Robert Dean: una noche de lluvia en Chicago

Frente al ventanal

Al llegar al apartamento de Robert tenía este sentimiento malévolo que bajaba hasta la boca de mi estómago, me sentía tan confundida, él se iría y yo quedaría aquí, en unos días me enfrentaría a los rumores de pasillo en el "Chicago Now", ahora mirando en retrospectiva, estaba muy lejos de lo que inicialmente vine a hacer aquí; cumplir mi sueño, escribir, crear algo de mi propia mano. Me senté en el sofá y al alzar mi vista, pude ver la caja donde Robert guardaba el hilo rojo, me acerqué y la abrí miré el hilo, y solo tuve mas dudas, ¿y ahora qué?, era todo lo que venía a mi mente una y otra vez. Sentía mucho frío así que fui por una sábana y me enrrolle en el sofá, estaba angustiada, Robert había dicho meses, no me dio un tiempo exacto; ¿cuánto habría de esperarlo?, me mataba la zozobra, entonces, ¡claro!, Esto debo escribirlo, jum, vaya inspiración solo tristeza, bueno veamos que sale, dije para mi, corrí a mi habitación y saque la portátil; la encendí rápidamente y regresé al sofá, escribí sin parar era asombroso como fluia la historia y como este evento lleno de tanta angustia, por decir lo menos, podía inspirarme una gran historia de amor.
-¿que haces?
Robert había llegado, miré rápidamente al gran ventanal; el cielo estaba naranja, ya casi se había ido la tarde y no me di cuenta
-empecé mi libro- le respondí algo tímida
-¿puedo leerlo?- sonreía con dulzura
-¡no!, cuando esté listo lo harás- no era momento para mostrarselo necesitaba saber como terminariamos él y yo, solo así sabría donde terminaría nuestra historia
-está bien, como usted diga, ¿que te parece si cenamos juntos?- me hablaba en tono acaramelado; muy diferente al Robert del mediodía
-jum, ¿puedo saber a que se debe tanta… amabilidad?- dije en tono de sarcasmo, fruncio levemente el seño mientras ladeaba un poco su cabeza, con una sonrisa divertida en su boca
-siento lo que sucedió hoy a mediodía, pero es inevitable sentir celos sabiendo que Christian está dispuesto a todo por ti y tu lo llamas- sentí una presión sobre mi pecho, me sentía avergonzada, ¿celos?, ¿era yo tan importante para él?
-¿cómo así que celos?- estuvo demás, aparentemente, para él la pregunta
-ya te lo he dicho desde que nos conocimos tu eres para mí- su voz era muy segura, había certeza en ella.
-bueno, ¿y que cenaremos?- dije mientras sonreía tímidamente, el respondió con otra sonrisa
-¿te parece si te consiento, y pedimos una pizza?
-jum, eso es algo que no puedo rechazar, tú lo sabes- mi sonrisa era grande y se esparcia por todo mi rostro, Robert caminó hasta donde yo estaba y me dio el más grande de los abrazos, me envolvió en su olor delicado, sutil, mis pulmones se llenaron de su aroma, era una fiesta para mis sentidos, tomé hondamente su olor, como tratando de retener para mi ese delicioso aroma
-te extrañaré- dijo entre susurros- pero volveré pronto- nuevamente sentí un golpe en el estómago
-¿cuánto será?- lo abracé con mas fuerza, como suplicando que no se fuera, sus brazos respondían a mi tristeza
-no lo sé, quizás, unos seis meses - su voz era profunda
-¿seis?- gemi de dolor
-pero te hablaré todos los días te lo prometo- hubo unos largos minutos de silencio; solo nos abrazabamos con fuerza, aferrados el uno al otro.
-¿donde está esa pizza, eh?- dije tratando de disipar la tristeza que nos rodeaba, me soltó entre risas ahogadas
-bien, espera unos minutos ya llamó- se apartó y busco su móvil en su chaqueta y mientras marcaba di vuelta al ventanal, seque dos pequeñas lágrimas que amenazaban con lanzarse a torrentes, miré en la inmensidad del ventanal como la oscuridad cubría la ciudad y recordé la primera noche, empapada, confundida e incrédula; hoy solo estaba confundida.
-Sarah-Robert tocó mi hombro- ven, siéntate a mi lado, quiero que hablemos- tomó mi mano y nos sentamos en el sofá, tomó mis manos entre las suyas
-no dudes, que te amo, estaré seis meses físicamente lejos de ti, pero mi corazón y mi alma se quedarán a tu lado, prometo llamarte cada día- su mirada estaba clavada en mis ojos, sostenía mi cara entre sus manos, pero algo no estaba bien
-está bien, solo si prometes que hablaremos todos los días- sonrió y me envolvió entre sus brazos
-ya no puedo vivir sin ti, moriré si llegarás a faltarme- mi corazón palpitaba como loco estaba en euforia, en ese momento llegó su asistente
-jum, aquí está su pizza, la dejaré en la cocina
Me soltó y plasmó un beso en mi frente fue muy dulce, gentil, nos tomamos de las manos y caminamos a la cocina, al empezar a comer solo había silencio, ni una sola mirada cruzabamos, me levanté y corrí a mi habitación y traje conmigo de vuelta  a la cocina mi celular
-si no te veré por seis meses, debes dejarme al menos, tener una foto tuya mientras comes tu pizza- Robert parecía confundido
-está bien… esto es un poco raro
-oh wow!, sí, definitivamente eres muy sexi comiendo pizza- dio carcajadas
-eres la chiflada mas linda que jamás conocí
-¡señor!- era su chofer, Alexander,la alegría había desaparecido, la realidad nos había golpeado, era hora, ya debía irse. Lavó sus manos, limpió sus labios
-prometeme que estarás aquí para cuando regrese- había tomado mi rostro entre sus manos y su mirada era espectante y ansiosa
-estaré aquí- respondí incondicional, se hizo una sonrisa dudosa en su cara, me abrazo nuevamente, me apretó con fuerza como si quisiera escapar
-prometo que volveré- en ese instante desapareció detrás de la puerta junto a su chofer, yo me quedé de pie, junto al ventanal; mirando la inmensidad de la ciudad preguntándome si podría soportarlo.
La semana pasó sin mayores detalles, sin llamadas de Robert, me sentía como en pausa; pero debía mantenerme así para no desesperarme, apenas; pasaba una semana de los seis meses, sino me llamó es por que está ocupado, eso me repetía cada día; ya mañana debía ir nuevamente al "Chicago Now", me alegraba poder distraerme y saber como seguían mis compañeros, además, esto me había dado el espacio de tiempo que necesitaba para continuar escribiendo, parecía que fluia rápidamente de mi mente a mi mano, cosa que, mi mano parecía no seguirle el ritmo.
- ¡hola! chicos, ¿como están?- pregunté alegremente
-¡Sarah!- dijeron al unísono
- ni te imaginas lo que te hemos extrañado menos mal ya estás bien!- me.dijo Julian con cierto aire de alivio
-si, ni te imaginas todo el trabajo que nos han puesto desde que te enfermaste- me dijo Jessica
-Jess!- le reprendió Julian, yo solo podía sonreirles me sentía tan bien de haber regresado




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