BRUNO
Después de comernos cada uno un filete con papas fritas en la cafetería, regresamos a casa por el mismo camino del parque que como estaba totalmente oscuro, hacía parecer todo un poco más tenebroso de lo normal.
Cuando llegamos a casa Marco se fue a su habitación y yo a la mía, me dí una ducha y cuando me puse un boxer y después de poner a cargar mi móvil y poner la alarma con repetición de lunes a viernes me acosté a dormir sin miramientos, mi mente y mi cuerpo se sentían agotados así que me dormí.
Me desperté a tiempo por mi alarma así que ya luego de ducharme me puse unos vaqueros y un pullover con el número 01 al frente y de la parte de atrás, también me puse mis tenis y me dejé el cabello despeinado, era mi estilo.
Cuando bajé preparé rápido unos sandwiches de queso le dejé uno a Marco sobre la mesa bien tapado y subí a su habitación. Toco la puerta y en ese momento se escucha un golpe sordo en el piso que supone algo que aveces suele suceder: Marco se calló de la cama. Cuando voy a abrir la puerta lo escucho.
— Estoy bien, estoy bien— dice con la típica voz de alguien que acaba de levantarse.
— Te dejé el desayuno en la mesa, no tardes mucho y no llegues tarde, si lo haces te asesinaré— finjo una voz bien seria aunque estoy sonriendo. Marco es un buen chico, es tan brillante en tantas cosas pero puede ser también torpe en otras muy tontas la verdad.
— Una muy buena razón para no llegar tarde— agrega sarcasticamente— y sí, está bien puedes irte no llegaré tarde lo aseguro.
— Arrivederci.
— ¡Arrivederci!— lo escuché decir.
Me fuí a la escuela al instante, miré la casa de al frente, todo parecía silencioso y en calma, talvez y ya esté allí. Conduje al cole como todos los días, el camino ya me lo sabía de memoria aunque había cosas que cambiaban a lo largo de los años y que me hacía sentir parte de algo que por naturaleza debería cambiar algún día. Y con la mente en mis reflexiones sin sentido llego, aparco el coche y me bajo, es un milagro que hoy no llegué tarde, aún todas las personas están afuera esperando que suene el timbre para entrar a su respectiva clase.
Veo a mis amigos cerca de la entrada, pero puesto que algo siempre sale mal suena el timbre y ellos se van a su clase que no es la mía obviamente porque ellos estudian en un año superior al mío, me voy a mi clase y me detiene una Perla muy enojada o eso me decía su expresión de pocos amigos. Me sorprendió no ver a Angelina por ningún lado.
— ¿Qué fue lo que le hiciste a Angelina en la fiesta?— me pregunta con voz muy seria, y si me lo preguntan también muy intimidatoria.
— ¿Qué carajos le iba hacer yo a Angelina en la fiesta?— le pregunto incrédulo aunque sé perfectamente a que se refiere.
— Deja de hacer el tonto y de repetir lo que digo. Además te lo pregunto porque ella me había dicho muy emocionada que iba a llevarte tú regalo— enfatiza ella mientras dirige su dedo índice a mi pecho— y luego la veo irse con cara muy seria y mojada de pies a cabeza e incluso faltó ayer y no sé si también lo haga hoy.
— Lo que haga o deje de hacer esa latosa no es ni mi problema ni mi culpa así que ya déjame en paz ¿ok?— la dejo con la palabra en la boca y me siento en mi puesto, mientras saco mi cuaderno de apuntes la veo sentarse en el suyo y fulminarme con la mirada. Luego de unos minutos entra la profesora de Ciencias sociales pero justo cuando iba a comenzar a dar la clase alguien llega a la puerta muy agitada, luego de un momento es que me doy cuenta que es Angelina, me sorprendió mucho porque ella nunca había llegado tarde pero por algo se empieza ¿no?
Ella llevaba puesto una sudadera con vaqueros y tenis, incluso tenía el pelo recogido en una coleta alta, no parecía ella en lo absoluto, pero a pesar de todo seguía estando linda, los vaqueros se amoldaban a ella como un guante resaltando más su esbelta figura y la coleta dejaba ver todas las curvas de su rostro, y su piel suave. Me dediqué a mirar mi cuaderno mientras escuchaba la conversación entre ella y la profesora y luego la miré de reojo cuando se sentó en su puesto. Cuando cogió su cuaderno supuse que iría a buscarme con la mirada como siempre hacía cuando llegaba y no me veía al momento, pero la clase transcurrió con normalidad, a excepción de que la pelinegra no me dirigió la mirada, se limitó a copiar algunas cosas y en ningún momento levanta la vista siquiera, eso me descolocó un poco.
Cuando terminó la clase salí de ahí sin más y me fuí a la cafetería, allí ya estaban sentados mis amigos en una mesa casi al fondo, voy hacia ellos y me siento en la silla que está de espaldas a todas las demás personas presentes en el lugar. Mis amigos levantaron la vista hacia la puerta, miré de reojo y sí, confirmé que se trataba de la latosa de Angelina, venía sonriendo con Perla.
Perla pidió una malteada creo de fresa, se iba a marchar pero Angelina le dijo algo y la otra la miro muy confundida, pensé que iba a pedir el pudín de chocolate que siempre me trae pero tampoco lo hace, pide su sandwich de siempre y coge a Perla del brazo mientras se van a alguna mesa que queda fuera de mi campo de visión. Me siento de muchas maneras a la vez: avergonzado, un poco enojado, terriblemente confundido y con un golpe de realidad que me ha caído arriba como un balde de agua fría. Ella simplemente está haciendo lo que me dijo en la carta, tratarme como a todos los demás, pasando de mí.
— Te dije que esto iba a pasar en algún momento—masculló Joel en voz baja, pero lo suficiente como para que todos en la mesa lo escucharamos y me molesta aún más que tenga razón.
— Alguien me puede explicar ¿De qué coño todos están hablando?— pregunta Lucas.
— Angelina se rindió con el testarudo de Bruno y para terminar con todo lo vió follandose a otra chica, todo el mundo sabe que no es su novio, está bien, pero eso no significa que ella no se sienta triste y herida por ello— le explica Teodore sin entrar en muchos detalles.