Rhaizen

Sombras en la oscuridad

Los días de calma en la vida de Rhaizen llegaron a su fin una noche fría y silenciosa. Todo comenzó cuando Mark, investigando los pergaminos de un templo local, descubrió un símbolo que lo hizo detenerse en seco: una insignia negra que recordaba a un clan de ninjas del que solo se hablaba en susurros. Aunque se decía que habían desaparecido hace siglos, sus actividades parecían haber regresado con más fuerza, liderados por un samurái oscuro.

Esa noche, mientras Rhaizen dormía, una figura silenciosa se deslizó por el jardín. Evelyn fue la primera en escucharlo. Corrió al cuarto de Rhaizen y lo sacudió suavemente para despertarlo.

—Rhaizen, cariño, despierta. Tienes que esconderte.

—¿Qué pasa, mamá? —preguntó Rhaizen, medio dormido.

—No hay tiempo, solo haz lo que te digo. Ve al sótano y no salgas hasta que papá o yo te busquemos.

Asustado, Rhaizen obedeció, pero no sin antes escuchar el eco de espadas chocando. Desde una rendija en el sótano, alcanzó a ver cómo figuras encapuchadas rodeaban a sus padres. Mark, armado con una espada que había guardado como recuerdo de su trabajo, intentaba defenderse, mientras Evelyn le gritaba que huyera.

Sin embargo, en medio del caos, apareció una figura distinta de los demás: un hombre con una armadura negra y una katana que parecía absorber la luz misma. Su presencia era opresiva, como si trajera consigo una oscuridad que envolvía el ambiente.

—Así que tú eres el que ha estado husmeando en nuestras historias —dijo el samurái oscuro, su voz profunda y cruel.

Mark no respondió, pero su postura mostraba determinación. En un instante, el samurái atacó con una velocidad sobrehumana. Mark no tuvo oportunidad. En cuestión de segundos, cayó al suelo, su espada rota a su lado. Evelyn intentó protegerlo, pero el samurái la apartó con un movimiento brusco, dejando a ambos indefensos.

Desde el sótano, Rhaizen apretó los puños, conteniendo las lágrimas. Sabía que no podía hacer nada, pero su corazón le gritaba que saliera a ayudar. Finalmente, los pasos de los ninjas comenzaron a alejarse, y el silencio volvió a llenar la casa. Cuando Rhaizen se atrevió a salir, encontró a sus padres inmóviles en el suelo.

Antes de perder la conciencia, Evelyn lo miró con lágrimas en los ojos y le susurró:

—Recuerda quién eres, Rhaizen. Nunca olvides lo que significa ser un verdadero samurái.

Esa noche marcó el inicio de un nuevo camino para Rhaizen. El honor y la cultura que tanto había amado ahora eran una responsabilidad que debía cargar. Sin saber cómo, juró que haría justicia por sus padres y enfrentaría al hombre que había traído las sombras a su vida.



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En el texto hay: ninjas, samurais, amuleto

Editado: 15.01.2025

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