano Eloran, miró atentamente a los presentes. "Sombra tiene aliados, y su influencia puede estar latente en más de una forma. Las antiguas traiciones son como ecos que no han desaparecido. Tendremos que estar atentos a quienes podrían utilizar su poder para arruinar lo que hemos construido".

"Debemos identificar y abordar cualquier resentimiento que exista entre nuestros pueblos", añadió Bryn. "Si no sanamos las heridas del pasado, es posible que nos encontremos en medio de una nueva lucha contra la propia sombra de nuestros recuerdos".

El consejo se volvió un lugar de diálogo, donde cada líder compartió las historias de sus pueblos, los sacrificios hechos y las esperanzas futuras. Discutieron sobre construir un consejo de unión, donde representantes de cada reino pudieran colaborar y escucharse en vez de enfrentarse.

"Llegaremos a un acuerdo", propuso Lyra con determinación, su voz firme resonando en el consejo. "Podemos establecer un pacto que prometa la defensa mutua y la resolución pacífica de los desacuerdos, para que nuestra unión no sea solo simbólica, sino tangible".

A medida que los líderes comenzaban a esbozar un nuevo tratado que proporcionaría una esperanza de paz, el eco del propósito resonó entre ellos. Empezaron a delinear rutas para conectar sus tierras en un flujo constante de comunicación y comercio, asegurando que lo que una vez había estado fracturado pudiera ser vuelto a unir.

Durante el consejo, en las sendas más alejadas, algunos guerreros y ciudadanos comenzaron a murmurar entre ellos, expresando dudas sobre la perdurabilidad de la unión. Esos murmullos comenzaron a crecer como un virus.

Caelum, al darse cuenta de esto, se levantó y se dirigió a los presentes. "Hoy hemos luchado juntos, y hoy hemos ganado no solo una batalla, sino un futuro. Las dudas que aún persisten deben ser enfrentadas. No podemos permitir que las sombras de nuestra historia se conviertan en un nuevo camino de dolor".

Con esas palabras, el consejo resonó con la energía de unión y compromiso. Caelum escuchó el eco de sus palabras corriendo entre sus compañeros, y los guerreros se sintieron inspirados y reconfortados, una conexión palpable formada en el aire.

"No hay luz sin oscuridad", recordó Eloran, alzando su voz con sabiduría. "Pero es en nuestra elección hacia la luz donde se encuentra el verdadero poder".

La reunión continuó en un flujo de diálogos, estableciendo compromisos que fortificarían su unión. La falta de unidad había sido la causa del caos anterior, y entendían que el fortalecimiento de sus comunidades comenzaría con la verdad y la honestidad.

Cuando finalmente terminaron, el sol comenzaba a descender en el horizonte, proyectando sombras largas como una bendición del día que había sido. Cada uno de los guerreros regresó a sus hogares con un renovado sentido de propósito y esperanza.

El camino hacia la paz no sería fácil, pero Caelum sabía que estaban manejando algo mayor que un pacto; estaban siendo los faros de luz que buscaban en la oscuridad. La lucha interna que había estado presente ahora se transformaba en una fuerza de renovación.

Con el corazón lleno de determinación, Caelum se preparó para enfrentar lo que viniera, sabiendo que aunque sufrieron pérdidas, cada paso hacia adelante sería un paso hacia la luz. Mientras el cielo anaranjado se fundía en la noche, recordó los rostros de los caídos; estaba decidido a honrarlos asegurando que el viaje de su pueblo no fuera en vano.