ANGELINA
Después de abrazar a Perla por un rato las dos cogimos nuestras cosas y nos fuimos al entrenamiento de el equipo de animadoras, teníamos que ensayar nuevamente las tres coreografias del lunes, cuando llegamos Perla y yo nos pusimos nuestros trajes y nos unimos a las chicas que ya estaban calentando, mi amiga siempre se hacía en el cabello una pequeña coleta rubia que le quedaba muy mona. Miré de reojo al otro lado de la cancha y ahí estaba el equipo de fútbol entrenando como siempre, mis ojos encontraron a un inexpresivo Bruno, lo miré por unos segundos hasta que desvíe la vista a Joel que se encontraba a su lado, no se veía muy feliz que digamos, miraba a Perla, ella solo frunció el ceño y empezó a hablar con una de nuestras compañeras ignorandolo totalmente. Me volteé hacia mi equipo, hora de la acción.
— ¡Equipo, formación!— ordené con voz seria, cuando entrenábamos, siempre trataba de ser profesional. Todas las chicas se hicieron en una fila frente a mí— Muy bien. Hoy el director me dió la orientación de el torneo de fútbol americano del lunes próximo y como ya todas sabemos tenemos ensayada tres coreografias, así que vamos a practicarlas bien porque mañana no habrá entrenamiento, nos tomaremos un día de descanso.
Todas las chicas empezaron a murmurar de acuerdo con lo que dije— Entonces comencemos— indiqué y me coloqué de espaldas a ellas.
Mientras ensayaba cada paso de baile con mis compañeras me sentía feliz, cada movimiento de mis manos y paso de mis pies me hacía sonreír de manera genuina, animar y bailar era algo que me gustaba mucho. No me importaba que aquellos idiotas miraran de vez en cuando, al final en algún momento nos tendrían que ver igual así que para que esconderse, además yo no era nada tímida. Luego de practicar las dos primeras coreos que nos quedaron muy bien en mi opinión, dí un descanso para todas, era mejor tomar agua y recuperar fuerzas para la última que se me hacía la más complicada y trabajosa, yo era la que más saltos y elevaciones debía de hacer por el obvio caso de ser la capitana de equipo. Cuando determiné que habíamos descansando lo suficiente nos volvimos a colocar en posición de formación y empezamos con el divertido baile.
Luego de unos segundos había llegado el paso más difícil que debía hacer y lo que me molestaba era que de tanto que lo habíamos ensayado aún no quedaba bien, siempre me tambaleaba a punto de caer o algo parecido.
Me preparé poniendo todos mis sentidos a funcionar, dos chicas me pusieron en sus hombros luego salté elevándome en el aire, di un giro y cuando pensé que al fin nos había quedado bien, mi tobillo se dobló y caí al suelo de espaldas, lo último que pude ver y oir antes que todo se detuviera fue el techo de la cancha y las chicas chillando histéricas llamando a los chicos ya luego cerré los ojos. Menudo golpe me había dado.
Cuando abrí los ojos todo a mi alrededor se veía borroso, hice un intento de levantar la cabeza pero un dolor en mi nuca me hizo volver a bajarla al instante con una mueca de disgusto.
— Será mejor que no te muevas— escuché decir a una voz a mi lado, giré mi rostro maldiciendo por dentro por el dolor de cabeza— Te dije que no lo hicieras, pero se nota que eres una ragazza testarda— esa manera de hablar ya la conocía, cuando por fin mis ojos lo enfocaron pude ver a Bruno junto a mí. No dije nada, me dediqué a observarlo sin expresión alguna.
— Te he traído luego de tu torpe caída— me dijo como si nada. ¿Me pregunto si no había otro chico que me trajera? ¿Porqué diablos había sido él?— Te dije que ibas a sufrir una disgrazia pero no creí que fuera tan pronto— sonríe como un tonto. Tengo ganas de levantarme de aquí y quitarle esa sonrisa de un puñetazo, y nisiquiera soy de esas.
— ¿Porqué mejor no te vas y me dejas en paz?— le dije volviendo a mirar el techo, creía que era mejor hablarle sino le miraba directamente a la cara. Creo que iba a decirme algo pero ese momento entró la enfermera con una pastilla en una pequeña bandeja y un vaso de agua. Me levanto con un poco de trabajo y agarro la pastilla y el vaso de agua.
— Es para el dolor de cabeza, el director ha dicho que puedes irte a casa— dice la enfermera con su voz dulce y calmada mientras me tomo la pastilla bajo la atenta mirada de aquel chico sentado frente a mí— Tu novio puede llevarte si quieres— vuelve a decir ella, cuando escuché aquello casi el agua que acababa de tomarme me sale por la boca.
— ¡No es mi novio!— ¡No es mi novia!— exclamamos los dos al mismo tiempo como dos niños pequeños que no quieren irse a dormir temprano, me tomé la cabeza con ambas manos, y la enfermera sonrío y dijo— No he dicho que lo fueran— salió del pequeño cuarto.
— No sé para qué chillar tanto, si sabes que te mueres por mí— me dijo él con el ceño frunzido cuando se cerró la puerta.
— Y tú deberías aceptar que ya no te quiero, ¿No me decías que lo supere?
— Pues que bueno que ya lo has hecho, así ya dejas de causarme problemas, he perdido mi entrenamiento por tu culpa— lo miré con asombro, no podía creer que estaba diciendo semejante locura.
— ¡Has perdido tu entrenamiento porque te dió la gana, no te he pedido que me trajeras, serias el último en mi lista al que se lo pediría!— volví a chillar, la cabeza me dolía mucho pero él me tenía harta, di un largo suspiro y me volví a acostar en la camilla intentando calmar mi jaqueca— Es mejor que te vallas— cerré los ojos.
No escuché nada por unos segundos pero luego lo sentí pararse, sabía que se iría, no sé ni porqué me asombro. Pero luego se acerca a mí y de un momento a otro me toma en brazos, lo miré asombrada pero el solo miraba al frente con su típica expresión impenetrable en el rostro. No podía creer lo que había hecho, me ruboricé como hace días no hacía, además estaba muy avergonzada porque sabía que no era muy ligera que digamos, incluso y cuando soy bastante delgada.