Rivales, no enamorados

Capítulo 41

«La miopía no tiene nada que ver»
 

Mis mejillas ya estaban acalambradas de lo mucho que había sonreído el fin de semana. Era lunes a las 6:35 am y aún veía mi sonrisa en el espejo de mi habitación mientras me ponía el uniforme.

Recordar el beso de Franco en la fiesta me mantenía así, además del mensaje que recibí de él esa misma noche antes de dormir, decía «Te lo dije, hacemos un buen equipo». Claro que sí, ese beso fue una maravilla.

Me sentía un poco extraña pensando en todo eso, ya que usualmente me disgustan esas cosas del amor y Tori siempre me ha tachado como la amiga sin sentimientos, pero en serio me hacía feliz recordarlo y merecía ser feliz.

Cuando vi a mi padre al salir de la habitación se me borró la sonrisa, me limitaba a dirigirle la palabra solo cuando era estrictamente necesario, evitaba cualquier muestra de empatía hacia él y no hacía contacto visual. Toby también estaba un poco distante con él, pero al menos lo saludaba por las mañanas. Me sentía traicionada por una de las personas que más quería y admiraba en el mundo, mi padre siempre me había cuidado como su niña pequeña y me dolía en grande saber que me había mentido toda mi vida. Aún no había tenido las ganas ni el valor de pedirle que hablara más del tema, ni siquiera le había contado a mis amigos, la única persona que sabía que Humberto Montenegro es mi padre biológico era Franco.

—Necesito que firmes esto —le dije a mi padre. Hoy tenía que entregar la solicitud para hacer el examen de admisión de la U.C.I y necesitaba su firma en la hoja.

—¿Examen de la universidad? Pero si estás en penúltimo año. —Sacó un bolígrafo de su bolsillo de la camisa y firmó la solicitud.

—Si soy lo suficientemente buena me guardarán el campo.

—¡¿La Universidad de Ciencias e Ingeniería?! Es tu sueño, Jul. ¿Por qué no me habías contado?

—No sabía que ahora nos contábamos las cosas. —Le arrebaté la hoja, tomé mi mochila y salí con Toby hacia el colegio.

Llevaba el estómago revuelto de saber que encontraría a Franco ahí, el día de la fiesta me dejó en casa unos treinta minutos después del beso y al llegar me quedé en el auto casi dos minutos solamente observándolo, sin beso, sin palabras. No pasó mucho en el lapso entre el beso y mi llegada a casa, soltamos comentarios sarcásticos por veinte minutos y los otros diez fueron el camino en el auto con la radio encendida.

Después de saludar a mi grupo de amigos con el humor por los cielos entré a biología, ni siquiera me gustaba esta clase, pero hoy me daba igual. Busqué mi asiento de siempre y mientras sacaba mi cuaderno con dibujos de animalitos Franco entró a la clase.

Miró directo a mi asiento, bajó su mirada y sonrió negando con la cabeza, luego me señaló con su cabeza y levantó sus cejas en forma de saludo. ¡Dios!

Inhala. Exhala. 
Inhala. Exhala. 
No es tan difícil, Julia.

¿Cómo podía guardarme estas emociones para mí sola? ¿Por qué se me hacía tan difícil hablar de mis sentimientos con los demás?

Estaba ansiosa por hacérselo notar a Tori y que ella me preguntara, porque de mi parte no saldría una palabra sobre esto de la nada. Aunque eso no era muy difícil, solo hacía falta una mirada más de Franco como la que acababa de suceder y ella lo sabría.

Tenía una guerra civil en mi mente, por una parte me sentía emocionada por lo que había pasado con Franco, imagino que es lo que debería de sentir cuando un chico que me gusta me besa, normal ¿no?; por otro lado tenía miedo de estar tan emocionada con toda esta basura y que fuera solo un beso insignificante, sabía que Franco no era un fuckboy con un gran historial de chicas besadas, pero igual no quería confiarme del todo.

Salí de mis pensamientos, comencé a escribir en mi cuaderno sobre los índices de migración de las especies y cómo calcularlos. La clase se terminó después de la explicaciones del profesor y de unos ejercicios para verificar qué aprendimos sobre el tema.

Al salir de biología me dirigí hacia la oficina del director para entregar mi aplicación para la universidad, me parecía extraño hacer esto sabiendo que aún me faltaba un año completo para comenzar con los trámites de verdad.

Toqué la puerta del Sr. Fuentes y un segundo después él dijo—: Adelante.

Empujé la puerta que estaba entreabierta lentamente y entré a la oficina.

—Buenos días, señor Fuentes. Mi solicitud para la U.C.I. —Extendí la hoja de papel y él la tomó mirándome a los ojos, concentré mi mirada en su escritorio, pues me incomodó.

—Por supuesto que Julia Montenegro aplicaría para la U.C.I —mencionó. Sonreí a su comentario—. Solo espero que el señor Villarreal no sea una distracción para esta oportunidad tan grande, como lo fue para mi hija.

Se me borró la sonrisa de la cara. —¿Disculpe? —cuestioné.

—Se veían muy bien en la fiesta, señorita Montenegro. Entregaré la solicitud, puede irse.

Salí de su oficina sin decir nada. Me ponía los pelos de punta el hecho de que el director sabía que Franco y yo salimos el fin de semana. También me hizo cuestionarme: ¿Es Franco una distracción para mi futuro?

No seas así, Julia. Si no entras este año a la U.C.I lo puedes intentar el otro.

Pero el otro año no tendré beca completa y ya no podría pagarla, además, no será tan emocionante como este año porque no habrá mucha gente con la cual competir. Tenía que entrar este año sí o sí.

Disponía de una semana y media para prepararme para la prueba, aunque no había mucho que saber, pues se trataba de una prueba de lógica y preguntas llenas de trampas imposibles de estudiar. Nada de memoria.

¡Agh! A veces me cansaba de mí misma por sobrepensar las cosas que la gente dice y porque esas palabras se quedan estancadas en mi mente. Con solo decir que hace un tiempo Emiliano me dijo que me gustaba Franco y hace dos días lo besé.



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En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

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