Capítulo 26: La Llama de la Verdad

El eco resonante de la batalla aún retumbaba en la mente de Caelum mientras avanzaba hacia el corazón de la lucha. La sombra de Sombra se alzaba ante él, una manifestación de todo lo que había enfrentado y una representación de las sombras que aún podrían acechar en su interior. Con cada paso que daba, sentía una tensión latente entre su corazón y la lucha por delante.

“¡No!”, gritó un guerrero a su lado, su espada chocando con una sombra oscura que buscaba arrastrarlo a la desesperación. “¡No permitiré que el miedo me consuma!”. Las voces de valentía comenzaron a resonar al unísono, creando una sinfonía de fuerza que vibraba en el aire, impulsando a cada guerrero hacia la lucha.

“¡Juntos, podemos vencer!”, proclamó Bryn, levantando su hacha mientras caían más sombras. La luz del corazón de Galen parecía fortalecerse entre ellos, iluminando el camino hacia el que anhelaban avanzar. Pero lo que Caelum no podía ignorar era la sombra que parecía crecer más a medida que avanzaba en la lucha.

¡Era un mural cambiante! A su alrededor, las sombras empezaban a cobrar vida, tomando la forma de figuras que representaban recuerdos caídos, almas perdidas entre la desesperación. Caelum sintió cómo el peso de esos rostros se cernía sobre él, pero también cargaba consigo la luz de sus verdades.

“¡Luchamos no solo por nosotros, sino por el legado de aquellos que han caído!”, declaró, sintiendo la fuerza del corazón vibrar en su interior mientras se preparaba para el asalto decisivo contra Sombra. Como un torrente de luz, Caelum se lanzaba hacia adelante, decidido a seguir el camino de la victoria.

Pero en ese mismo instante, Sombra se arremetió, lanzando un ataque devastador que dividió el campo de batalla. “¡Vuestros sacrificios serán falaces! ¡La desesperación prevalecerá!”, resonó mientras sombras aún más densas emergían de la laguna, disueltas en la penumbra que lo rodeaba.

El campo de batalla se tornó un abismo de luchas internas, y el caos se intensificaba mientras varios guerreros eran arrastrados hacia la oscuridad. Caelum sintió que la desesperanza comenzaba a capturarlos, visiones de aquellos que habían caído alrededor de ellos como espectros de lo que podían haber sido.

“¡No, no debemos dejar que el miedo nos consuma!”, instó Lyra, levantándose entre la encrucijada de la lucha. “¡Siempre ha habido luz en nuestro interior, incluso en la oscuridad más profunda!”.

Mientras luchaban contra las sombras, las antiguas historias de sus antepasados comenzaron a resonar en sus corazones. Caelum recordó la lección de su madre sobre cómo las sombras siempre han estado presentes, pero también las luces que podían brillar en su interior. “¡Luz, ven a nosotros! ¡Hacemos frente a la sombra con la fuerza de la unión!”

Cada encuentro resonaba con más fuerza. Caelum sintió la energía pulsante de sus compañeros sincronizarse, creando un latido colectivo que parecía resonar en el aire. Cada golpe represaba la historia de los que resistieron, de aquellos que habían llorado. Sin embargo, las dudas seguían acechando, tratando de socavar la fortaleza que habían cultivado.

La figura de Sombra parecía fortalecerse ante la luz, convirtiéndose en un enemigo formidable que había surgido aún más. Con un gesto de su mano, las sombras empezaron a tomar la forma de sus propios recuerdos, imágenes del pasado que amenazaban con desviarlos de su lucha.

“¡Nunca más caeré en tus encantos!”, gritó Caelum, extendiendo su espada hacia el enemigo. “Te enfrento no solo por mis compañeros, sino por aquellos que aún no han encontrado el camino”.

Sin embargo, la sombra apenas vacilaba. “Cada vida que intentas salvar será reemplazada por otro eco de desesperanza. Al final, ¿los protegerás o vas a caer con ellos?”, declaró Sombra, mientras sus figuras oscuras intentaban capturar los corazones de fuerza y valentía.

Caelum cerró los ojos mientras las figuras de los caídos aparecían a su lado, las voces resonando dentro de su mente. “No puedo permitir que esto vuelva a suceder. ¡Hoy alzaremos nuestra luz, así como lo hicimos antes!”.

Ante el embiste de las sombras, cada golpe resonaba como un eco que intentaba romper el ciclo; cada guerrero, en la conexión, comenzó a encontrar su certera misión. El pasado podía ser una herida abierta, pero al unir sus historias y revitalizar sus lazos, comenzaron a erradicar la sombra que se aproximaba.

Sin embargo, mientras luchaban, Sombra lanzó un ataque final. “¡Veo que esta confusión aún puede consumirnos! Cada uno enfrentará la sombra que habita en su corazón”.

Bryn gritó a Caelum mientras luchaba contra una sombra que se acercaba. “¡No cedas! ¡Debemos recordar la luz que llevamos!”.

El campo parecía reclamar una declaración, una confrontación en donde cada corazón palpitaba al unísono, y cada golpe resonaba en la danza de batalla. La sombra arremetió contra ellos, pero siguiendo la luz en su interior, el grupo avanzaba más allá de las sombras que intentaban atraparlos, desmantelando la oscuridad.

Caelum sintió la energía fluir a través de él, apoyado por la verdad de su misión. La luz comenzó a ampliarse, envolviéndolos en un extraño y poderoso vórtice de esperanza. Con cada recobrada historia que se contaba, la lucha empezaba a girar de nuevo a su favor.

Pero los ecos de lo pasado se sentían engañosos. Cuando la luz alcanzó su apogeo, una última sombra emergió en el horizonte. Era una figura más fuerte que Sombra, una presencia amenazante que resonaba muy familiar: “¿Qué habéis ganado, Caelum? La desesperación siempre encuentra un camino de regreso a vuestros corazones”.

Caelum sintió cómo la tensión creciente lo envolvía, las sombras penetrando en su espíritu. En ese momento, la lucha se tornó intensa, y la decisión que había tomado parecía desvanecerse en la incertidumbre.

La pregunta permanecía colgando en el aire: ¿Cuál era el precio de la luz?, y más importante aún, ¿podrían realmente mantenerla ante la sombra que acechaba? La batalla aún les quedaba por enfrentar, el eco de la verdad resonaba en el horizonte, y aunque había comenzado a tejer una historia de esperanza, la sombra no estaba dispuesta a rendirse.