BRUNO
— Expiando a la vecina?— preguntó mi hermano tan de repente que me dió un susto de muerte.
— Casi me matas del susto tonto, y claro que no, solo me aseguraba que su ruidoso perro se halla ido para continuar viendo la tele sin distracciones.
— ¿De qué te quejas? Si no fuera por tu espíritu salvador el perrito no estuviera vivo, así que deja de finjir que lo odias que mientes mal— se burla mientras se vuelve a ir a la cosina.
Lo que dijo mi hermano me hace acordar la manera un poco ridícula en la que conocí a Angelina. Cuando me mudé a esta casa con el resto de mi familia había visto a una chica de mi edad en la casa que estaba al otro lado de la calle, ella se entretenía con sus manos tapándose los ojos pero su cachorro jugaba en la calle y se acercaba un auto, ella no lo podía ver, parecía una chica muy despistada. Corrí a la calle y salvé al perro justo antes de que pasara el auto y lo atropellara callendo al césped. La chica al momento se dió cuenta del ruido y me miró sorprendida, tenía unos hermosos ojos verde oscuro casi negros y su cabello negro un poco más abajo de sus hombros, era muy bonita y que me mirara como lo hacía me ponía muy nervioso. Ella se dió cuenta de todo lo que había sucedido así que cogió a su perro en brazos y se acercó a mi.
— Me llamo Angelina y este es Loki— me dijo con una sonrisa amable muy bonita— En serio muchas gracias por salvarle la vida, soy un poco distraída— No sé porqué me irritaba que me hablara de esa forma tan amable y su sonrisa alegre.
— Yo me llamo Bruno, y no fue niente— dige seco y me fui a casa antes de que pudiera decir otra cosa. Me pasó por la cabeza en ese momento que seguro no entendió que niente significa nada en italiano, pero luego supe que había tomado un curso de idiomas en línea a los 10 años, así que sí sabía lo suficiente.
— Tierra llamando a Bruno— dice Marco mientras salía de la cosina; en una mano llevaba un platillo con dos sandwiches de jamón que colocó en una mesita frente a el sofá, luego cogió el control y encendió la tele. Cuando se sentó me senté a su lado con mi despreocupación habitual.
— Te estaba hablando hace un buen rato ¿En qué pensabas?
— En nada importante— le digo aún un poco distraído.
— Si claro, lo que tú digas— Buscaba una película entre los aburridos canales, aproveché para tomar uno de los sandwiches y comérmelo rápidamente, estaba delicioso por cierto.
— Oye, ¿Quién dijo que uno de los sandwiches era tuyo idiota?— me dijo quitándome el plato de la mano y mirándome mal.
— Ya cállate, quiero ver la película.
Pasé la tarde mirando pelis con mi hermano. Más tarde subo a mi habitación y me doy una ducha de agua caliente, siempre me relaja. Salgo, me seco el pelo y me coloco el boxer y unos chorts. Sin pensar en nada más me tiro en la cama y hundo la cara en la almohada. Lo único que pude atinar a escuchar antes de dormirme fue a mi madre gritar:
— Chicos, ya estamos en casa.
Percibo el estridente sonido de mi banda favorita de Rock que suena desde mi teléfono que creo está en la mesa al lado de mi cama, es la alarma, por lo que deben ser las 9:00 AM, ¡Maldita salida al centro comercial!, tapo mi cabeza en la almohada hasta que me canso del ruido, todo sea por mi fiesta.
Me levanto y apago la alarma, estrujo mis ojos y miro el cuadro frente a mi, ese que veo cada mañana al despertar. El cuadro había sido un regalo de Angelina en mi cumpleaños N° 15, fue hecho por ella misma o eso me dijo, tiene una frase en distintos colores que me había llamado mucho la atención en ese momento “Siempre recuerda que alguien te ama”. No sé ni porqué aún tengo ese cuadro ahí colgado, que tontería.
Voy al baño, cepillo mis dientes y me doy una ducha rápida, me pongo unos vaqueros azul oscuro y una sudadera blanca luego pongo unos tenis negros y bajo al comedor.
Cerca de la entrada veo unas cuatro maletas bien equipadas que me llaman la atención, de seguro es de mis padres. En el comedor mamá está poniendo unos platos en la mesa, mi hermano ya estaba sentado comiendo unas tostadas con jugo de naranja.
— Buen día affetto— dice mamá trayendo un plato para mí, lucía elegante como siempre.
— Buen día mamá, ¿Y papá?— pregunté sirviendome unas tostadas con jalea.
— Aquí estoy hijo— dijo mi padre tomando asiento— bueno hijos en una hora su madre y yo tenemos que estar en el aeropuerto, es un viaje de negocios de una semana, te dejo esto— dijo poniendo frente a mi una tarjeta de crédito— hay lo suficiente para sus necesidades por una semana, no lo gasten en un día per favore, eso es todo— comenzó a comer su desayuno.
— No quiero desórdenes en la casa para cuando vuelva Bruno— dijo mamá mirándome tratando de parecer seria, luego relajó la expresión y sonrió— Los extrañaré mucho chicos.
— Yo también los extrañaré a ambos— dijo mi hermano.
— No es para tanto, solo es una semana— digo yo.
Después de desayunar mis padres se levantaron apresurados de la mesa, mamá nos da un beso a Marco y a mi en la mejilla y se van a la puerta con sus maletas— Recuerden lo que hemos dicho, llamaremos a menudo — dijo mamá y cerró la puerta trás de sí. Mi hermano y yo, escuchamos su auto alejarse y sabíamos lo que pasaría a continuación.
— Estás listo para irnos— le dije a mi hermano mientras recogía lo que había sobrado del desayuno, lo guardaba en el refrigerador y lavaba los platos sucios.
— Estoy listo, andiamo— cerramos la casa, nos montamos en mi auto y nos fuimos al centro comercial. Como estamos en febrero y pronto llegará la primavera ya no hay mucho frío en el día. El centro comercial no está tan lejos así que llegamos enseguida. Aparco el coche en el estacionamiento y subimos.
— Vamos al área de tecnología hermanito— me indica Marco, no sé porqué esto no me huele nada bien, a este muchacho no se le puede ocurrir nada bueno. En el área de tecnología Marco me coge por el hombro, me hace bajar a su altura para luego susurrarme en el oído— Pide el nintendo de última generación.