Rivales, no enamorados

Capítulo 27

«Jaque Mate»
 

El primer campeonato oficial mundial de ajedrez había sido hace ya 133 años. Y un campeonato mundial no se compara con el campeonato del colegio, pero a los nerds nos parecía algo muy importante.

Me encanta el ajedrez y desearía participar este año, pero mi colegio inventó una absurda regla que dice que «una persona no puede ganar dos veces consecutivas», así que el campeón actual no puede participar. Yo soy la campeona actual.

Habían ocho mesas listas para jugar con el tablero acomodado y un bonito mantel azul, al igual que la cinta como de graduación que me identifica como campeona.

Dieciséis participantes de diferentes colegios esperaban ansiosos. Dieciséis campeones internos compitiendo por un título mayor: Campeón Regional de Ajedrez. El título que me pertenecía por ahora.

Como es predecible, el campeonato interno de mi colegio lo ganó Franco y yo lo apoyaba no porque fuera Franco, sino porque quería que el título quedara de nuevo en mi colegio.

Inició la competencia, mi labor era caminar de aquí a allá viendo todas las partidas, observando movimientos obvios.

Si pones el caballo en la posición 5E te comes al alfil.

Mueve dos lugares a la izquierda a la reina para un jaque.

Tu torre está en peligro, ¡muévela!

Pero no se me permitía hablar o dar consejos.

La partida que más tensa me ponía era la de Franco, pues de eso dependía que el título quedara en nuestro colegio.

Pasó una hora hasta que se acabó la primera ronda. Hubo un descanso de 10 minutos y se fueron ocho participantes.

Franco se acercó a mí y últimamente, cada vez que lo hacía, me ponía nerviosa. —Era claro que iba a ganar yo —dijo—, no te acostumbres a la cinta de campeona porque pronto será mía.

—Si pudiera participar te habría ganado por mucho, como el año pasado.

Acomodó sus lentes y levantó sus cejas. —Deséame suerte, Montenegro. —Extendió su mano para que yo la estrechara.

—Suerte, Franco. —Estreché su mano.

Como que se le había hecho costumbre a Franco esto de estrechar la mano, pero confieso que cada vez que lo hace se me revuelve el estómago, tal vez son esas famosas mariposas que nunca había sentido.

A mis diecisiete años me sentía como si estuviera empezando mi adolescencia, teniendo una crisis conmigo misma por el chico que me gusta y aunque ya había tenido novio anteriormente estoy segura de que nunca me había enamorado como ahora.

¡Julia Fernanda Montenegro! ¿Dijiste que estás enamorada de Franco Villarreal? ¡Patética!

Salí de mis pensamientos y le puse atención a las partidas. Todos los participantes pensaban cuidadosamente sus movimientos, excepto el rival de Franco, al parecer los nervios le ganaron. Perdió con una jugada llamada «El pastor», en la que se puede dar Jaque Mate con tan solo 4 movimientos

Cuarenta y cinco minutos más y se acabó la segunda ronda. Se fueron cuatro participantes y ya era hora de la semifinal.

Me comí la uña del dedo del pulgar derecho mientras veía la partida de Franco, me senté y no dejaba de mover mi pierna constantemente. Ni siquiera le puse atención a la otra partida, solo me importaba la de Franco, sería un honor que el campeón fuera un alumno de mi colegio otra vez, sería un honor entregarle mi cinta a Franco.

Alguien tocó mi espalda y me hizo dar un salto. Me giré para encontrar a Tori detrás de mí. El campeonato era a puertas abiertas, así que quien quisiera ir lo podía hacer, pero no me imaginé que a mi mejor amiga le gustara al ajedrez, apuesto a que ni siquiera sabe jugar.

—Tori, ¿qué haces aquí?

—Me arrastraron.

Detrás de ella venían Julieta y Lyn con un batido en sus manos. Claro, si Tori no está conmigo se junta con ellas.

—Hola Julia —dijo Lyn.

—Hola, no sabía que les gustara el ajedrez —señalé.

—Claro que no nos gusta el ajedrez —mencionó Julieta—, vinimos por el chico de Lyn.

—¡Julieta! —exclamó Lyn.

—Mmm, ¿y quién es ese chico? —pregunté.

Que no diga Franco.
Que no diga Franco. 
Que no diga Franco.

—Franco.

¡Carajo! Tengo un serio problema con mi cara de no poder ocultar las cosas, así que probablemente mi cara dijo mucho aunque no solté ni una sola palabra. Raramente, el hecho de saber que a Lyn sí le gustaba Franco me dio un escalofrío y me temblaban las piernas. No sabía que esto pasaba.

Agh, no se porqué me molestaba tanto. Bueno... En realidad sí lo sabía, me gusta Franco y ya es hora de que lo acepte.

Es que se me hace tan difícil aceptar que me gusta una persona que odié durante años. Además, él me odia.

—Chicas, la verdad es que ahora sí quiero un batido, ¿me acompañan a comprarlo? —dijo Tori.

—Es que tenemos una vista perfecta de Fra—

—Por favor —interrumpió mi amiga.

—Bien —dijo Lyn de mala gana.

Tori se acercó y me dijo al oído—: Tienes algo que contarme, reconozco esa cara de culo.

Mi amiga se fue. A veces me molestaba que me conociera tan bien, ahora estoy obligada a contarle que me gusta Franco. Es que ni siquiera tengo que contarle, solo afirmarlo, porque ella ya lo sabe.

Mi mente volvió a las partidas que tenía en frente. Al ser un torneo, se juega con tiempo, conforme el campeonato va avanzando se reduce el tiempo que pueden gastar los participantes, a estas alturas el tiempo era de treinta minutos.

Noté que el tiempo de la chica que jugaba contra Franco se estaba agotando, solo quedaban veintiocho segundos. El tiempo de Franco eran tres minutos.

Habían dos posibilidades: La chica pierde por la presión de tener poco tiempo y realizar un movimiento sin sentido o Franco pierde por pensar en un buen movimiento para dar Jaque Mate.

Lo que sucedió fue la primera, la chica perdió, su tiempo se agotó. Franco está en la final.

¡¡¡Franco está en la final!!!



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En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

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