Rhydian

Capitulo 16: No quiero que me odie

—¿Qué demonios hiciste?— me preguntó Rhydian con gran terror, pues sus manos temblaban demasiado y sus ojos estaban llorosos.

—Oye, sé que es malo y estúpido, pero no estaba pensando— me defendí. 

Rhydian se alejó de mi y puso sus manos en su cabeza, buscando calmarse —No Debiste... no tenías que... ¿Por qué lo hiciste? ¿Sabes lo que hará si me ve?

—¿Si te ve? ¿De qué hablas?— me quejé al escuchar, pues no sabía que tenía que ver Rhydian en eso.

—De Peth ¿No recuerdas? Te dije que... Oh, no— por primera vez vi a Rhydian molesto, era tan extraño, más porque parecía estar enojado conmigo —Ni siquiera me escuchaste ¿cierto? Te conté una de las experiencias más dolorosas de mi vida y tú no la escuchaste.

—Ah... perdona, es que... me sentía extraña, yo no... creí que fuera importante— dije, me incomodaba verlo así.

—Me encarcelaron por ser amigo del cazador...

—Si, eso, ya lo sabía— interrumpí, haciendo que Rhydian suspirara con molestia, poniéndome más nerviosa,

—Bueno, esos "hombres" me dejaron a cargo del mejor torturador del reino. Peth Carmus, su extraño comportamiento, y su inquietante placer al lastimar a la gente lo hacían el mejor torturador de prisioneros. Su trabajo era lastimarme hasta que yo aceptara que era amigo del espectro asesino, pero nunca lo hice porque yo creía que no era verdad— dijo, y sabía que cada palabra que salía de su boca le causaba dolor de alguna forma sentimental —Pasé un año siendo torturado, física y psicológicamente por ese loco, y al parecer me tenia un "extraño afecto", me llamaba, prisionero favorito. Decía... que esperaba que yo nunca aceptara conocer al espectro porque si lo hacía me purificarían, ósea me iban a quemar vivo, y él no deseaba que muriera, que si tenía que morir sería en su manos de una manera lenta, para poder disfrutarlo mejor— Rhydian se detuvo para tragar saliva —Cuando me maldijeron, el cazador fue por él y le puso una maldición similar a la mía, para que fuera capaz de hacer todo lo que quisiera pero nunca poder lastimar a alguien, a menos que alguien con tus... características dijera su nombre— explicó.

—¿Por qué no me lo...
Me detuve al recordar que Rhydian si me lo había dicho, pero yo no escuché nada de lo que dijo.

—Creí... creí que de verdad podía ser tu amigo, creí que en algún punto te preocuparías por mi, pero veo que la sombra Emyr tenía razón sobre ti. No debí... no sé porque creí que alguien que apenas me conoce se preocuparía por mi, ademas, tienes mejores problemas ¿No?

—Rhydian...

—Debo irme. 

—No, perdóname, yo no sabía— me defendí poniéndome frente a Rhydian, quien ya iba a desaparecer —Yo solo quería ver a mi mamá, no quería lastimarte.

—Ay, dios— dijo como si me temiera —Eres horrible, y ni siquiera sabes que lo eres— tal vez fue la manera en que lo dijo, o tal vez algo en mi interior sabía que tenía razón, pues sus palabras me golpearon tan fuerte que me sacaron una pequeño lágrima. Mi triste rostro le sacó un suspiro a Rhydian —Aún así, espero que logres ver a tu mamá con ayuda de Peth. Me agradó sentirme visible por un rato, pero el sueño acabo, Lily. Adiós— dijo antes de desaparecer también con una lágrima en su ojo derecho.

¿Rhydian tenía razón? ¿Yo era una horrible persona? 
Me lo pregunté mucho antes de decidir entrar a la casa, quitarme el ridiculous vestido rosa para ponerme un pants negro que tenía por ahí y recostarme en mi cama mirando al techo —¿Esto vale la pena?— pregunté esperando una respuesta, pero nadie respondió.

Narrador.

Rhydian estaba listo para irse del país, pero no sin antes despedirse de Tomás Alonzo Ríos, el pequeño Niño que solía visitar cuando él necesita su ayuda. Grabe error.

Decidió entrar al cuarto del Niño para despedirse, pero El Niño no estaba ahí.

—Que predecible eres— escuchó esa desagradable voz que le causó un fuerte escalofrío y un revoltijo en el estómago —Es extraño ¿No? Han pasado tantos años, pero no cambiamos en nada, es como si solo hubieran pasado algunos minutos— comentó tronando sus dedos.

Rhydian trato de usar su magia para desaparecer, pero no pudo hacerlo. Carmus apareció Justo frente a él agarrando sus hombros con algo de fuerza mientras le sonreía con locura —No, no, no, no, no. No te vayas tan pronto, tenemos mucho que hacer juntos— le habló condescendientemente poniendo nervioso a Rhydian.

—Suéltame— dijo con algo de odio antes de atreverse a golpear a Carmus en el estómago usando su rodilla.
Carmus retrocedió sorprendido por el atrevimiento de Rhydian,  pero aún así le sonrió, causándole otro escalofrío al pobre muchacho.
—Oh, mi error, si cambiaste— mencionó antes de desaparecer. 
Rhydian iba a hacer lo mismo, pero se desconcentro al sentir como le daban un golpe a puño cerrado Justo en la caras cerca del ojo —Me agrada esta... valentía — Rhydian, tratando de defenderse, cerró su puño y trató de golpear a Carmus con todas sus fuerzas, pero este, con gran facilidad detuvo su puño y le torció la muñeca, disfrutando del quejido que Rhydian soltó —Uy, un poco más y te romperé el brazo. Oye ¿Quieres ver un truco?— Carmus chasqueo los dedos haciendo que unas cadenas aparecieran mágicamente y tomaran las muñecas de Rhydian, obligándolo a arrodillarse.
En ese momento, algo extraño pasó, toda la magia que yacía dentro de Rhydian salió y se esfumó en el aire, su maldición se había roto, convirtiéndolo en un simple mortal con heridas en sus manos y una cicatriz en el pecho. Como si sus heridas del pasado volvieran a aparecer.

—Oh... como te extrañé— comentó agarrando la barbilla de Rhydian, obligándolo a mirarlo de frente mientras hacía aparecer un curioso cuchillo elegante y lo acercaba a la frente de Rhydian.

—Peth, Peth, espera, por favor, no lo hagas— rogó Rhydian al ver el cuchillo —No lo hagas.

—Shhh. Aún no llores. Apenas estoy comenzando.




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