Reyes Del Caos

Capítulo 17: La Luz de la Verdad

La tensión en el aire era palpable, un hilo frágil que conectaba cada corazón presente en la reunión. Caelum se encontraba cara a cara con Sombra y un público dividido, y sabía que este podría ser el momento decisivo para determinar el futuro de ambos reinos. A su alrededor, las miradas fluctuaban entre desconfianza, curiosidad y un renovado deseo de esperanza.

“¿Vas a permitir que un niño de Nythara te hable sobre esperanza y luz?” Sombra arrogaba con desdén, su voz reverberando entre las sombras. “Lo que tú ofreces es solo un susurro en medio de la tormenta. Recuerda, muchos de los que han caído estaban a tu lado. ¡Este es tu legado!”.

“Mi legado es no rendirme ante la desesperación, es luchar por un futuro donde nuestras historias no estén marcadas por la oscuridad”, replicó Caelum, sintiendo el peso de cada palabra. “No quiero que nuestros pueblos se conviertan en sombras de lo que podrían haber sido. Hoy, venimos a ofrecerles una elección.”

Mientras pronunciaba cada palabra, Caelum sintió que las miradas de algunos en la multitud comenzaban a cambiar. Había algo en la forma en que su voz resonaba, algo que tocaba las fibras de sus recuerdos dolorosos, y recordaba a aquellos que habían luchado.

“¿Y qué elecciones me ofreces?”, preguntó Sombra, su mirada chispeante de desafío.

“Una elección de unidad. Podéis aceptar vivir bajo el peso de su caos, o podéis uniros a nosotros en un camino hacia la paz. La vida que han llevado es una sombra eterna, pero juntos podemos crear un nuevo amanecer”, respondió Caelum, su determinación ardiendo como un faro en la oscuridad.

Las palabras comenzaron a calar en los corazones de algunos en la multitud, y Caelum sintió que la energía de la luz empezaba a vibrar con fuerza. Sin embargo, las palabras de Sombra tenían un poder igual, sembrando la duda.

“Y si te unieses a mí, podrías tener el poder que siempre has anhelado. Una ocasión para ser verdaderamente fuerte, para nunca más temer a nadie, ni a ti mismo”, susurró Sombra, su voz suave pero penetrante.

“¿De qué serviría ese poder sin libertad?” retrucó Caelum, su voz elevada en desafío. “No quiero ser el rey de sombras. Quiero ser el rey que ha llevado a su gente hacia la luz”.

Mientras las figuras en la multitud comenzaban a dialogar entre sí, Caelum notó un grupo de personas al fondo, sus rostros llenos de angustia, considerando las palabras de Sombra. ¿Podrían haberse dejado engañar una vez más? Había luchado tanto para restaurar la fe y la unidad, y ahora estaban al borde de caer nuevamente en la desesperación.

Las conversaciones comenzaron a escalar en la multitud. Algunos gritaban en favor de Sombra, confiando en la propia desesperanza; otros instaban a Caelum a mantenerse firme y promulgar su mensaje.

Caelum sintió que una antorcha de fuego encendía en su pecho. “¡Por cada vida que se ha perdido, por cada historia de dolor que habéis soportado! ¡Elegid la luz! El camino que propongo no se basa en la venganza, sino en la autenticidad de nuestras luchas, en nuestra valentía para enfrentarlo todo”.

Todavía había resistencia entre algunos de los antiguos seguidores de Sombra. El miedo parecía resonar en sus corazones, y el eco de la traición pasada era difícil de superar. Caelum, inspirado por sus experiencias, comenzó a abrirse a las historias del pasado, hablando sobre aquellos que habían creído en la verdad y que aún permanecían atrapados en la sombra.

“Si no comenzamos a desafiar lo que hemos sido, caemos de nuevo en el ciclo de desesperación. Pero si luchamos juntos, nuestras historias no serán olvidadas. Serán las historias de resurgimiento y redención”, dijo, su voz reverberando en la multitud, un llamado que resonaba en las profundidades de los corazones de quienes escuchaban.

Mientras más gente comenzaba a mirar a su alrededor, evaluando sus propias emociones, el campo de batalla se tornó en un enfrentamiento emocional. Las marcas de la traición comenzaron a desvanecerse, pero aún había resquicios de duda y miedo que los mantenían enjaulados.

Con un gesto suave pero poderoso, Caelum extendió su mano en una invitación. “Hoy, no les pido que olviden su dolor, sino que compartan la carga de la lucha. Juntos podemos construir un futuro donde las sombras se disuelvan y la luz perdure”.

Sombra, consciente de que su dominio estaba desvaneciéndose en la luz de La verdad, dio un paso hacia adelante, su rostro lleno de ira y desesperación. “¡No dejes que un príncipe tonto te engañe! El poder es lo único que te protegerá. No olvides lo que hemos vivido juntos”.

El conflicto se tornó inmediato, tanto físico como emocional. Caelum sintió que el futuro de todos aquellos presentes pendía de un hilo. Pero con cada gesto de valentía entre sus aliados, la energía del amor y la luz comenzó a vibrar en la atmósfera.

Sombra lanzó un poderoso ataque, una oleada de sombras oscuras que se precipitó hacia Caelum y la multitud. En ese instante, el consejo se quebrantó. Los guerreros buscaban refugio y el miedo comenzó a apoderarse nuevamente de la escena.

“¡No!”, gritó Caelum, levantando su espada en un acto de defensa. La luz del corazón de Galen brillaba intensamente, iluminando el lugar y envolviendo a los que se encontraban cerca.

Las sombras chocaron contra la luz, pero Caelum comenzó a visualizar el futuro que deseaba. Con un poder renovado, levantó la espada hacia el cielo, canalizando las energías colectivas de sus amistades y la esperanza de su gente. Las vibraciones brillantes buscaban unirse, eliminar la desesperación y contrastar la oscuridad en el aire.

Mientras el aguijón del destino se acumulaba a su alrededor, Caelum supo que el resultado sería incierto. La lucha por las almas que permanecían divididas todavía estaba en juego. Las sombras luchaban con ferocidad, y aunque la luz representaba un renacer, el triunfo aún pendía en sus manos.

Con cada huracán de sombras golpeando la defensa de Caelum, su mente resonaba con la carga de acontecimientos por venir. ¿Podrían realmente vencer a Sombra y su legado, o serían consumidos por las sombras que llevaban dentro? El futuro era vago entre la luz y la oscuridad, y hasta que el último golpe fuera asestado, el destino de todos permanecía en la balanza.




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