«Oxitocina, serotonina y dopamina»
¿Acaso me convertí en un despreciable trozo de metal y mi cama es un gran imán?
Llevaba diez minutos más de lo normal en cama porque no quería ir al colegio. Diez minutos no son tanto, pero estaban arruinando mi rutina por completo, tenía el presentimiento de que hoy sería uno de los peores días de mi vida.
Se me retuerce el estómago y la mente cada vez que recuerdo todo lo que dijo Franco, y cada vez que recuerdo que debo levantarme de esta cama e ir al colegio para encontrármelo.
¡Por el amor de Dios! La mirada que tenía mientras dijo todo eso nunca la había visto, todavía no soy capaz de creerlo del todo, le gusto a Franco Villarreal. Sí había notado un comportamiento diferente en él desde que iniciamos el proyecto del refugio, pero imaginé que era porque tal vez había dejado de detestarme un poco, solo un poco.
—¡Julia! ¿Qué te pasa hoy? —gritó mi padre desde la cocina, supongo.
Me levanté por fin. Tomé mi uniforme y lo lleve al baño, me di una ducha corta, pues no había tiempo para más, pero bastó para pensar mucho.
Pude darme cuenta durante la ducha de que me siento extraña de nuevo, las cosas se habían calmado un poco en mi ser porque había aprendido a vivir con el hecho de que me gusta Franco, pero ahora debía adaptarme a una vida sabiendo que él también se siente atraído por mí.
No sé porque estaba haciendo un desastre de todo esto. Es algo que ya me había sucedio con Alexis, él me gustaba (creo) y yo le gustaba a él (creo, también) y luego ¡puf! Éramos novios, rápido y sencillo sin tanto pensar. ¿Qué había diferente esta vez? ¿El enamoramiento de verdad y no solo una atracción física?
Al terminar de trenzar mi cabello y descansar mis brazos, porque hace tiempo que no me peinaba con trenzas, bajé a esperar a Toby para irnos. No tardó más de cinco minutos.
No dije nada en todo el camino al colegio, mi hermano tal vez notó algo diferente, sin embargo no hizo preguntas, se limitó a silbar hasta llegar al colegio. Sabía que quién no se quedaría callada sería Tori, tal vez no saltaría tanto de la alegría cuando le cuente porque aún el ambiente está tenso por lo de Lucas, pero de seguro haría de esto un gran caos.
Justo en la entrada del colegio me topé a Emiliano, otro problema. No le había confesado directamente que me gusta Franco, pero él lo sabía desde antes que yo, ahora solo faltaba que con sus poderes sobrenaturales descifrara que yo le gusto a Franco.
—¡Hola gemelos! —exclamó Emiliano, me abrazó de lado. Sonreí como respuesta, lo que es raro porque siempre lo saludo emocionada también. —¿Qué le pasa hoy? —le susurró a Toby.
—No sé, desde la mañana está un poco rara. Según mis cálculos aún no debería tener su periodo.
—¡Tobías! Ese comentario es machista, no me pasa nada, solo tengo mucho sueño y deseaba quedarme en cama todo el día.
Claro que Emiliano es mi mejor amigo, pero es mi mejor amigo para ver películas sangrientas y jugar videojuegos de vez en cuando, no para hablar de chicos. La verdad es que no se me hace fácil hablar de eso con nadie, pero me sentía menos incómoda con Tori.
Victoria estaba fuera de la clase de química con su bolso pomposo y retocando su labial. Guardó su maquillaje apenas me vio.
—¡Ay por Dios! ¿Te atropellaron de camino? Quita esa cara de culo —dijo con una cara de culo, imagino igual a la mía. Por suerte el sonido de la campana la distrajo y no dijo nada más.
Entramos a la clase de química mientras el Sr. Salazar nos saludaba a cada uno en la entrada. Tomé mi asiento de siempre y comencé a sudar frío mientras veía el asiento de Franco ¿vacío? Oh no, esto no es para nada una buena señal, Franco nunca falta a clases ni aunque tenga una enfermedad que podría desatar una pandemia.
—Cariño —me llamó Tori—, creo que tenemos algo de que hablar. Sabes que puedo leer tu mente.
Tenía mi mirada perdida en una probeta mientras el profesor explicaba un poco de bioquímica, empezó por la digestión, después el miedo, luego la felicidad. Fue interrumpido por un portazo que me hizo sobresaltarme sin levantar mi vista.
—Disculpe, Sr. Salazar —dijo Franco agitado. El corazón me dio un vuelco al escuchar su voz e inmediatamente levanté mi vista hacia la puerta.
Franco estaba despeinado, algo fuera de lo normal aunque nunca parece que use gel para el cabello o algo así, pero hoy su cabello estaba hecho un desastre, traía sus gafas en la mano izquierda y la mochila colgando de un solo hombro. Se dirigió a su asiento rápidamente, pero antes hizo contacto visual conmigo accidentalmente, de nuevo mi corazón se aceleró. Miré hacia la probeta de nuevo para quitarme de encima los ojos cafés que se veían aún más brillantes sin las gafas encima.
—Bien, continuemos —dijo el profesor—. Ahora vamos a hablar de qué es el amor químicamente.
—Awwwww —dijeron varias personas al unísono y el profesor soltó una risilla.
En ese momento me desconecté de la clase y me perdí en mis pensamientos porque ya sabía cómo funcionaba el amor.
No es más que una reacción química que ocurre en el cerebro, se libera dopamina, serotonina y oxitocina. La oxitocina se trata del cariño y contacto, la serotonina o «droga de la felicidad» controla emociones y estado de ánimo y la dopamina se encarga del placer. Y claro, liberamos adrenalina, por eso se dilatan las pupilas, se acelera el corazón y las mariposas en el estómago son los intestinos sin sangre suficiente porque toda se fue al corazón.
Las personas comen chocolate cuando les rompen el corazón porque este es rico en oxitocina, así se «reestabiliza» nuestro cuerpo.
Una simple liberacion de neurotransmisores que puede desordenar vidas.
Las dos horas de química terminaron y las preguntas de Tori comenzaron.
—¿Qué mierda está pasando?
Fui directa, creo que... demasiado directa. —Franco me dijo que le gusto.