«La papa caliente»
Este momento tan desesperante. El momento en el que está todo listo y solamente faltan los invitados.
Toby y yo, esperamos ansiosos cerca de la entrada a que alguien llegue. La primera en llegar fue Camila, junto a mi tía y Diana, la típica prima pequeña fastidiosa que hay en todas las familias.
Papá se llevó a mi tía al «lugar de los adultos». Él no quiso que los adolescentes y los adultos se mezclaran, pues sería incómodo.
Mi abuela tocó la puerta y detrás de ella estaba Victoria. Mi amiga entró con su disfraz de Medusa.
—No me convertirás en piedra si te miro a los ojos ¿verdad? —le dijo Toby a Tori.
Tori se ruborizó, pero le siguió la corriente. —No lo sé, aún no manejo bien mis poderes.
Camila se acercó a nosotros con su disfraz de la Princesa Jazmín. —Amo sus disfraces —dijo ella.
—Gracias —dije—, pero tú eres la copia exacta de Jazmín. ¿De qué es el disfraz de Diana?
—Ni idea —mencionó—, ella solo buscó entre su ropa y dijo que dejaría que la gente adivinara.
Emiliano entró con su disfraz de Terminator. Fue muy épico.
—¡Oh por Dios! —exclamé— ¡Es genial!
Empezaron a entrar todos los amigos de Toby del equipo de fútbol, que de hecho me agradan. Son todo un desastre entre ellos, pero la verdad es que son muy educados. Me desearon un feliz cumpleaños amablemente y volvieron a sus asuntos.
Entre esos chicos, entró uno con traje gris, una corbata roja y lentes oscuros, tenía un arma de juguete y una identificación de policía. Estaba muy oscuro y casi no lo podía reconocer, además, no tenía mis lentes puestos, los primeros cinco segundos era un desconocido, pero luego reconocí la forma de caminar y lo recordé:
—¿De qué es tú disfraz? —le preguntó Toby a Franco.
—Agente del FBI, o algo así —dijo.
Shit, shit, shit, shit. Y yo pensando que el «chico policía» se veía bien. El maldito se ve realmente bien, no lo puedo negar, pero intenté reprimir ese pensamiento porque es Franco, no se puede ver bien para mí.
Se acercó a mí y saludó—: Hola.
Extendió su mano, me dio una bolsa de regalo celeste y dijo—: Tu regalo, que lo disfrutes.
—Gracias —dije—. Tu disfraz está cool.
Dije eso para no decir «Te ves súper bien y durante cinco segundos te consideré apuesto».
Acomodó sus lentes de sol como acomoda los suyos normalmente, y levantó las cejas al mismo tiempo, como siempre lo hace. —Gracias —mencionó y se fue.
Estábamos hablando normalmente y de pronto la música dejó de sonar, pero instantes después, comenzó a sonar la intro de CSI: Miami y Lucas entró vestido del personaje principal de esta serie: Horatio Caine. Se aprovechó de ser pelirrojo para la ocasión.
—Eres un maldito genio —señaló Emiliano.
—Solo le pedí el favor por medio de un mensaje de texto al padre de Toby y Jul —dijo Lucas.
—¿Cómo rayos tienes el número telefónico de mi padre? —pregunté.
—Un mago nunca revela sus secretos —respondió.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Camila.
—Un poco débil, pero no podía faltar a esta fiesta —aclaró—. Por cierto, feliz cumpleaños chicos.
Mi prima Diana se acercó a decirme algo y Lucas le dijo—: Gertrudis Ress ¿cierto?
—¡Sí! —exclamó Diana.
—¿Qué? ¿Quién? —cuestionó Camila.
—También tengo una hermana de nueve años, pero si le presto atención a sus gustos —comentó Lucas.
Siete minutos después, apareció Samantha con su hermano, ella vestida de Indiana Jones femenina y él de doctor.
—¿Por qué de doctor? —le pregunté al hermano de Samantha.
—Porque cuando crezca, quiero ser un doctor —me respondió.
De pronto, se formó un círculo de baile, más bien era un óvalo, los muebles de mi casa no permitían que hiciéramos un círculo.
Apesar de que estaba estresada porque estaban desordenando mi casa y estuve ordenando los tapetes y alfombras simétricamente como deberían estar, lo estaba disfrutando.
Inventamos un juego como la papa caliente, pero en este juego, el que se queda con el objeto en la mano debe pasar al centro del círculo y bailar al ritmo que esté sonando. Lo hicimos con dos objetos para que la persona que tuviera el objeto no pasara sola a bailar.
Tuve la suerte de que cuando se detuvo la música tenía la bola de tennis en mis manos. La otra la tenía Camila.
—¡Vamos! —gritaban todos.
—¡Tienen que bailar!
Con bastante pena, fui al centro del círculo y Camila hizo lo mismo. Bailamos la canción de merengue que estaba puesta.
Me encanta bailar, es uno de mis pasatiempos preferidos. El baile me hace sentir libre y es como si cuando sudo, sudara mis preocupaciones. Bien, eso fue extraño. Y aunque me encante bailar, me da pena hacerlo si no he confeccionado y practicado una coreografía.
Luego las bolas de tennis eligieron a Toby y Tori. Claro que Victoria casi se muere, pero no lo hizo notar, actuó normal y bailó con mi hermano.
Y así sucesivamente...
Fue muy gracioso cuando un chico del equipo de fútbol y Lucas bailaron juntos. La música que sonaba en ese momento era música disco y montaron todo un show.
La bola cayó de nuevo en mis manos y la otra en las de un chico del equipo, que ni siquiera sé como se llama.
Si tenía pena cuando pasé con Camila, era poco comparado a lo que siento ahora. No es el hecho de bailar con el desconocido, sino que lo que suena es reguetón.
Reguetón, te detesto con toda mi alma.
El chico era muy gracioso y me decía que hacer, así que al final no fue tan malo, la verdad fue divertido.
La bola siguió eligiendo parejas durante tres canciones más, y por tercera y última vez se detuvo en mi lugar. Y en el lugar de Franco.
Entre 17 adolescentes, tuvo que ser Franco. No lo puedo creer.
Acepté mi destino y fui al centro del círculo. Franco ya estaba ahí.
Fue la primera vez que la pelota eligió a Franco, nunca antes lo había visto bailar, pero estoy muy indignada porque además de que es un excelente estudiante, juega fútbol y toca guitarra también baila salsa como si hubiera practicado toda su vida.