ANGELINA
Después de comer me acosté en la cama con los ojos cerrados, no quería pensar nada sobre mi vida solamente quería dormir en paz, pero parece que eso no era lo que quería mi mente, me hacía recordar una y otra vez esa escena horrible que ví en la habitación de Bruno. Ya no quería esto para mí pero era inevitable, así que me levanté y bajé a la cosina a por un baso de agua y una de esas pastillas que me habían recetado para dormir bien en caso de que sufriera otra vez de pesadillas nocturnas.
Cojo una de esas pequeñas pastillas que tengo en un estuche en la gaveta de los cubiertos y me la tomo con pequeños tragos de agua, seguro me hace reacción en poco tiempo. Subo de nuevo a mi cuarto y cojo un libro de mi escritorio que he estado leyendo en mis momentos de insomnio, se llamaba “La chica del tren”, era muy interesante en general se encontraba entre policiaco y suspenso, me encantan estos géneros porque es muy fácil meterse de a lleno en la trama. Luego de media hora de lectura siento que mis ojos se empiezan a cerrar así que marco la página donde me quedé y me acomodo en la cama, al momento mis ojos se cierran y me siento caer en un sueño profundo.
Cuando desperté en la mañana casi morí de un infarto al ver que estaba llegando tarde a la escuela, seguro la pastilla hizo más reacción de la que debería y ahora estoy en problemas, corrí rápidamente al baño y me cepillé los dientes y me dí una ducha más que rápida. Me puse lo primero que encontré a la vista; vaqueros azul oscuro y una sudadera blanca juntos con unos tenis blancos que encontré en el camino, bajé las escaleras y le heché rápidamente la comida de Loki en su cuenco y salí enseguida para la escuela. Cuando llegué bajé el espejo retrovisor y noté enseguida que mi cabello estaba echo un desastre cogí mi cepillo y una goma para el cabello que tengo en el auto de repuesto y me hice sin miramientos una coleta alta, cogí mi mochila y salí corriendo literalmente más rápido que una atleta olímpica, no había nadie en los pasillos por lo que confirmé que ya habían empezado las clases. Llegué a la clase tan agitada que tuve que poner mis manos en las rodillas hasta que mi respiración se normalizara; cuando me incorporé de nuevo estaba frente a mi la profesora de Ciencias sociales y todos mis compañeros me miraban totalmente sorprendidos de la situación.
— Señorita Adams, ¿Qué le ha sucedido hoy? usted no es una alumna que llega tarde a clases ¿Se siente bien?
— Si profesora Cooper, esta mañana sufrí un percance por eso llegué tarde, no me gusta para nada llegar tarde eso no me ayudaría mucho en mi expediente académico— le digo tratando de convencerla de que no me saque de la clase cuando apenas y he entrado.
— Está bien señorita Adams, puede incorporarse pero que no se vuelva a repetir— expresa dándose la vuelta para volver a su escritorio.
Noto las miradas sorprendidas de mis compañeros en mí. Se que es en parte por haber faltado ayer y haber llegado tarde hoy pero por otra parte sé que es porque he venido hoy con vaqueros y sudadera, no es mi estilo para nada pero mi apariencia es la menor de mis preocupaciones en este momento. Saco mi cuaderno de la mochila frenando el impulso de girarme a buscar la cabellera cobriza que acostumbro buscar con la mirada todos los días como una vil acosadora y copio todo lo que me parece relevante en la clase. Cuando terminamos, la profesora sale y todos los alumnos se relajan, algunos se quedan copiando apuntes y otros se van a la cafetería. Recojo mis cosas y salgo del salón, siento unas pequeñas manos taparme los ojos.
— ¿Quién soy?— me pregunta Perla con su distintiva voz cantarina.
— ¿Perla no crees que estamos un poco grandes para esto?, ¡Estamos en pleno pasillo!— bromeo un poco.
— ¡Hey! ¿No podías seguirme el juego solo por un ratito? eres una aguafiestas— me dice ella con voz de niña de 5 años.
— Que no— la contradigo.
— Que sí, y...— me mira de arriba a abajo— ¿Cuándo has decidido cambiar de preferencias que no me había enterado?
— Solo estoy usando unos vaqueros y una sudadera, no exageres reina del drama.
— Si tu lo dices— me mira incrédula— pero bueno a lo que venía, el profesor de Mate me dijo que cuando terminemos la clase de Física tienes que ir a su departamento para que realices una prueba que hicimos ayer.
— Está bien— dije a regañadientes— ¿Sabes que podrías haberme dicho ayer y podría haber venido más preparada verdad?— le reprocho.
— Si podría pero, lo olvidé— dice en un encojimiento de hombros— ¿Adivina quién fue la chica que aprobó con buena calificación Matemáticas y desaprobó estrepitosamente Ciencias sociales?— me dice intentando contener la risa.
— ¿Quién aprueba Matemáticas y suspende Ciencias sociales?—reí por lo bajo.
— Perla Turner— da una vuelta sobre sus talones señalándose y las dos nos reímos.
Vamos a la cafetería y en cuanto huelo la comida caigo en la cuenta en que no he desayunado esta mañana, mi estómago pide por ayuda. Perla pide su típica malteada de fresa y me espera.
— Verdad que pedirás un pudín y luego irás a llevarselo a Bruno, mejor te espero en la mesa.— ya se iba a ir pero la detengo.
— No, espera un minuto Perla— ella me mira un poco confundida, sé que no entiende que carajos estoy haciendo— Un sandwich de jamón doble por favor— me dirijo a la cosinera, ella me da mi sandwich extra grande de siempre pero esta vez no pienso pedir ningún pudín de chocolate, estoy cansada de todo eso, la actitud de Bruno me tiene cansada. Llego a la altura de Perla y la miro a los ojos, en los suyos hay miles de sentimientos; orgullo, alegría, sorpresa, incluso creo que también está un poco triste. La cojo de la mano y nos sentamos juntos en nuestra mesa, algunos compañeros nos miran disimuladamente, muchos no tan disimulada y otros no miran en absoluto pero tengo la extraña sensación de que todos están demasiado pendiente a mi conversación con Perla, miro rápidamente a la mesa de Bruno, sus amigos están serios mientras hablan pero a él no lo puedo ver porque está de espaldas a mi.