SECRETOS Y DONES

Alex.

Una vez que me he despedido de mis amigos, regreso a casa. Valentine me comunicó que iría a ver a su familia antes de partir, lo que me un poco más de tiempo para prepararme para el viaje.

Por el asunto del colegio mamá me dijo que no me preocupara, que ella sería quién arreglaría eso para que pudiera tomar clases a la distancia. Lo que me preocupa es que ni siquiera se a donde vamos, no pregunté nada a la rubia, y aunque eso me da algo de miedo, sé que teniéndola a ella y a mis amigos cerca, todo estará bien.

Decido no darle más vueltas al asunto y después de una ducha rápida, me tiro sobre la cama dispuesto a darme un buen descanso.

[…]

Al despertar intento hacer mi día normal, pero hay algo taladrando mi mente que no me deja en paz. Tuve un extraño sueño del que no recuerdo mucho, solo recuerdo un  nombre. Sebastián Grey.

No sé si tenga algo que ver con mamá, si es algo que mi mente ha inventado, si es algún nombre ficticio, o yo que sé. Pero me ha mantenido con tanta intriga, intento recordar de que iba el sueño, la razón por la que ese nombre se ha colado en mis pensamientos, pero por más que lo intento, nada funciona.

— ¿Ahora qué te pasa? —pregunta Lexa curiosa— estás tan distraído que no te has dado ni cuenta que te robe algo de fruta.

Ante su comentario bajo la vista a mi plato y lo confirmo, de estar lleno ha pasado a estar a la mitad.

— Tuve un sueño que no consigo recordar y necesito saber si es algo importante — respondo regresando la vista hacia ella.

— ¿Y por qué tanta urgencia en saberlo? ¿Acaso era una visión como lo de Gabriel? —con solo la mención de ese nombre la noto tensa, así que de inmediato niego con la cabeza.

— Solo recuerdo un nombre, comparte apellido con mamá, pero nunca la he escuchado hablar de él, así que intento descifrar si están relacionados o si es algo que he inventado en el sueño.

— ¿Por qué no se lo preguntas a ella? Seguro que te podrá ayudar.

— Primero quisiera saber si es algo importante, no quiero ir a preguntar algo que resulte ser una tontería —respondo haciéndola reír.

— Lex, lo dices como si nunca hubieras preguntado algo así —menciona entre risas— mamá te conoce, si es una tontería seguro pensara que se trata de una broma.

— Bien, me cuentas de que se trataba.

— Lo haré —le digo antes de levantarme de la banca.

Me despido dando una palmada en su hombro, y me preparo para correr después de haber pellizcado sus mejillas.

Una vez que he escapado de ella, me dedico a buscar a mamá, encontrándola en la sala.

— ¿Interrumpo algo? —pregunto al estar a su lado y niega con la cabeza.

— Claro que no, Lex —responde moviendo los libros a su lado para hacerme espacio— Estaba seleccionando los libros que te gustaba que te leyera cuando eras más pequeño, quería regalártelos, para que siempre lleves un pedacito de mi.

Noto la melancolía en sus palabras y me aferro a su brazo para acurrucarme en su hombro.

— Yo mismo soy un pedacito de ti, mami —le digo con una sonrisa— pero apreciaré mucho tener algo físico que siempre me pueda recordar a ti, y a todo el amor que siempre me has dado.

— Sé que antes me he hecho la fuerte, pero la verdad es que voy a extrañarte, pequeño —dice al tomar mi mano— sé que debo dejarte ir y explorar el mundo por tu cuenta, pero será difícil adaptarse a la idea de que ya no estarás por casa.

— Yo también te extrañaré, tengo miedo de que algo pueda pasarles mientras yo esté afuera, y una parte de mi quiere quedarse, atarme los pies a este suelo y no apartarme nunca de ustedes, pero hay otra gran parte que sabe que tiene que partir.

— Así era como me sentía yo —dice con una sonrisa— no quería alejarme tanto de mis abuelos, ni de mis amigos, ellos eran todo lo que tenía, pero los abuelos me impulsaron a salir de mi zona de confort. Me dijeron que extrañarnos sería normal, pues estábamos acostumbrados a vernos frecuentemente, pero que yo debía seguir adelante con mi vida, ver hacia mi futuro y no estancarme en el pasado. Siempre los recordaré como las personas maravillosas que fueron, y mientras sus recuerdos permanezcan vivos en mi, nunca estarán tan lejos.

— Mamá, ¿tu tienes hermanos? —aquella pregunta parece despertar un sentimiento en ella, y no uno grato.

Noto sus ojos cristalizarse, pero rápidamente parpadea, y lleva la vista hacia otro lado.

— ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso alguien se ha comunicado contigo diciendo que es mi hermano o hermana? —su pregunta pasa por un penoso intento de broma, y no sé qué pensar de la situación.

— Nada de eso, solo me dio algo de curiosidad —respondo— tuve un sueño del que solo recuerdo a un tal Sebastián Grey, y pensé que tenía alguna relación contigo.

Noto como sus manos comienzan a temblar, y aquello comienza a asustarme. Sus ojos parecen desorbitados, y balbucea algo ininteligible.

— Mamá, ¿estás… —ni siquiera pude terminar la pregunta, solo vi como llevo sus manos a su vientre y cayó al suelo de rodillas.

Sin tener idea de que estaba pasando y con todo tipo de emociones surgiendo en mí, la tome en brazos y corrí en busca de alguien.

— Papá —grito mientras corro por el pasillo— alguien, ayuda.

Miro a mi madre, inconsciente en mis brazos y las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas. No sé qué ha pasado, pero todo ha sido mi culpa, sabía que no debía preguntar nada.

— ¿Qué ha pasado? —escucho a papá detrás de mí, y regreso hacia el sin saber que decir.

— Ella se desplomó, estábamos conversando y… —me interrumpe.

— Tranquilo, Lex, estás pálido —dice mientras toma a mamá— llamaré a un médico, sígueme.

Obedezco y lo sigo mientras el va hacia su habitación, estando dentro recuesta a mamá sobre la cama y revisa su pulso. Me abrazo a mi mismo en un intento de controlar el temblor que surge de mi cuerpo, pero parece imposible.