Rhydian

Capitulo 10: El grito

Pasaron 2 largos días y yo no podía ir a Afterlife ni hacer nada útil. Bueno, comencé a divertirme asustando y molestando a Dolores con la ayuda de un nuevo amigo en forma de sombra.
Emyr, la rara sombra de Rhydian había vuelto a aparecer como un "remplazo" del mismo Rhydian, claro que no tardó en aburrirse, al parecer quería formar recuerdos propios que no incluyeran traumas.

—No comprendo de que hablas— le hice saber a Emyr, el amigo sombra.

—La mujer— se refería a Dolores —Ya que no tengo los traumas de Rhydian, los traumas de ella  llegan a mi cada que me acercó.

—Dolores no tiene traumas— conteste riendo un poco, pues me parecia imposible, la mujer era demasiado positiva, demasiado efusiva para tener problemas, era de esas personas que de verdad creen que los horóscopos son reales.

—Eso crees tú, pero... no sabes juzgar a las personas— dijo como si se burlara de mi haciéndome enojar un poco —De todos modos debo irme, quiero intentar algunas cosas antes de desaparecer.

—ok... ¿Al menos puedes decirme cómo entrar a Afterlife?— le pregunté cuando noté que quería irse de una vez.

—Si, si puedo— dijo como si nada —Pero... no te lo dire— dijo moviéndose rápidamente entre las paredes de mi cuarto rumbo a las escaleras.
A Emyr le gustaba hacerme enojar, lo cual también me hacia enojar, así que algo harta lo seguí hasta la puerta de salida y le grité.

—¿Qué te pasa? ¿por qué no?— quise saber.

—Porque me gusta ser un maldito— aseguró moviendo su mano, provocando que la puerta de la casa se abriera —Descuida, estoy seguro que el amable y heroico Rhydian llegará muy pronto— y con eso, la maldita sombra se fue de la casa como si nada.

—No puede ser— me queje tratando de que no pareciera un berrinche, pero no lo logré.

—Lily, Linda— me llamó Dolores, estaba emocionada —¿Ahora por qué  esa cara? 

—No es nada— dije de mala gana antes de que Dolores se pusiera frente a mi.

—Pues... tengo algo que alegrará tu triste y pálida carita— dijo mientras me agarraba con fuerza de la muñeca y me llevaba hasta la sala donde me mostró una  enorme bolsa de Líneas en el sillón.
Dolores rápidamente agarró la bolsa y de ella sacó un hermoso vestido rosado con un moño en la cintura, era como una combinación de moda actual con modo de los años 20.

—¿Qué es esa cosa?— pregunté con asco al ver el vestido.

—¿No es hermoso? Creo que es tu estilo, y dice a gritos "no estoy deprimida, soy normal" es Perfecto— dijo como si quisiera parecer más joven, casi podía escucharla decir "¿Que onda chavos?"

—¿Es para mi?— pregunté aún Algo disgustada.

—Si, me gustaría que te lo pusieras en la cena del viernes.

—Ni loca— dije dando la vuelta, pero Dolores volvió a detenerme.

—Por favor— rogó.

—A ver— dije remarcando la "r" como niña presumida —En primera, no pienso sentarme a cenar con desconocidos, y en segunda, Primero muerta que usar esa cosa. Además, si asistiera, lo cual no quiero hacer, usaría uno de mis vestidos negros.

—Pero Lily, con ese vestido te ves...  aburrida, deprimida y algo aseñorada— dijo tratando de sonar amable pero para mi no lo era —No puedes pasar toda tu vida vistiendo de esa forma.

—¿Por qué no?— quise saber mientras cruzaba los brazos.

—Porque eres una niña, las niñas deben verse felices porque tienen toda una vida por delante. Tienes un techo, un padre que te adora, no tienes razón para preocuparte porque un idiota se robe la mitad de tu dinero, te dejé sola en un departamento que ya no puedes pagar porque no tienes tu dinero, te pongas a llorar por horas hasta que te desmayas y luego tú madre te dice que te prestará dinero pero debes seguir adelante tu sola— hablo tan rápido que casi ni le entendí, pero se detuvo y se quedó mirando a la nada como si observara un bello recuerdo.

—¡Dolores!— le grite dando un aplauso a su cara haciéndola reaccionar.

—¿Si?— dijo de forma positiva y alegre —Ah, si. Lo siendo, me desvíe un poquito.

—¿Estuviste casada?— pregunté, pues no había entendido esa parte.

—Si, pero... eso es historia pasada, yo tenía 20 años y no pensaba bien, no es importante. Finalmente puedo olvidarlo ya que tengo  algo bueno con tu padre, y que mejor manera de celebrar eso con una linda cena en... familia— insinuó mostrando el vestido de nuevo.

—No me pondré el vestido— asegure sonriendo hipócritamente, alejarme de ella y dirigirme a las escaleras.

—Pero estarás en la cena ¿No?— me grito, a lo cual no conteste y subí directo a mi cuarto y cerré la puerta.
La mujer solo había dicho algunas palabras y ya me tenía harta, ni siquiera mi pequeño interés por su posible matrimonio fallido me impulsaba a tratar de soportarla.

—Una cena, ¿con la familia de Dolores? No, esto fue demasiado lejos, debo arreglar esto ya— comencé a hablar sola mientras daba vueltas en mi cuarto —¿Por qué no te abres? Déjame entrar— comencé a golpear el armario hasta que esté mágicamente se volvió intangible y me caí como la pobre y delgada Alicia había caído en la madriguera del conejo.

Terminé en el pastoso suelo de Afterlife con las rodillas raspadas, pero aún así me puse de pie y traté de fingir que eso no había pasado enderezándome y haciéndome la digna.

—Vaya, que interesante— la extraña y casi atractiva voz del cazador me hizo saltar por la sorpresa —¿Vienes sola, niña?

—Si— le respondí con algo de nervios, pero no sabía porque me sentía así.

—Entiendo— dijo sonriéndome de esa manera malvada que parecía salirle natural —¿Que te trae por aquí? ¿Descubriste la manera de llegar al otro lado?

—Así es— respondí —Así que si me disculpas, tengo una fuente y un árbol enorme que encontrar. Hasta luego señor... ah, cazador, supongo.

—Oh, no, no, no— dijo poniéndose a mi lado —No podría dejar que deambularas a lo más profundo de Afterlife tu sola. Si te pasara algo, tu peculiar amigo se quedaría completamente solo en tu raro mundo mortal —el cazador me agarro de los hombros poniéndome algo incomoda y nerviosa, su contacto con mi cuerpo me causaba un tremendo escalofrío.




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